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Desde el comedor social Yo Soy Tú miran atrás en el tiempo y el camino recorrido es demasiado largo. Emilio Gómez, su presidente y fundador, recuerda con ternura la primera vez que decidió comprar una olla grande, encender los fogones de su casa y ... repartir los guisos que preparaba a aquellos vecinos de su barrio que sabía que se encontraban en una situación más vulnerable.
Sin embargo, su proyecto se fue extendiendo: alquiló un pequeño trastero en la avenida Doctor Marañón y allí empezó a preparar dos ollas más. Relata que en ese espacio encontró «un submundo de personas malviviendo», algo que le animó a seguir ayudando. Su experiencia cocinando en la Legión le sirvió para poder dar un paso más serio en 2016 y fundar una entidad que a día de hoy resiste con mucho esfuerzo. Cuando abrieron su comedor en el barrio de Miraflores no llegaban a los 400 menús diarios y aquello ya les parecía un reto abismal. Hoy, cocinan para más de 1.800 personas de lunes a domingo, un número que siempre varía pero que desde hace meses no baja de ese tope que parece irreal a simple vista.
En este aniversario que celebran sin mucha fiesta vuelven a lanzar un SOS a la sociedad malagueña, a las administraciones públicas y a las empresas privadas: están ahogándose lentamente, intentado sobrevivir cada año con subvenciones y ayudas económicas insuficientes para la cantidad de personas que movilizan. Así lo explican en una memoria que han elaborado para poner en relieve la transparencia de sus cuentas. Desde julio de 2016 hasta julio de 2022 han repartido un total de 1.981.582 menús, que llevan incluidos dos platos, el pan y el postre. A ello se le suman los desayunos escolares para los niños y niñas que están en cursos de educación primaria: un total de 280.116.
Sin embargo, lo que demandan en esta ocasión no son alimentos, pues más del 90% de la ayuda en forma de productos frescos y no perecederos la reciben desde Bancosol (provenientes del FEAD, del FEGA y distintas campañas de recogida). No obstante, el comedor afronta la compra de la carne, el pescado, los huevos, las especias o el pan del día. En este 2022, estiman que la compra de estos productos supondrá para la entidad un total de 90.200 euros: 18.700 que se va en carne; otros 67.517 en pan y unos 3.939 euros en especias. A estos gastos anuales el comedor le añaden los alquileres de tres locales que tienen para almacenajes: uno cercano al comedor con una gran cámara industrial de congelación y otra de refrigeración; otro más que tienen abierto de lunes a viernes donde ofrecen a sus usuarios ropa y calzado de segunda mano, aunque todo lo que cuelgan en sus perchas son prendas limpias, lavadas, planchadas y en buen estado; y un tercero que han alquilado recientemente en Martínez de la Rosa para ofrecer durante el curso clases extraescolares a pequeños con bajo rendimiento escolar (con la ayuda de los voluntarios de Fundación La Caixa).
Además, tienen un cuarto local en cesión indefinida por un particular para guardar aquellos enseres que provienen de donaciones y que las familias demandan: cunas, carritos, sillas de ruedas u otro tipo de material ortopédico.
Emilio Gómez relata que a estos gastos hay que añadirle también los sueldos de sus tres trabajadores (jefe de cocina, de almacén y conductor), los gastos de luz, agua, gas, teléfono y combustible, el material de limpieza o la adquisición de menaje de cocina. En total, más de 250.400 euros.
Paqui Reina, la secretaria, relata que no les salen las cuentas: la subvención de la Junta de Andalucía (que estiman que llegará en enero) es de 91.000 euros, pero para poder mantener el comedor abierto la junta directiva pide préstamos a distintas entidades bancarias poniendo como aval bienes propios. Actualmente, relatan que su deuda en dos préstamos que tienen aprobados es de 87.000 euros, por lo que esa ayuda les servirá para pagarlos y, cuando empiece el año, comenzar de cero 'a pulmón'. Pero apuntan que cada vez se hace más cuesta arriba esta coyuntura y si su situación no mejora se verán obligados a cerrar en enero de 2023: «Nos da mucha pena acabar así con esto, pero estamos ahogados. Hace dos semanas nos lo planteamos, pero pensamos qué va a ser de estas personas. No podemos seguir esperando la providencia, estamos cansados, y en esta labor nos debería ayudar al 100% las administraciones públicas», reconocen.
Para acabar con esta espiral necesitan más socios que pueden aportar mensualmente cualquier cantidad, algo que le proporcionaría a la entidad una seguridad económica. Agustín, el cocinero más veterano del comedor, explica que perder «el legado de Emilio» sería una pena, pero entiende que tras seis años de trabajo sin descanso esta labor es demasiado dura: «Las personas que vienen, además de tener problemas económicos, tienen problemas de soledad, y no se las puede dejar a su suerte», cuenta.
En la actualidad, Yo Soy Tú atiende a una población menor que ronda los 500 pequeños; 1.558 mujeres y hombres de entre 18 y 64 años y 117 de más de 65 años. Además, 200 de ellos son refugiados ucranianos que han llegado a este espacio mediante la entidad Maydan: «Estamos muy cerca de estas personas, y eso tienes sus ventajas y sus inconvenientes. Cuando viene una familia con dos niños, con toda su documentación para que les podamos atender, cómo les vamos a decir que no. Pero ya no podemos más, hemos llegado nuestro tope», explican con esperanza en que su situación torne en mejoría antes de que acabe el año.
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