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Hay una gran familia en Málaga que cocina de forma altruista más de 700 platos diarios, un reto que supera satisfactoriamente cada día. Los que pertenecen a ella preparan con cariño un primero contundente, un segundo más ligero y un postre refrescante que ofrecen a ... otros miembros externos que también forman parte esa comunidad.
El comedor social Emaús, con sede en Torremolinos, Vélez-Málaga y Estepona es la entidad encargada de suministrar de lunes a sábado ese almuerzo necesario para muchas personas que viven un momento delicado en sus vidas: familias enteras en situación de vulnerabilidad social, ancianos, personas sin hogar e incluso, recientemente, refugiados ucranianos que llegaron a Estepona de la mano de la entidad Prosvita.
Esta nueva asociación, que antes del conflicto era una tienda de alimentación de productos ucranianos, decidió parar su actividad comercial para volcarse con la ayuda a su país y, de este modo, atender a esas personas que huían despavoridas de la guerra. Cuando Emaús y Prosvita se conocen en el Ayuntamiento de Torremolinos el Día de Andalucía, la conexión y la amistad surge enseguida para no dejar a ninguna familia desamparada.
Por ello, Ildefonso Abril, el director de Emaús, explica que actualmente atienden a más de 130 personas del país en guerra, aunque desde Prosvita reconocen que han llegado al municipio unas 220 familias, compuestas en su mayoría por madres, pequeños y personas mayores. Lo cierto es que todas ellas pasan antes por el área de Bienestar Social del lugar en el que se encuentren, con el fin de que sean asesorados y orientados en materia de residencia, trabajo, escolarización...
Volviendo a la actividad de Emaús, esta entidad que lleva funcionando desde el año 1997, nació con el objetivo de ayudar a personas drogodependientes, aunque después su rango de actuación fue extendiéndose hasta llegar a cualquier colectivo social que se encuentre en situación de vulnerabilidad y que no tengan esa necesidad tan básica cubierta, como es la alimentación. La jornada en los tres comedores comienza a partir de las ocho de la mañana, momento en el que se encienden los fogones y se comienza a cocinar el plato del día. Algunas de las cocineras más veteranas de la entidad, como Carmen Guerra, cuentan que los primeros siempre suelen ser comidas contundentes, como potajes, pucheros, arroces o pasta, y que se acompañan de un segundo mucho más ligero. Eso sí, siempre se suele añadir un postre (normalmente fruta) y algún tentempié frío para la tarde o la noche (como bocadillos).
La mañana que se realizó este reportaje, por ejemplo, tocaba lentejas y tomate picado con boquerones fritos, un menú que establecen cada semana, pero que puede modificarse si reciben la llamada de una donación de productos frescos, como carnes, pastas o pescados. Esas llamadas suelen proceder en su mayoría desde Bancosol, entidad que respalda su actividad desde hace años. Cada miércoles, encargados de los comedores sociales acuden a la sede de este banco de alimentos a recoger aquello que donarán en la misma semana: productos no perecederos, perecederos y los frescos.
Desde luego, esta es una novedad a la que tuvieron que adaptarse cuando llegó la pandemia, pues las mesas en los comedores se retiraron para evitar contagios y comenzó a fraguarse su nueva metodología que perdura hasta el día de hoy: depositar la comida en tuppers de un sólo uso que más tarde se termo sellan y se entregan a las personas que acuden, junto con otros alimentos que donan diariamente. Dentro del almacén de Emaús los productos que tienen en su estantería acaban de llegar y no se quedarán mucho tiempo más en ese espacio, pues su objetivo es entregarlos a las familias llevando un control de ello: «Lo que intentamos es que el artículo sea para todos, no para unos sí y para otros no. Si damos leche, por ejemplo, no lo damos si no hay suficiente, o intentamos esperar. Cacao en polvo, aceite... Intentamos ayudar un poco en el día a día de la economía doméstica», explica.
En este sentido, y con mayor razón de peso por la acogida de los refugiados ucranianos, desde Fundación 'La Caixa' y CaixaBank pusieron en marcha su tercera campaña 'Ningún Hogar Sin Alimentos', proyecto que en Málaga llevan de la mano con Bancosol. Debido a la guerra en Ucrania y a la inflación reconocen que durante estos meses prevén un repunte del 20% de personas que durante este año 2022 necesitarán el apoyo de comedores como Emaús. En la página web caixabank.es explican dónde se invierte cada donación y cómo los bancos de alimentos convierten 10 euros en dos kilos de pasta, dos kilos de conservas, un kilo de arroz, un litro de aceite y un litro de leche, por ejemplo..
Por esta causa, desde Emaús llaman a la solidaridad y a la empatía, pero sobre todo al compromiso, pues desde esta entidad precisan donaciones, pero también voluntarios que les ayuden en las tareas del día a día. Cuentan que cualquier persona con ganas de ayudar puede hacerlo y no importa las horas que quiera o pueda estar, cualquier momento o hueco del día es válido para poder seguir en la brecha.
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