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El exseleccionador de baloncesto Javier Imbroda ofreció ayer en la I Gala de Acción Solidaria –organizada por SUR con la colaboración de la Obra Social La Caixa– la conferencia inaugural, en la que habló sobre solidaridad, voluntariado y sobre su historia personal, y de cómo todo eso le llevó a crear la fundación que lleva su nombre, que atiende en Málaga a un centenar de niños en riesgo de exclusión social a través del deportes, desde el Polideportivo Forus Trinidad.
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Imbroda empezó hablando sobre sus padres, que fueron para él un ejemplo. «Siempre he tenido la vocación de echar una mano dentro de mis posibilidades», afirmó. «En mi casa, yo veía a mis padres ayudar y no sabía cómo lo hacían, porque de donde no había, ellos sacaban», recordó. Y como ejemplo expuso una anécdota familiar. «Mi padre se encontró una vez a un chico musulmán pidiendo en la calle, y se lo trajo a casa y se quedó allí un año entero», relató.
Por todas estas vivencias, cuando tuvo un poco más de tiempo, empezó a pensar en cómo podía ayudar. Y así nació la Fundación Javier Imbroda, con la que pretende darles a niños en riesgo de exclusión «un espacio de normalidad». «Se dice mucho eso de que el deporte saca a los niños de la calle, pero en muchos casos de donde hay que sacarlos es de sus casas, porque es allí donde viven los conflictos», lamentó.
Pero tiene clara la filosofía que debe haber en su fundación. «Aquí les decimos a los padres que esto no es una guardería, que si vienen porque les damos camisetas y la merienda a los niños, se equivocan; este es un espacio para que los niños se superen», aseguró.
En este sentido, dijo que no elegimos dónde nacemos, que muchos niños tienen la mala suerte de no tener un ambiente bueno. «Pero no queremos generar ciudadanos receptores de ayudas ni que se instalen en la pena. Yo me rebelo contra eso; queremos que los niños tengan una mentalidad de superación; yo les digo que les vamos a ayudar, pero que ellos se van a superar», afirmó.
En los años que lleva con la fundación –que nació en 2014– Imbroda dice haber aprendido mucho de las asociaciones y asegura que ha conocido a gente extraordinaria. «Mucha de ella está aquí», dijo en referencia a los asistentes a la gala, gerentes y voluntarios de las entidades sociales. «Los voluntarios son auténticos ejemplos de vida y nunca habrá suficiente reconocimiento por ese trabajo, pero siempre queda la satisfacción propia», opinó.
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