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MIGUEL NIETO
Jueves, 7 de octubre 2010, 15:34
Gozoso, agradecido, halagado, hoy recibe el doctor 'honoris causa' por la Universidad de Málaga, una tierra que aprecia y frecuenta desde hace más de dos décadas. Tras foguearse con el desparpajo habitual en la rueda de prensa, disfrutaba ayer tarde en la terraza del Málaga Palacio, mientras posaba entre gaviotas pizpiretas, de una vista soberbia. Málaga desde la cumbre, en estado puro, un día bonancible donde, ya iba siendo hora, recuperamos las mangas de camisa. En realidad, pocos lo saben, Mario Vargas Llosa se llama realmente Jorge Pedro Mario: Jorge por uno de sus tios, Pedro por su abuelo y Mario porque «cuando mi madre estaba esperándome vio una representación de la Tosca de Rossini y quedó impresionada con el protagonista; debo mi nombre a la ópera». Premio Cervantes, Príncipe de Asturias, Planeta, académico de la Lengua, galardonado hasta la extenuación, hoy recibe su merecido homenaje en Málaga, un pago que adora.
Le he rastreado y, con la de hoy en Málaga, lleva 33 'honoris causa', un poco abusón ¿no?.
¿ Tantos ya? Me siento abrumado pero trataré de estar a la altura (ríe sorprendido)
¿No le apabullan tantos reconocimientos?
Igual hay un malentendido bienintencionado detrás, pero los acepto, agradecido, sobre todo como un gran estímulo en mi trabajo.
El más dulce, quizá, fue cuando le regalaron su peso en miel de la Alcarria, pero ¿el más entrañable??
Todos (carcajada) son muy satisfactorios porque el trabajo de escritor es muy solitario, te encierras con tus fantasmas y nunca sabes lo que va a ocurrir realmente con lo que has emprendido. Este tipo de gestos son estimulantes. Sacas la impresión de que el esfuerzo, el empeño que has puesto en tu trabajo, algún eco ha dejado.
¿El Nobel puede esperar?
Yo no pienso en el Nobel y tengo casi la seguridad de que es un premio que nunca recibiré.
¿De mayor querría ser escritor?
Creo que quise ser escritor siempre, incluso cuando no me imaginaba que me podría dedicar sólo a escribir. Para mí la lectura fue algo algo tan fascinante, que me enriquecía tanto la vida que, sin darme cuenta, ya pensaba que lo mejor que le podía pasar a uno en su existencia era ser contador de historias.
¿Y pintor?
Me gustaba mucho pero nunca tuve el más mínimo talento. Sin embargo, siempre la he admirado mucho y, probablemente, después de la literatura, es lo que más he apreciado.
Prefiere la pluma
Escribir: ¿catarsis para expulsar los demonios?
Sí, es una manera de liberarse de ciertas angustias, fantasmas o problemas con los cuáles la vida sería un puro tormento. Ahora, lo que es interesante es que cuando la literatura tiene éxito enriquece la vida de los lectores, es algo generoso y positivo. Pero muchas veces eso nace de la desesperación, del hambre, de la frustración o de pasiones muy negativas como pueden ser el odio y el resentimiento; pero si el resultado es positivo, enriquece la vida, no la empobrece.
¿Mahler o Wagner?
Si tengo que elegir, aunque cuesta mucho trabajo porque cuando se descubre a Wagner quedas deslumbrado por la magnificencia de ese mundo, Mahler sería el elegido. Afortunadamente podemos quedarnos con todos los grandes.
¿Pluma o teclado?
La pluma, sin ninguna duda. No la cambio por nada, ni por el teclado o el pincel.
¿Le tiemblan las piernas en el escenario?
Sí, digamos, que no me tiemblan en la tarima pero inmediatamente antes de entrar sí. La experiencia teatral es la que me ha hecho sentir más pánico en la vida.
¿Hay algo con lo que no se atreva?
Difícilmente, por ejemplo, que me ponga a bailar un ballet (se desternilla), ni moderno ni clásico. El teatro ha sido una audacia que no lamento, que me ha hecho vivir algo que sólo intuía. No creo que pueda jamás describir la experiencia de interpretar en un escenario a otras personas. Es una especie de transubstantación, por utilizar un símil religioso.
¿La literatura refleja las pulsiones de la vida?
Bueno, sí, en su sentido muy amplio incluyendo el sueño y la fantasía que encierra, sí.
¿El mundo es cada vez más banal?
Más complejo, violento y confuso ¿no? Creo que una de las buenas cosas de la literatura es ayudarnos a introducir algo de razón en medio de esa terrible confusión en la que vivimos.
¿Irán terminará como Vietnam o como el Líbano?
La verdad es que no sé como va a terminar. Lo único evidente es que la solución no está cerca y la matanza, por desgracia, va a continuar demasiado tiempo.
Cuba: ¿tránsito en chándal o echamos mano de la coraza?
El tránsito es inevitable pero depende la desaparición de Fidel Castro. Mientras esté ahí es una especie de lápida que impide que se avance hacia la democratización pero, sin él, llegará tarde o temprano.
¿Latinoamérica está abocada a sufrir el continuo azote del populismo?
Desgraciadamente el populismo, un animal que creíamos muerto, está resucitando. Pero todavía, afortunadamente, no en toda América Latina.
¿Le duele este mundo?
Cuando uno mira a su alrededor, lee los periódicos y escucha las noticias es imposible ser muy optimista. Pero la vida es lucha, es resistencia y no hay que dejarse arrebatar por la barbarie.
El ojo morado de 'Gabo', de Gabriel García Márquez, acumula ya hasta tesinas
De eso no hablo (sonríe).
¿Ve posible una reconciliación?
No hablo de eso (sigue risueño).
No obstante, ¿Le parecen justos o algo desmesurados los homenajes por sus 'Cien años de soledad?
Toda obra literaria lograda merece todos los homenajes del mundo y si eso, además, está vinculado a estimular la lectura, pues tanto mejor.
¿Escribir o conversar?
No son incompatibles, pero para mí escribir es lo primero. La conversación con los amigos es uno de los grandes placeres de la vida pero, no hay ninguna duda en la elección para un escritor: escribir.
¿Leer vivifica?
Sin ninguna duda y no solamente vivifica sino que lo mantiene a uno en un estado constante de creatividad. Nada estimula tanto la imaginación, la fantasía y los deseos de una persona como una buena lectura.
¿Aún siente vértigo ante el folio en blanco?
Bueno, una cierta angustia sí aunque en cierta forma es placentera. Hay algo masoquista en eso de enfrentarse a ese papel que a uno le hace temblar como salir a un escenario para un actor. Hay pánico y angustia, y ahora lo entiendo perfectamente bien.
¿Un intelectual tiene que dar la cara?
Sí, y tiene que tratar de ser responsable y honesto precisamente porque tiene un cierto poder, llega a ciertas personas, tiene un público corto o más largo con el que puede comunicar. Hay que usarlo con responsabilidad.
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