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A Vanessa Ruiz no le salen las cuentas. Cobra 1.050 euros al mes trabajando como limpiadora en el Aeropuerto de Málaga, desde las 6.30 hasta las 13.30 horas: «Yo me levanto a las cinco de la mañana desmotivada, porque aunque trabaje sé ... que me va a faltar dinero para vivir, que debo facturas del mes anterior y que aunque me esfuerce no llego», comenta resignada esta malagueña.
Reconoce que recibe ayuda por parte de la Asociación Solidaridad Asistencial en Compañía, más conocida como ASAEC, desde hace unos 10 años, cuando en la anterior crisis acudía a por los alimentos más básicos para sus pequeños. Con la llegada de la pandemia esa relación fue estrechando sus lazos hasta el punto en el que Vanessa es también voluntaria de la entidad, a pesar de que su único día libre es el domingo.
Con la subida de los precios de los bienes de primera necesidad, la luz, el agua, la vivienda y la alimentación, ASAEC ha percibido que hay cada vez más familias que se encuentran en situaciones límite y que incluso trabajando «son cada vez más pobres», en palabras del presidente de la entidad, Antonio Panaque. Por ello, hace un mes comenzaron a elaborar una encuesta que han ido repartiendo por sus usuarios, tanto a los que acuden a su economato municipal como aquellos que recogen alimentos asiduamente en su sede. ¿El resultado tras 20 días de estudio? 2.000 personas como muestra de una realidad social cada vez más asfixiante.
Paneque explica que las conclusiones hasta ahora, aunque pretenden llegar a los 5.000 encuestados y distribuirlo por distinta entidades de más distritos, son alarmantes: «A la pregunta de: '¿Te afecta la inflación?', el 100% ha respondido que sí, y que mucho. Y, además, el 86% ha contestado que ha tenido que modificar sus hábitos de consumo desde que los precios se han disparado», relata Paneque. A esta última afirmación contesta rotunda Vanessa: «Claro, si antes podía comprar medio kilo de patatas, ahora voy por piezas. ¿Y la sandía? Imposible, es que mi hija me pidió sandía el otro día y un cuarto cuesta más de cuatro euros. Esto se ha ido de las manos», cuenta con enfado.
Continuando con la encuesta, desde ASAEC relatan que el 78% de las personas que han contestado son de nacionalidad española y el 22% extranjeros, hilo que toma el presidente de la entidad para explicar «que a España no vienen los inmigrantes a llevarse nada ni a vivir de las ayudas», pues en esta primera fase se ha evidenciado.
Un dato en el que Paneque incide con especial cuidado es la situación laboral de las personas que han respondió al cuestionario. Por este motivo hace hincapié en el siguiente dato: el 68% tiene un trabajo, el 20% no trabaja y el 12% es pensionista. Sin embargo, los porcentajes más alarmantes llegan a continuación: un 42% afirma que no llega a final de mes, un 49% que lo hace con «mucha dificultad» y sólo el 9% puede hacerlo sin trabas (aunque con el apoyo en alimentación de ASAEC): «Esto es inaceptable, porque nos dice que tenemos una población que no tiene garantizados los recursos básicos de subsistencia. El 42% no tiene la capacidad de cubrir sus necesidades más básicas y queremos ampliarlo porque es una situación dramática. No queremos que ese 42% se estanque o cristalice y que se quede en situación de extrema vulnerabilidad, porque si es así ahora que estamos viviendo, entre comillas, un momento de mejoría por la llegada del verano... ¿Qué va a pasar en septiembre?», recalca el presidente.
La protagonista de este reportaje, Vanessa Ruiz, pertenece a este último grupo. El día que se realizó este reportaje, el 21 de junio, esta malagueña que tiene tres hijos adolescentes a su cargo confesaba que sólo le quedaban 10 euros en la cartera para terminar el mes y que la subida imparable de precios están asfixiando a su familia: «Vengo al economato una vez al mes, pero cada dos o tres días tengo que ir a comprar lo básico. Embutidos, zumos o algo dulce para la merienda. Si antes unos cruasanes de chocolate costaban un euro y ahora dos euros y pico... ¿Qué hago? ¿Dejo sin desayunar y sin merendar a mis hijos?», cuenta haciendo un cálculo muy preciso con su sueldo de cada mes: 500 euros para el alquiler, 200 euros para gastos de luz, agua, transporte o teléfono y 300 euros para comer. Esta mujer explica que no puede salirse de ahí, pues no cuenta con ninguna ayuda económica: «Yo no puedo darle dinero a mis hijos para que se vayan a cenar y lo de comprar ropa ni hablamos», recalca.
Sin embargo, cuenta con la ayuda crucial de ASAEC, que funciona como banco de alimentos y distribuidora de los productos frescos del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) y los no perecederos el Fondo de Ayuda Europea para los Más Necesitados (FEAD). Desde hace un año, ASAEC ha distribuido 1.019.511 kilos de productos frescos, como cerezas, pimientos, calabacines, zanahorias, mandarinas, judías, tomate o melón, entre otros, lo que hace más liviano a muchas familias la terrible inflación que azota con mayor crudeza «a los más vulnerables».
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