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María Valadez tenía 25 años cuando le detectaron un tumor cerebral. Ella vivía en Estepona y en esas fechas se fue a vivir a Casares y pasó «lo que es vivir en una zona rural donde no hay recursos». Y con un diagnóstico médico poco ... favorable: «Según ellos iba a perder mi ojo para siempre e iba a tener un deterioro cognitivo sin remedio», confiesa María Valadez mientras cuenta su historia a este periódico. «Decidí comenzar a realizar proyectos para también trabajar con personas y estimular la memoria, me costó mucho la rehabilitación, estudié mucho para poder avanzar», recuerda.
Ella era enfermera y el diagnóstico iba acompañado de un «ya no vas a trabajar más». Eso le derrumbó. Al final todo su proceso de recuperación hecho de forma totalmente autodidacta le llevó a pensar que quería poner una solución a esa falta de recursos: «Si para mí con 25 años no había, imagina las personas mayores o con discapacidad. La rehabilitación es muy escasa y costosa y viviendo en pueblos más aún porque tienes que trasladarte a los hospitales de las ciudades», lamenta María Valadez. La solución que puso fue la Asociación Botika, en la que aún sigue al frente desde 2014.
Comprometidos a mejorar la calidad de vida de todas las personas en el entorno rural, ese es el objetivo de esta asociación que tiene su centro social en Casares (Calle Carrera, 128). Desde allí atienden a alrededor de 60 personas que acuden cada día para recibir diferentes tipo de atención: estimulación cognitiva, neuropsicología, psicoterapia, sensibilización, inserción social y neurorehabilitación. Además de dar ese acompañamiento que tanto necesitan los mayores: «Nuestra atención va centrada en personas con daños cerebrales o alguna discapacidad y mayores con demencia, parkinson, alzheimer... Aunque también trabajamos con niños con necesidades físicas y especiales, trabajamos con ellos tanto de forma grupal como individualizada», detalla la presidenta de la asociación.
Hace unos meses recibieron una buena noticia que les dio un chute de energía para seguir con su trabajo diario: fueron una de las ocho causas elegidas para ser beneficiarias del Festival Soles de Málaga de Fundación El Pimpi. Lo recaudado durante este evento (la anterior edición fueron 170.000 euros) se reparte entre las asociaciones elegidas para que lleven a cabo proyectos innovadores en sus centros. Además, Fundación 'la Caixa' ya entregó como adelanto un cheque de 50.000 euros para que se fuesen desarrollando los proyectos elegidos. En Asociación Botika ya están con él en marcha y, bajo el nombre 'Tecnología rural', este programa nace para enseñar las nuevas herramientas de un mundo que es desconocido para muchos de los mayores que acuden a la asociación.
«Trabajamos la estimulación de manera digital, tanto la cognitiva como la funcional. En este programa utilizan los móviles y les enseñamos a pedir cita médica, consultar las cuentas en el banco, hacer videollamadas o llamar a las familias. Desde el mes de noviembre cuando nos anunciaron la selección en Soles de Málaga lo tenemos en marcha y la novedad ahora es que vamos a abrir esta actividad no sólo para los usuarios del centro, sino para que todo el pueblo y alrededores puedan beneficiarse de esto y aprender a defenderse con las nuevas tecnologías», explica María Valadez.
A la realidad del diagnóstico de un tumor cerebral la fuerza le siguió la valentía y superación de María Valadez. Luego la necesidad de recursos médicos en las zonas rurales hizo el resto: Asociación Botika existe y gracias a ella una gran ayuda a mayores y niños.
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