Una jornada familiar para olvidar la guerra

Además, la bandera de Ucrania ondea al viento desde una carpa, suena música del país en un pequeño altavoz a la entrada del espacio de descanso y Cruz Roja despliega una de sus unidades para atender cualquier incidencia. Esta atípica imagen es el resultado de la primera jornada de convivencia de las familias ucranianas acogidas en la provincia, que se hizo realidad gracias al impulso del voluntariado de CaixaBank, la Diputación de Málaga y Maydan, la entidad que moviliza toda la ayuda desde el comienzo de la guerra.

Olena Sampara, la secretaria de esta asociación, contaba con la sonrisa henchida que este evento es una manera muy especial para que las 80 familias asistentes se abstraigan de la rutina y se olviden por unos momentos de su situación: «Para nosotros estar aquí es un honor, han venido durante la mañana muchas familias a darnos las gracias. Y nos sentimos raros, porque trabajamos mucho y desde que comenzó la guerra no estamos acostumbrados a parar. Hoy lo hemos hecho, y fíjate cuál es la situación que nos han ofrecido refrescos los voluntarios de CaixaBank y nos ha sorprendido, no nos atrevemos a pedir nada», comentaba Olena entre risas.

Entre la sombra que ofrecían los árboles de La Noria varias familias ucranianas se sentaban en varias mesas para charlar entre sí. Una de ellas, la de Olesia y Aleksandr, contaba que recordar cómo vinieron hasta Málaga a mitad del mes de marzo es aún para ellos bastante duro: un viaje en tren desde Ucrania hasta Polonia en los primeros días de la guerra y, después, cuatro días de trayecto en autobús hasta Málaga. A ello se le suma que Aleksandr se encuentra en silla de ruedas y que también venían con sus dos hijos pequeños: «Hemos visto que España nos ha recibido con los brazos abiertos, no nos falta de nada y estamos muy agradecidos por ello», contaba Olesia, que es abogada y esteticista en Ucrania.

Al otro lado de la mesa, Olena Sulima, quien trabajaba en su país con refugiados sirios, llegó a Málaga a principios de marzo con sus hijos y una vecina y, para colmo, esta mujer tenía que ser intervenida de urgencia a causa de un cáncer que padece: «Mi familia y yo vivimos en Málaga porque tengo que estar cerca del hospital, pero tenemos mucho contacto con otras familias que viven en pueblos. Nos sentimos muy a gusto y la sanidad española me ha tratado muy bien», reconocía. Desde la perspectiva de la acogida en Málaga, el matrimonio de Alejandro y Amaranta aún esperan a los refugiados ucranianos que acogerán a través de Arrabal-AID y al programa de Fundación 'La Caixa' Familia Necesita Familia: «Cuando vimos el horror de la guerra y que las personas tenían que huir sólo con una mochila ni nos lo pensamos. Llevamos esperando algunos meses y no tenemos noticias aún, pero merecerá la pena», relata este padre de familia. Sus hijos, mientras tanto, ya hacían migas con otros pequeños ucranianos y aprendían palabras en su idioma para que la bienvenida sea mucho más sencilla.

En otro ala de La Noria, los voluntarios de la entidad Paelleros Sin Fronteras preparaban el almuerzo para unas 300 personas: dos grandes paellas que desprendían un olor irresistible estuvieron a punto para las 14.00 horas. Sin duda, el esfuerzo de varios colectivos ha sido el resultado de una jornada sin parangón y muy necesaria para la acogida de las familias, evento que esperan repetir pronto.