EUGENIO CABEZAS
Martes, 25 de agosto 2009, 03:37
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Desde fuera pasa totalmente inadvertida para el visitante, frente a los enormes chalés edificados con posterioridad. La Casa Rudofsky de Frigiliana se ha integrado por completo en el paisaje y ha sido literalmente 'engullida' por la vegetación, formada por pinos, algarrobos e higueras. Pero, curiosamente, este mimetismo con el entorno era el objetivo que persiguió su promotor, el arquitecto de origen vienés Bernard Rudofsky (Moravia, 1895-Nueva York, 1988).
Concebida como residencia estival, este inmueble, situado en el entorno de Los Cortijos de San Rafael, presenta un estado de semiabandono. Esto se une a una serie de modificaciones de su estructura original realizadas en los últimos meses por sus actuales propietarios, que se la compraron a la viuda del arquitecto en 2006. Esta situación ha llevado a la Junta de Andalucía a tramitar su inclusión en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural (BIC), con la tipología de monumento.
De esta forma, este inmueble -considerado como la obra cumbre y única de Rudofsky, un verdadero revolucionario de la arquitectura contemporánea-, ha sido rescatado de un olvido al que llevaba sometido varios años. De hecho, el Ayuntamiento de Frigiliana ya abrió hace unos meses un expediente sancionador por la ejecución de una serie de trabajos sin la correspondiente licencia. Ahora, una vez que se complete el proceso para su catalogación como BIC, corresponderá al Consistorio frigilianero y a la Delegación de Cultura la preservación, no sólo de este peculiar inmueble, sino de todo su entorno.
La singularidad de «La Casa» -como le gustaba llamarla a su creador- reside en el respeto al paisaje rural y a sus alrededores, para lo que se conservó tanto la topografía abrupta como la vegetación original, que se insertaron en el paisaje. Se renunció así a los movimientos de tierras para manipular las cotas naturales o al diseño de jardines y se limitó la intervención a senderos realizados con material cerámico artesanal. «Es muy positivo que se preserven este tipo de edificaciones, tan diferentes a las viviendas que hoy día se construyen en todo el territorio rural axárquico», apuntó el historiador local Adolfo Moyano.
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