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A. J. LÓPEZ
Lunes, 28 de diciembre 2009, 21:33
«China, Pekín en concreto, es ahora como el París de las vanguardias o el Nueva York de mediados del siglo XX». Lo dice Cristóbal Ortega que, además, piensa predicar con el ejemplo trasladando su estudio a la capital del gigante asiático.
La decisión se debe, entre otros motivos, a la buena acogida que ha cosechado su reciente exposición en la sede del Instituto Cervantes de Pekín. Una muestra que se acaba de clausurar y que le ha abierto las puertas de la cultura y del mercado asiáticos. «En estos momentos, en China se vive un momento de una efervescencia cultural increíble. Además, allí es mucho más barato producir obras como las que yo realizo, así que, si todo va bien, en junio me traslado», adelanta.
Razones parecidas le llevaron hace unos años a instalar su taller de trabajo en Marruecos. «La mayoría de mis cuadros son de gran formato y alquilar un espacio en España donde pueda trabajar resulta mucho más costoso que en estos países», apostilla Ortega, que en su aventura tendrá la ayuda de los pintores chinos Lin Mo y Feng Feng. «Me han animado a tomar esta decisión y creo que es el momento», sentencia.
Para encontrar el inicio de esta historia hay que remontarse a los años de estudiante de Ortega (Alhaurín de la Torre, 1970). «En primero de Arquitectura teníamos una asignatura en la que nos exigían realizar dibujos a mano alzada y a partir de ahí me fui adentrando en este mundo. Creo que si no fuera arquitecto no me habría convertido en pintor», rememora.
Porque, para él, ambas disciplinas están muy relacionadas. «En el fondo son creaciones, proyecciones de imágenes que surgen después de procesos que, en mi caso, son muy parecidos», aclara el arquitecto y artista.
Máxima expresividad
Sin embargo, Ortega sintió pronto que, en su trabajo como arquitecto «el concepto artístico estaba muy limitado»; así que poco a poco ha ido encaminando sus pasos hacia la creación plástica. Y él mismo presenta su obra: «Mi pintura parece caótica, de trazo incluso infantil, algo desordenado y sin sentido... pero detrás de cada cuadro hay un trabajo intenso, una investigación sobre las formas, los colores y la composición que busca la máxima expresividad».
En este terreno fronterizo «entre la anarquía y el diseño» transita la pintura de Cristóbal Ortega, cuya obra ya forma parte del patrimonio del Ministerio de Asuntos Exteriores gracias a su exhibición en la sede del Instituto Cervantes de Pekín. Antes, este creador malagueño había mostrado sus piezas en salas de España y Marruecos y ahora se dispone a dar el salto al otro lado del mundo.
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