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J. CANO
Sábado, 22 de agosto 2009, 03:54
Como en los pasatiempos de los periódicos, hay que ser buen observador para distinguir un paquete de tabaco Chesterfield auténtico de otro falsificado de esta misma marca. Hay cuatro diferencias. Son las siguientes:
1. Marca de agua. A simple vista, el sello azul del 'impuesto sobre las labores del tabaco' de la Hacienda española es idéntico en ambas cajetillas. Sin embargo, al someterlas a una luz ultravioleta, el verdadero refleja las marcas de agua, como las que tienen los billetes, mientras que el falso no tiene nada.
2. El doblez interior. Otro de los rasgos que distinguen unos paquetes de otros es el doblez del cartón con el que está hecha la cajetilla. Según explicaron fuentes policiales, el acabado de los paquetes verdaderos se fija con pegamento, mientras que en los falsos sólo está doblada.
3. El precinto. La tercera diferencia radica en la tira adhesivo con la que se abre el paquete. En las cajetillas auténticas, el plástico utilizado para el precinto es muy maleable (puede estirarse sin romperse), mientras que en las falsas se parte al primer tirón.
4. El color. Las diferencias entre los tonos de los paquetes de tabaco de imitación y los verdaderos son casi imperceptibles a la vista. Sin embargo, son muy claras al colocar ambas cajetillas bajo el foco de una lámpara de luz ultravioleta. Los paquetes falsificados son completamente blancos -en el caso de las cajetillas de Chesterfield- mientras que los verdaderos tienen un tono gris mate muy característico de la marca.
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