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En el Museo Carmen Thyssen todo está preparado para atender al grupo de visitantes de la mañana. Esta vez se trata de miembros de la asociación Afesol de Benalmádena, que participan dentro del programa que desde hace tres cursos realiza la pinacoteca de forma específica con personas con alguna enfermedad mental. La educadora Belén Brasa les recibe con una misteriosa caja. Está llena de espejos de mano que servirán «de material de investigación» dentro de un particular 'Laboratorio de emociones'. El objetivo, según explica Brasa, es analizar algunos de los cuadros que pueden verse en la colección para comprobar qué sensación provoca en el espectador.
La primera obra a la que se enfrentan es 'Baile de gitanos en los jardines del Alcázar delante del pabellón de Carlos V', pintado en 1851 por Alfred Dehodencq. «Están todos contentos». «Es una fiesta», coinciden varios de ellos. «Ese de ahí tiene cara de enamorado», aprecia alguien. En una esquina, Gema, una de las componentes del grupo, mira con recelo. No ha querido coger el espejo y ha reusado participar en los comentarios de los cuadros. «Hay que dejar a cada uno su tiempo y nunca forzar a nadie; aquí no hay respuestas correctas o incorrectas, solo animamos a expresar lo que se siente», dice Brasa, quien señala que estas visitas son para muchas de estas personas una ocasión muy especial por ser el primer contacto que tiene con un museo. «Aunque también vienen grupos, sobre todo de inmigrantes o refugiados, donde hay gente que entiende de arte y aportan sus conocimientos al encuentro. Cada grupo ofrece una mirada nueva», afirma.
Al igual que el Museo Thyssen, otras grandes pinacotecas de la capital han apostado por programas educativos orientados a colectivos vulnerables. Menores en riesgo de exclusión social, mujeres víctimas de violencia de género, grupos de centros penitenciarios, inmigrantes o refugiados son algunos de los grupos con los que se programan estas actividades, que normalmente terminan con talleres creativos para animar a la participación. En total, el Museo Picasso, Museo Carmen Thyssen, Centro de Arte Contemporáneo (CAC Málaga), Colección del Museo Ruso, Centre Pompidou y Casa Natal realizaron el pasado año casi 5.000 atenciones en este área de trabajo. No se trata de visitas guiadas sin más, sino de abrir a través del arte una puerta a la inclusión social.
Así lo explica María José Valverde, responsable de Educación del Museo Picasso. «Dentro de la labor pedagógica de la pinacoteca, desde el año 2004 iniciamos un programa para personas con diversidad funcional y en situaciones de especial vulnerabilidad que ha ido creciendo con los años hasta convertirse incluso una de las áreas en una investigación sobre cómo ayuda el arte a jóvenes en riesgo provenientes de centros de mejores a desarrollar habilidades de inteligencia emocional», explica. Se trata, afirma, de abrir el museo a toda la sociedad, y en el caso de estos colectivos, que se convierta en «un espacio de ocio y aprendizaje complementario a las actividades cotidianas que realizan en sus asociaciones». Solo el Museo Picasso atendió a 1.481 visitantes en sus actividades de accesibilidad en 2017, en las que cuenta con la colaboración de la Obra Social 'la Caixa'.
El Museo Picasso dio hace cuatro años un paso más dentro de sus actividades de accesibilidad creando una plataforma específica para aglutinar todas las experiencias de inclusión social que se realizan en los museos españoles, así como las actividades que realizan otros organismos con este fin utilizando el arte como base. Así nació www.másmuseopicasso.org, que cuenta ya con más de 80 proyectos de esta índole realizados por pinacotecas, instituciones privadas o colectivos, y que está abierta a que cualquier entidad pueda presentar sus propuestas.
«A raíz de nuestros programas específicos para colectivos con diversidad funcional o con especial vulnerabilidad, nos dimos cuenta de que faltaba algo, un punto de encuentro de todo lo que se estaba haciendo desde el arte y la creatividad para la inclusión social», señala María José Valverde, responsable de Educación del Museo Picasso. Esta plataforma no solo aglutina proyectos actuales, sino que indaga en otros que se hicieron en los últimos 20 años. Además, la plataforma incluye entrevistas en vídeo de expertos sobre la materia para que puedan ser consultadas. Una iniciativa que se suma al seminario anual que organiza el Museo Picasso sobre 'Arte e inclusión social, que el pasado mes de diciembre cumplió su séptima edición y que trató en esta ocasión sobre 'Mujeres, cultura y vulnerabilidad'.
Aunque los museos trabajan con estos colectivos como con cualquier otro grupo, las visitas y talleres se van adaptando a las necesidades que presentan. Por ejemplo, en el Museo Picasso realizan una actividad específica para personas invidentes o en el CAC Málaga –que el pasado año recibió a 665 visitantes en riesgo de exclusión social– centran las visitas de víctimas de violencia de género en obras de mujeres.
La Casa Natal de Picasso, dentro de su programa de diversidad e integración –también con la colaboración de La Caixa dentro de su propósito de acercar el arte a todos–, cuentan con un proyecto de Arteterapia y con otra actividad que lleva la figura de Picasso con charlas y talleres a hospitales y residencias. Por su parte, la Colección del Museo Ruso, realiza una actividad específica para mujeres víctimas de la violencia de género, mientras que el Centre Pompidou ha realizado propuestas específicas con entidades como Cruz Roja, Málaga Acoge, entidades que trabajan con los refugiados o grupos con problemas de salud mental.
En el Museo Carmen Thyssen, Belén Brasa termina el 'Laboratorio de emociones' elaborando con el grupo de Afesol y gran mural en el que representar los estados anímicos a través del color. Al acabar, Gema, la mujer que llegó al museo a regañadientes, abraza a la educadora Belén Brasa y le da las gracias por la visita. Noelia Serrano, la monitora de Afesol muestra su sorpresa: «Ella no tiene contacto físico con nadie, lo esquiva», dice. «Es el poder del arte y de las emociones», destaca.
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