La psicóloga Sara Olivares, con uno de los menores que atienden en el programa PAMEX. CLAUDIA SAN MARTÍN
Acción Solidaria

La expulsión, una oportunidad para mejorar

El proyecto PAMEX, de la Asociación Cívica para la Prevención, acoge a menores sancionados en sus centros educativos con el fin de mejorar su actitud y sus hábitos

Lunes, 2 de mayo 2022, 00:27

El proyecto PAMEX ya lleva unos 11 años en funcionamiento y desde su puesta en marcha cada curso escolar ha acogido a más de 100 menores que han sido expulsados de sus centros. Esta realidad, que parece ser obviada cuando ocurre y supone una liberación ... para compañeros y algunos docentes, supone para el menor en cuestión un retroceso en su proceso de aprendizaje difícilmente de recuperar.

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Es lícito que una mala conducta o un comportamiento inadecuado deba llevar consigo un castigo, una sanción que ayude al menor a entender lo erróneo de sus hechos. En cambio, si esto se realiza sin supervisión o dejando al menor sin su rutina y tomándose unas 'vacaciones' en casa, retomar una normalidad puede ser demasiado complicado. Por ello, la Asociación Cívica para la Prevención (ACP), que nace en Málaga en 1992, se coordina con más de 40 centros educativos de secundaria de Málaga para acoger a los menores expulsados durante el tiempo que dura la sanción. Sin embargo, esta acogida en el Centro Ciudadano Rafael Dávila, por la zona de Carranque, no supone para ellos un tiempo perdido ni de recreo, sino un periodo clave para reconducir al menor y «plantar en ellos una semillita de mejora».

Contando con un equipo multidisciplinar, los profesionales que ponen en marcha el proyecto PAMEX trabajan con los menores desde las 9.30 hasta las 13.30 horas de lunes a viernes, durante la primera hora de la mañana realizando las tareas pendientes del instituto y, más tarde, mediante talleres para desarrollar habilidades sociales de distinta índole.

Sara Olivares, la psicóloga de ACP, explica que los chicos y chicas expulsados están esperando siempre esta última parte de la jornada, pues su «necesidad de hablar» y ser escuchados es imperiosa: «Hablamos de sexualidad, de drogas, de alcohol, del control de impulsos. Tenemos que desmitificar esas creencias que tienen, en muchos casos derivadas de la pornografía o de la publicidad», relata esta profesional. Su compañero Roberto Jurado, el educador social del proyecto, explica que en las salidas culturales o de ocio que realizan cada viernes pueden ver cómo los chicos perciben en casa temas tabúes que necesitan conocer: «Todos necesitan desahogarse y comparten al final una realidad muy similar», apunta.

Una mayoría masculina

Desde que lleva en funcionamiento, el equipo de PAMEX ha notado que la mayor parte de menores expulsados suelen ser chicos, aunque hay una minoría de chicas que en los últimos tiempos va cogiendo fuerza. Rafael Arredondo, el coordinador de proyectos de ACP, relata que en porcentaje suele ser un 80% chicos y un 20% chicas, con una media de edad de 12 años y en su mayoría por acumulación de partes disciplinarios debido a conductas disruptivas en el aula: «En las investigaciones que realizamos durante el curso escolar vimos que las expulsiones son un absentismo encubierto. Además, uno de los grandes problemas que tenemos para atender a más chicos y chicas es, por un lado el espacio, porque tenemos como tope siete menores, y por otro la lejanía», explica este profesional, pues reciben estudiantes de cualquier parte de Málaga. En este sentido, apunta que la gran mayoría suele provenir de centros educativos que se encuentran en barrios con mayor índice de marginalidad, aunque este no es el factor determinante: «También tenemos chicos que vienen desde Cerrado de Calderón, del Colegio León XIII o de Los Olivos. Obviamente no es el volumen de niños que nos puede mandar el IES Juan Ramón Jiménez o el Sagrado Corazón, pero los hay», apostilla Arredondo.

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En la actualidad, tienen todas las plazas cubiertas hasta mitad de mayo, por lo que las derivaciones que acojan desde los centros educativos tienen que esperar. Lo curioso es que, junto con junio, mayo suele ser el mes donde más volumen de chicos y chicas expulsados hay, factor que relacionan con la desgana y la sensación de «ya está todo perdido» en este curso escolar.

Otro de los factores que tratan en ese tiempo en el que los chicos están en PAMEX, periodo que varía en función de la expulsión (entre 3 y 29 días), es una alimentación saludable, clave para el rendimiento en el aula. Rafael Arredondo cuenta que un chico que se acuesta sin cenar a las tres de la mañana, al día siguiente puede desayunar una bebida energética e ir a primera hora y no durar en el aula «ni dos minutos». Por este motivo les animan a cambiar su alimentación y a apuntar lo que han desayunado en una especie de carnet para llevar un seguimiento y notar su mejoría.

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Algunos de los chicos que están actualmente en este proyecto explican que para ellos el PAMEX «es un castigo», pues su conducta en el aula no ha sido la mejor en el último año. Carlos, de 16 años, por ejemplo, cuenta que es su segunda vez en este recurso y que espera que sea «la última»: «Me lo paso bien, pero esto es un castigo para que nos demos cuenta de lo que hemos hecho. Estoy viendo que tengo que cambiar mi actitud, porque no me gusta, quiero cambiar mi comportamiento y las faltas de respeto», se sincera el menor, quien espera que PAMEX le dé una segunda o tercera oportunidad para conseguir un propósito real: ser un mejor estudiante.

Desde PAMEX animan a los menores a mejorar su alimentación y a desayunar de forma saludable. claudia san martín
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