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La primera casa a la que se llamó Cottolengo se fundó en los suburbios de Turín en el año 1832. Se llamaba la Piccola Casa della Divina Provvidenza. Pero se quedó con el nombre de Cottolengo por el párroco que la puso en pie, Giuseppe Benedetto Cottolengo, un sacerdote italiano que vio la necesidad de crear un lugar «para ayudar a personas muy enfermas y pobres que morían en soledad y con mucho dolor», según explica Patricio Fuentes, director del Cottolengo de Málaga. Además, señala, su fundador confiaba por completo en la providencia, es decir, que no pedía dinero para mantener la institución, sino que confiaba en que su labor llamase a la bondad de la gente y los donativos llegasen solos... «Así fue y así sigue siendo», afirma Patricio Fuentes. Por eso, se llama Cottolengo a todos los centros de carácter religioso que atienden a personas pobres y enfermas y que se mantienen de dicha providencia.
En España, el jesuita Padre Alegre conoció la obra de Cottolengo y sembró la semilla de una red de centros similares, en el que colaboraban distintas órdenes religiosas. Aunque falleció poco antes de ver abierto el primer centro, su obra continúa hasta hoy. El más importante está en Barcelona, pero los Cottolengos del Padre Alegre han llegado a Portugal y Latinoamérica. Las hermanas del Sagrado Corazón, por su parte, tomaron este modelo del Cottolengo, pero lo adaptaron a su forma de entender la caridad, con casas más pequeñas y familiares que las de la red del Padre Alegre.
El Cottolengo de Málaga, según explica Fuentes, nació en 1965. El Padre Jacobo fue llegó destinado a la iglesia del Santo Ángel, en la barriada del Bulto, junto a las playas de San Andrés y se dio cuenta de la difícil situación en la que vivían las personas de su congregación. Según se explica en la nueva web del Cottolengo, https://casadelsagradocorazon.es, era una zona de chabolas en las que las familias malvivían, a veces resguardándose en vagones de tren abandonados, y había una alta incidencia de poliomelitis entre los niños. El Padre Jacobo fue a buscar a la fundadora de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón, la Madre Rosario Villalonga. «Las hermanas no tenían claro si podían afrontar la apertura de una nueva casa en Málaga porque tenían ya varias en otras ciudades», explica Fuentes. Pero el Padre Jacobo le dijo «Usted viene y lo ve». «Y cuando la Madre Rosario lo vio con sus propios ojos, ya no pudo negarse», añade Fuentes.
En 2013, fruto de la crisis de vocaciones, las hermanas dejaron el Cottolengo de Málaga para reagruparse en otras casas. Solo una de las religiosas pidió un permiso especial a su orden para quedarse en la que había sido su casa de toda la vida. Y allí sigue la hermana Isabel. Entonces, la Diócesis de Málaga creó la Fundación del Sagrado Corazón para mantener el Cottolengo. En estos cinco años, 200 personas han sido acogidas por la institución, que para todos los malagueños será siempre el Cottolengo.
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