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CLAUDIA SAN MARTÍN

El economato, un alivio en tiempos de inflación

La entidad Animación Malacitana atiende a unas 200 familias en este espacio, que gestiona con el apoyo del Ayuntamiento de Málaga

Lunes, 1 de agosto 2022, 00:05

Hay una realidad tras los economatos que sólo quienes trabajan en ellos son capaces de ver: familias que tienen un sueldo de 1.000 o 1.200 euros son susceptibles de necesitar esta ayuda. La subida de los precios ha sido devastadora para muchas personas que subsistían como mileuristas, «pero a veces ni trabajando a uno le queda dinero para hacer la compra»: «Si hay que pagar, piso, luz, agua e internet... ¿Qué pasa con la comida, ahora que ha subido tanto? Es que los macarrones, por ejemplo, han subido un 50% y eso es insostenible», relata el coordinador del voluntariado en la entidad Animación Malacitana, Daniel Fernández.

Esta realidad aplastante coincide con el testimonio de muchas de esas familias que atiende esta asociación, y que extiende su ayuda a través de un economato social y el reparto mensual de alimentos en los distritos de Palma Palmilla y Campanillas. Desde el año 1987, cuando un grupo de personas se reunieron para echar una mano a las familias más desfavorecidas de sus barrios, la asociación ha ido ganando terreno y, por desgracia, usuarios que necesitan esa mano amiga. Una de ellas, que lleva tan sólo tres meses asistiendo al economato '25 mujeres' que financia el Ayuntamiento de Málaga, es María, una mujer de 50 años que sigue sonriéndole a la vida a pesar de los duros golpes que ha recibido.

Dos de sus tres hijos padecen displasia ectodérmica, una enfermedad genética poco frecuente (se considera enfermedad rara) que hace que los pequeños nazcan con dientes anómalos, poca densidad capilar y carezcan de sudoración por la ausencia de glándulas sudoríparas. Por ello, son intolerantes al calor y pueden sufrir graves episodios que los llevarían a un coma e, incluso, a la muerte. Su hija, en cambio, fue diagnosticada con trastorno bipolar, lo que hace que el día a día de esta familia sea medido, controlado y realmente difícil.

Personas dependientes

Hace tres años, María ingresó en la cárcel, un acontecimiento que aún no se perdona: «Por hacerle un bien a ellos destruí mi casa, pasaron mucho por mi culpa y eso no me lo perdonaré. Tenía una pareja que no le valía para nada a mis hijos, y si no le vale a ellos no me vale para mí. Me han puesto la pulsera telemática porque estoy enferma. Pasé el Covid, estuve dos meses intubada y tengo muchas secuelas», explica esta mujer con lágrimas en los ojos, aunque la ayuda de Animación Malacitana y el área de Derechos Sociales hace que su día a día sea más liviano.

Sin embargo, reconoce que no es suficiente para alimentar a sus hijos y nietos: «Me suelo llevar zumos y algo para la merienda para ellos; pañales, toallitas y potitos, pero es verano, hace mucho calor y los niños beben y comen mucho más porque están en la casa. Cuando vas a echar mano de nuevo de los zumos ya no tienes y un paquete cuesta un euro y medio».

«Yo me llevo lo imprescindible para ellos, porque los mayores podemos aguantarnos si no hay de algo, pero ellos no, ellos no se merecen pasar por estas situaciones», recalca la mujer. «Los pobres estamos ya en la miseria, pero no poder darle de comer a tus hijos es lo más triste del mundo. Por eso se suicida tanta gente, tener una fila de niños que te piden un zumo y no poder dárselo... Eso no debería pasarlo nadie».

Aunque sus hijos reciben una prestación por su enfermedad al no poder trabajar, a la familia se le hace muy cuesta arriba comprar todo lo necesario para subsistir. Por este motivo, desde Animación Malacitana piden al consistorio que aumente la inversión para cada núcleo familiar. Actualmente, son 45 euros, y ya llegan a las 200 familias atendidas mensualmente, pero Fernández explica que con la subida de los costes se les hace cada vez más difícil: «Estamos intentando aguantar los precios para que no afecte mucho a las familias, pero si antes se llevaban 20 productos, ahora se llevan 13», relata. El 75% del coste de cada producto lo sufraga el Ayuntamiento, y el restante la persona usuaria. La compra de Manuela, por ejemplo, llegó a los 20 euros, aunque sólo puede coger un producto de las más de 90 referencias que tienen en sus estanterías: «Tenemos que ir a comprar cada dos o tres días porque tenemos que tener 200 productos de cada y es mucho trabajo», explica Tabita Heredia, la secretaria de la entidad.

Como ella, quienes gestionan el economato son vecinos jóvenes de la zona que quieren contribuir con su comunidad. Como Juanma y Jonathan, los encargados de cobrar a las familias y llevar el recuento de alimentos comprados y de quiénes asisten a recogerlos. Además del economato, Animación Malacitana reparte los productos del Fondo de Ayuda Europeo para las Personas más Desfavorecidas, y los del Fondo Español de Garantía Agraria, que les llegan a través de la entidad ASAEC.

En total, la asociación atiende a unas 600 familias, muchas de ellas que han llegado con la crisis del Covid y que antes eran «clase media»: «Hay albañiles, camareros, comerciales... Hay nuevos pobres y los pobres lo son cada vez más», advierten... Con la esperanza puesta en que la situación mejore.

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