La mujer de la víctima, ayer, al entrar en el Hospital Clínico para visitarle. :: Álvaro Cabrera
Málaga

«Me habéis traído para curarme y un hombre me ha sacado los ojos»

Una hija del enfermo mental agredido por su compañero de habitación en el Clínico relata la conversación con su padre al recuperar la consciencia

PPLL

Miércoles, 6 de febrero 2013, 09:06

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El teléfono sonó a las cinco de la madrugada, como suenan las llamadas que no traen buenas noticias. Era del hospital. «Solo nos dijeron que se había dado un golpe en la cabeza y que estaba grave, así que salimos todos corriendo», cuenta Alba, la hija mayor. Al llegar al Clínico, descubrieron el resto. «Una enfermera le contó a mi hermana que a mi padre le habían sacado los ojos. No nos lo podíamos creer. ¿Cómo puede ocurrir algo así?», añade ella.

Alba es un nombre ficticio, ya que la familia pide conservar el anonimato asegura que nadie les ha explicado claramente lo que pasó la madrugada del domingo en la Unidad de Salud Mental del hospital, donde su padre argelino, de 48 años llevaba internado desde el 26 de diciembre. «Nos dicen que lo sienten mucho y no saben cómo ha podido ocurrir, pero cada uno da una versión diferente», se queja la hija.

Lo ingresaron por una crisis en la esquizofrenia de la que está en tratamiento desde hace más de una década. «Cogió una depresión por la muerte de su madre poco después de que naciera mi hermano pequeño el menor de seis, que cumplió 14 años el día del suceso. Aún no le hemos dicho nada de lo que ha pasado», aclara la joven. Decidieron llevar a su padre al hospital porque empezó a hablar solo, «para que no le diera un shock», añade ella. «Mi madre se siente culpable. Dice que no podía imaginar que iba a ocurrir esto; de lo contrario lo habría dejado en casa».

El lunes, apenas 24 horas después de la agresión, le retiraron la respiración asistida y recuperó la consciencia. Su hija relata: «Lo primero que nos pidió es que le quitáramos lo que llevaba en los ojos. Luego afirmó: Me los han sacado. Mi madre le contestó que solo se los habían arañado, pero él sabe lo que le ha pasado. Fue consciente de todo, se acuerda de lo que le ha ocurrido. Dijo: Me habéis traído para que me cure y un hombre me ha sacado los ojos. Yo chillaba guardia, guardia, pero nadie me oía».

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«Es imposible que lo ataran»

El sábado por la noche, sobre las dos de la madrugada, su compañero de habitación, un enfermo psicótico de nacionalidad ecuatoriana, joven y corpulento, se abalanzó sobre él y le causó «gravísimas» lesiones en las órbitas oculares. El hospital sostiene que tanto la víctima como el agresor se encontraban atados y que las sujeciones están homologadas. La familia no se lo cree. «Es imposible que esa persona se pueda quitar las cuerdas», apostilla Alba. «Mi padre sí estaba amarrado prosigue, y por eso no se pudo defender». Tampoco entiende que nadie se percatara de lo que estaba sucediendo: «Se siente impotente de que nadie lo escuchara, porque a él le duele la garganta de tanto chillar. No nos explicamos dónde estaban los médicos, los enfermeros y los guardias, que deberían pasar cada 5 minutos. A mi padre le han arrancado los ojos y nadie lo oyó. Esto es impresionante. Lloramos de día y de noche de pensar el dolor que ha debido de sentir».

No hay posibilidad de que recupere la visión. «Ya no va a ver nada nunca más», se lamenta Alba. «Si hubiera salvado un ojo, al menos podría distinguir al que es bueno del que es malo, al que se le acerca con buenas intenciones del que no las tiene». La conversación en la UCI solo duró unos minutos. Acababa de recuperar la consciencia y no querían que se alterara. Él se quedó callado unos segundos. Luego, dijo: «Hamdulillah». Que sea lo que Dios quiera.

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