Borrar
Las empresas malagueñas que han salido ‘vivas’ de un proceso concursal se pueden contar con los dedos de la mano./ SUR
¿Hay vida tras un proceso concursal?
Dinero y empleo

¿Hay vida tras un proceso concursal?

Sólo una de cada diez empresas inmersas en este procedimiento sobrevive. La mayoría llega demasiado tarde al juzgado

J.J. BUIZA

Domingo, 10 de enero 2010, 18:45

Son dos palabras malditas para los empresarios porque, aunque suenen mejor que «quiebra» o «suspensión de pagos», son muchos los que piensan que eso del «proceso concursal» es sinónimo de muerte empresarial. Y parece que los números les dan la razón. Según el Instituto Nacional de Estadística, solamente un 10% de las sociedades que se ven abocadas a un concurso de acreedores logran reestructurarse y volver al mercado saneadas. El resto es decir, el 90% acaban en liquidación.

La crudeza de las cifras ha hecho que muchos hayan confundido los términos, olvidando que precisamente la Ley Concursal está pensada como un instrumento para buscar la supervivencia de la compañía. Lo que ocurre es que las sociedades acuden tarde al concurso. «Cuando la empresa finalmente se ve abocada de forma inevitable al concurso ha agotado todos sus recursos, ha dañado su imagen en el mercado ante sus proveedores y clientes a causa de los impagos, ha mermado su actividad Ha llegado demasiado tarde», sostienen desde la firma Iure Abogados.

Esa conclusión es compartida por la mayoría de los profesionales que se dedican a administrar empresas en proceso concursal. Daniel Pastor, economista y buen conocedor de los procesos concursales acontecidos en Málaga, opina que la clave para sobrevivir a un proceso de estas características está en anticiparse a los males. «Las empresas se presentan a los concursos tarde y mal, a la desesperada, cuando prácticamente no tienen actividad y se ven muy afectadas por la presión de las entidades financieras y los acreedores», comenta Pastor.

En su opinión, uno de los departamentos fundamentales que descuidan las compañías que acaban en liquidación es el de tesorería. «Si tú no cobras todo lo que tienes que cobrar tardas más en pagar, y eso puede deberse a un departamento financiero poco cualificado», argumenta. En este sentido, Daniel Pastor, que cree que en Málaga el porcentaje de empresas que entran en el concurso y siguen adelante apenas llega al 4% muy por debajo de la media nacional, destaca la importancia de rodearse de un buen equipo de asesores y contar con los administradores adecuados en caso de verse abocado a este procedimiento.

En manos de expertos

La crisis, advierte Pastor, ha traído consigo una marea de profesionales sin experiencia que se han metido a salvadores de compañías en apuros. «Abogados que se dedicaban a seguros de vida ahora se han hecho administradores, pero sin cualificación», asegura Daniel Pastor, que aporta un consejo: «Si se predice un posible problema de liquidez tres meses antes, el empresario se puede dirigir a un buen especialista para que le prepare un convenio anticipado de acreedores y evitar el concurso».

Enrique Sanjuán, jurista del bufeteMartínez-Echevarría y titular del Juzgado de lo Mercantil número 1 de Málaga en excedencia, también opina que la falta de previsión es una de las razones que explican la escasa eficacia de la ley concursal en la salvación de las empresas, pero señala otras causas: la excesiva carga de trabajo de los juzgados y las lagunas de la legislación actual, que impide la entrada de dinero fresco (el llamado fresh money) en las sociedades inmersas en el procedimiento. «La ley no favorece precisamente llegar a un convenio de acreedores: cuando el concurso ya de por sí es caro y el empresario se mete en él, su capacidad para moverse ya es más difícil», argumenta Sanjuán.

Por esta razón, el juez aboga por que la futura reforma de la Ley Concursal apueste por favorecer la refinanciación a través de la cooperación de las propias entidades bancarias, como sucede en otros países de Europa. Porque, hoy por hoy, la normativa vigente favorece más a los reclamantes de la deuda que al empresario. «El acreedor financiero está muy fortalecido con la ley actual y siempre tiene sus garantías de cobro ejecutando el activo», aclara Sanjuán.

Pocos ejemplos

Los casos de empresas malagueñas que han llegado a firmar un convenio con sus acreedores y han recuperado su actividad normal se pueden contar con los dedos de las manos. El más conocido es el del Málaga Club de Fútbol, que rubricó su convenio en 2008, reduciendo su deuda de 27,5 a los 19 millones de euros. Otras compañías de la provincia que han salido adelante tras un proceso concursal son Filodoxia, dedicada al negocio de la restauración, o las promotoras B-Plus Villas España, Kasar de Altavista y Valco.

El presidente de esta última empresa, Carlos del Valle, admite la dureza del proceso, pero confiesa que era la mejor salida posible a su situación. Su grupo, especializado en el negocio inmobiliario, presentó el concurso en el verano de 2008 y el convenio de acreedores salió adelante nueve meses después. El periodo intermedio ha estado plagado de dificultades. «Una vez tomada la decisión, había que cambiar el chip. Llegar a un acuerdo fue muy complicado y hemos tenido que luchar mucho, pero el sistema bancario no dejaba otra salida», relata.

Valco tiene ahora que hacer frente a las obligaciones contraídas por su deuda en un momento especialmente difícil para el sector, pero puede presumir de no haber corrido el fatal destino de otras muchas promotoras malagueñas a las que la crisis ha borrado del mapa.

A la espera de salir en breve del proceso concursal se encuentran otro puñado de firmas malagueños, la mayoría de ellas relacionadas con el ladrillo, pero también con otros sectores como son Westex (textil), Dogor (electrónica) o Pilar Ruiz (repostería).

José Ruiz, responsable de esta última marca, avanza que el próximo 15 de febrero tiene previsto presentar su propuesta de convenio y es optimista respecto a la respuesta de los acreedores. «No tiene sentido liquidar porque entonces no cobraría ni el lucero del alba.Llevamos un año en el que no hemos parado de intentar arreglar esto», comenta el gestor de Pilar Ruiz, que cifra su deuda en torno a los 500.000 euros.

En situación similar está Mondat Baker, la fábrica de pan con sede en Monda que en un mes espera salir del concurso, según informa Dario Tarantino, uno de sus responsables. Tras año y medio inmersa en este proceso, Tarantino asegura que los gastos de producción se han recortado un 50% y la facturación ha aumentado un 35% para garantizar la viabilidad de la empresa. A esto se suma una ampliación de capital por valor de 7 millones de euros.

Reforma legal a la vista

Una tramitación del concurso más ágil y menos costosa es básicamente lo que persigue la reforma de la Ley Concursal de 2003 que está tramitando actualmente el Ministerio de Justicia. Aunque el borrador todavía no está cerrado, las primeras propuestas que se han conocido abogan por una mayor rapidez en la liquidación de créditos, la posibilidad de solicitar el concurso en situaciones de un endeudamiento elevado y no sólo en caso de insolvencia y la inyección del llamado fresh money para acelerar la salida del proceso.

Sin embargo, aún quedan otras cuestiones por aclarar, como la búsqueda de fórmulas para agilizar la venta de activos o fijar los parámetros de las indemnizaciones a percibir por los trabajadores en caso de ajustes laborales.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur ¿Hay vida tras un proceso concursal?