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Un espeleólogo contempla las formaciones de estalactitas y estalagmitas modeladas por el tiempo y el agua.
Descubridores sin fondo
NATURALEZA

Descubridores sin fondo

Formaciones caprichosas, especies únicas y galerías subterráneas sin fin. Bajo la Sierra de las Nieves se abre paso un universo desconocido explorado por espeleólogos malagueños

TEXTO: REGINA SOTORRÍO

Domingo, 30 de agosto 2009, 15:39

YA lo decían los lugareños desde tiempos remotos: en la montaña existen oquedades en las que al tirar una piedra no se escucha el golpe contra el suelo. No era una leyenda. A cientos de metros por debajo de los pinsapos de la Sierra de las Nieves se abre paso un mundo desconocido de inmensas galerías, caprichosas formaciones y especies únicas que el Grupo de Exploraciones Subterráneas de la Sociedad Excursionista de Málaga (GEM de la SEM) está sacando a la luz. Son más de 30 años de trabajo que ya han dado como resultado el descubrimiento de las tres cavidades más profundas de Andalucía, todas ellas en Tolox. Un universo subterráneo que convierte al parque natural en uno de los destinos de mayor valor espeleológico, con muchas incógnitas aún por resolver. «El exterior ya se conoce. Lo que queda por descubrir está debajo de nuestros pies», asegura el espeleólogo malagueño Luis Martínez.

El último avance se produjo hace apenas un mes. Tras cinco años de exploraciones, un grupo de 'notarios de las profundidades' -como ellos de autodenominan- confirmó topográficamente que la conocida como Sima Prestá penetra a través de 803 metros por el subsuelo, lo que la convierte en la segunda cavidad andaluza con mayor desnivel. Para alcanzar esas cotas utilizan técnicas alpinas, con cuerdas que van anclando a las paredes. No siempre ha sido así: en los inicios llevaban escalas, que hacían las expediciones mucho más lentas y complejas. «Con una escala, al mismo peso y volumen, bajarías cinco metros; mientras que con una cuerda desciendes 60», explica el espeleólogo malagueño Rogelio Ferrer.

Pese al perfeccionamiento de los materiales, no ha sido tarea fácil. «Sima Prestá es una de las más exigentes y duras técnicamente», apunta Ferrer. Y es que, detrás del pequeño agujero hallado en el año 2004 a 1740 metros de altitud, en el llamado Cerro Alto de la Sierra de las Nieves, se extiende un pozo de 90 metros hacia el interior de la Tierra. A partir de ahí, los exploradores han tenido que superar pasos estrechos -tanto, que en ocasiones tenían que desprenderse del equipo para poder atravesarlo- y zonas inundadas hasta llegar al punto en el que la cavidad se hace tan angosta que resulta impenetrable. Para entonces, ya estaban a más de 800 metros en vertical de la entrada.

Con Sima Prestá, la Sierra de las Nieves cobra nuevas dimensiones en sus entrañas. Años antes, las indagaciones del Grupo de Exploraciones Subterráneas por el parque natural revelaron la existencia de otras dos grandes cavidades: Sima Gesm (descubierta en los años 70 y con 1.101 metros de profundidad, el mayor desnivel de Andalucía) y Sima del Aire (hallada en 1993, con 658 metros en vertical y el mayor desarrollo de la Comunidad por sus 8.954 metros de meandros).

Pero el objetivo de los espeleólogos va más allá. Por sus mentes inquietas y aventureras ronda una idea: encontrar las galerías que conectan este complejo laberinto subterráneo. Porque saben a ciencia cierta que existen. Un trazador químico (fluoresceína) en el mayor lago del mundo a más de mil metros de profundidad -como lo atestigua el libro Guiness de los Récords-, en Sima Gesm, dio positivo hace ya veinte años en el otro extremo de la sierra, en el sifón de Zarzalones, en el municipio de Yunquera. Confirmado: a lo largo de seis kilómetros hay puntos en los que el universo subterráneo se une.

Y en esas están. Hoy volverá a ver el sol un grupo de espeleólogos que se adentró el pasado sábado en el corazón de Sima del Aire con la intención de encontrar los nexos de unión con las cavidades colindantes. Han pasado ocho días desde el descenso, todo un récord de permanencia en el interior de las cuevas, en total oscuridad y rodeados del más absoluto silencio. Como centro de operaciones, el Grupo de Exploraciones Subterráneas ha instalado dos campamentos -llamados vivac y que tienen que anclar en las paredes- a lo largo de las extensas galerías, donde guardan lo imprescindible para vivir. La temperatura roza los nueve grados centígrados, con una humedad del cien por cien.

Es otro mundo, desconectado del exterior. Y ellos saben que se la juegan. «Si ocurriera algo y fuera necesario un rescate, tardaríamos semanas en sacar a alguien de allí. En una ocasión, en una cueva de los Pirineos, fue más fácil meter un hospital con cirujanos dentro, que sacar al herido», admite Rogelio Ferrer. «Asumes el riesgo, forma parte de la aventura. Es la cara amarga de este deporte», añade Luis Martínez. Una afición que, aseguran, exige una preparación tanto física como psicológica. «Es la cueva la que va marcando quién puede entrar en ella», dicen.

Pero entonces, ¿qué mueve a estos exploradores? Cuando están a cientos de metros de la superficie, obtienen la misma satisfacción que el alpinista que corona una cumbre, pero con un aliciente más: «Descubrimos territorio virgen que nadie ha pisado jamás. Somos una especie de notarios de las profundidades. Aquí no va a entrar mucha más gente, y te ves obligado a documentar lo que estás viendo», apunta Ferrer. Por eso, van acompañados de equipos de fotografía y medición con los que dejar constancia de lo que existe allí abajo.

«Un gran laboratorio»

Y es que la Sierra de las Nieves se ha revelado como un «gran laboratorio de exploración», con valor para la investigación geológica, biológica y física. El estudio de las profundidades, donde se conservan intactos miles de años de historia, puede arrojar luz sobre los diferentes episodios geológicos que dieron lugar al accidentado relieve del parque natural. La vida nace también a cientos de metros bajo tierra. El departamento de Biología de la Universidad de Málaga analiza los ejemplares hallados por los espeleólogos. Se cree que algunos de los colémbolos encontrados -insectos adaptados al hábitat subterránea e incapaces de sobrevivir fuera de ese entorno- podrían pertenecer a una especie desconocida. Además, en sus expediciones han descubierto esqueletos de murciélagos a profundidades a las que se pensaba que este mamífero no podía acceder. Y a nivel físico, la Universidad de Málaga ha puesto en marcha un estudio sobre la respuesta fisiológica de las personas en estas actividades extremas.

Son conscientes de que sus pies sólo han pisado una pequeña parte del enorme sistema de cavidades que esconde la Sierra de las Nieves. Pero eso no hace más que estimularles a seguir en la tarea. «Es un gran complejo subterráneo del que nada más hemos encontrado tres bocas de entrada. Queda mucho por hacer y por descubrir».

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