José María Ramos lleva 18 años trabajando como voluntario en Bancosol: de martes a viernes este malagueño jubilado emplea su tiempo libre en los almacenes de la gran nave industrial de esta entidad en el polígono industrial de Trévenez. Antiguo trabajador de Colema, Ramos llega ... cada jornada a las ocho de la mañana y vuelve a su casa a eso de la una del mediodía tras organizar los repartos para las asociaciones y distribuir los kilos que toquen esa jornada: «Los jubilados tenemos mucho tiempo libre y a mí eso de estar jugando al dominó o bebiendo no me gusta. Mi familia dice que mientras esté bien que siga, y para mí esto es una válvula de escape», cuenta este hombre a sus 76 años.
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Lo cierto es que tanto tiempo ayudando en el banco de alimentos de Málaga le ha dado perspectiva para analizar cómo ha cambiado la situación desde los comienzos. Al principio trabajaban con muy pocas entidades, la mayoría de ellas de religiosas, y los repartos eran mucho más pequeños. Sin embargo, cuenta que desde hace aproximadamente una década el trajín de Bancosol «se ha desmadrado»: Actualmente atienden a 50.290 personas de la provincia de Málaga a través de 171 entidades sociales; de ese número, 15.324 son niños y niñas menores de edad.
Para José María Ramos la situación actual está poniendo a las familias en el límite, y durante demasiado tiempo. Cuenta que lo que se vivió en Bancosol en la anterior crisis «no tiene ni punto de comparación con lo de ahora», pues la incertidumbre es mucho mayor en un contexto de guerra en Europa: «El perfil de las familias ha cambiado mucho, hay gente que tiene un trabajo y se tiene que poner en la cola para recibir alimentos. Y los productos cada vez suben más y más. Nosotros tenemos que comprar menos, si antes un litro de leche costaba 0,50 euros ahora lo tenemos a 0,70. Esperemos que esto llegue a un término, no puede seguir así», reclama.
María Victoria Ruiz, vicepresidenta de Bancosol, explica que han notado una leve subida en esos productos que compran en origen y que tienen que adquirir cada poco tiempo, como los lácteos. Sin embargo, cuenta que las empresas distribuidoras están siendo muy benevolentes con la entidad al saber a dónde van destinados estos alimentos: «Nosotros no podemos tener mucha cantidad de leche almacenada porque este producto tiene una caducidad muy corta, pero sí que hemos visto en poco tiempo esa repercusión de la subida de los precios. Aunque no podemos quejarnos, las empresas se están portando muy bien con nosotros», explica.
En su planificación anual con aquellas donaciones que reciben de sus campañas hacen hincapié en que cada euro que llega se destina a la compra de alimentos, un máximo de transparencia que nunca dejan de lado. No obstante, la planificación económica anual de Bancosol cada vez se pone más difícil. El más de un millón de euros que obtuvieron para comprar alimentos durante la Gran Recogida (que este año será a finales de noviembre) les sirve para poder abastecerse de todos esos productos que no llegan en el Fondo de Ayuda Europea para los Más Necesitados (FEAD), en el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) o para comprar los alimentos que solicitan expresamente las entidades: «Todo el dinero que entra de las campañas sale en la compra de alimentos, y además alimentos para personas que viven en la provincia de Málaga. Pero si hacemos un plan de gastos para la gasolina y ésta se dispara, se nos queda cojo todo. Menos mal que nos anticipamos a la subida de la electricidad, pues tenemos placas solares y un porcentaje alto de la energía que gastamos proviene de ahí», espeta la vicepresidenta.
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En este sentido, el banco de alimentos ha de estar anticipado en más vertientes. Por ello, analizan toda la información que recaban gracias a las empresas, multinacionales, entidades financieras y de las mismas asociaciones con las que trabajan, y su conclusión general es que «se va a producir una pérdida importante de empleo este año»: «En verano hay muchos empleos estacionales. Antes, las familias que trabajaban en sectores como el de la hostelería venían en octubre o noviembre pidiendo ayuda a las asociaciones. Ahora no, han llegado antes de lo previsto a pedir ayuda y nosotros ya estamos en ello. Tenemos que estar muy anticipados, no podemos esperar a que ocurran las cosas, si no llegamos tarde», cuentan. Por ello desde el 7 de septiembre ya distribuyen 150.000 kilos de alimentos y entre octubre y noviembre también repartirán 1.800.000 kilos provenientes del FEAD.
En su área de inclusión laboral también están preparados para lo que pueda venir tras la temporada estival y sus datos del primer semestre son alentadores. Han logrado encontrar empleo para 138 personas, de ese número un 79% eran mujeres y el 21% hombres. Además, han atendido en las acciones formativas 263 personas y en sus talleres a 269. Su mensaje también es positivo en este sentido: nunca dejarán de lado a las familias y siempre serán ese pilar necesario sin el que las asociaciones no podrían seguir.
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