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Trabajos en primera línea en un incendio en 1984 que devastó 1.500 hectáreas. / M. OLIVA
De aquellos retenes a estos especialistas
EXTINCIÓN DE INCENDIOS. LOS PIONEROS

De aquellos retenes a estos especialistas

Miguel Oliva era aguador en los primeros equipos forestales contraincendios, que hoy se han convertido en un cuerpo profesional de elite

PILAR R. QUIRÓS

Domingo, 9 de agosto 2009, 03:47

Buscando casi en el baúl de los recuerdos, Agustín Pereña, uno de los miembros del actual equipo contraincendios Infoca en Málaga, encontró una foto memorable fechada en el año 1973. En ella, al fondo, un cartel de lo que era el antiguo Icona, y delante, el primer retén contraincendios forestales que tuvo Málaga. De todos ellos, sólo queda en activo Miguel Oliva, uno de los mozalbetes altos, que iba equipado con una mochila en la que cargaba agua.

Él era el aguador de este retén de 25 personas provenientes de El Burgo, al que más tarde se le sumaron otros dos retenes de la misma localidad. Ellos empezaron a luchar contra el fuego con pocos medios, mucha valentía y talento. De ellos han ido aprendiendo las nuevas generaciones, que además se han formado con monitores y han tenido que pasar unas pruebas físicas muy exigentes para estar hoy en primera línea de ataque al fuego.

De ahí que los técnicos especialistas del Infoca y los miembros de las brigadas de refuerzo especialista (Brica), a los que se suman todos los equipos de apoyo, sean hoy un cuerpo profesional de elite, que ha salvado a Málaga de incendios que podrían haber sido devastadores en los últimos años, entre ellos el de Mijas en julio de 2001, en el que ardieron más de 600 hectáreas forestales y cerca de 1.000 urbanas, que podrían haberse triplicado si no hubiesen cortado el fuego antes de llegar a la sierra de Alhaurín El Grande, en la ladera norte. Éste sigue siendo hoy por hoy, el siniestro forestal más peligroso de la última década en la provincia.

UN GRUPO DE EL BURGO

25 personas

Primer retén de Andalucía

Los técnicos especialistas del Infoca y la Brica de Cártama 703 se reúnen en torno a la foto histórica, y junto al único de los miembros que queda en activo: Miguel Oliva, que relata los comienzos. «El antiguo director del Icona, Miguel Álvarez Calvente, quiso ponerle fin a los muchos incendios que había todos los veranos en Málaga, y de ahí salimos nosotros, la primera cuadrilla de El Burgo», cuenta con nostalgia Miguel Oliva, que se sumó hace la friolera de 36 años a este primer retén, al que más tarde se añadirían otros dos de El Burgo. En total, 75 personas para apagar todos los fuegos de los montes de la provincia. Miguel, que por entonces tenía tan sólo 24 años, era aguador, y su tarea era suministrar el líquido elemento a su retén durante la extinción de siniestros forestales, en los que no bajaban de la sierra durante días.

Entonces, les contrataron las mancomunidades de municipios de la Costa oriental y occidental y otra de sus tarea era limpiar las playas y las cunetas desde San Pedro de Alcántara hasta el refugio de Juanar. Hacían doblete porque no se consideraba que tuviesen que estar destacados sólo para apagar incendios

Agustín Pereña se sumó a este equipo en el año 1975, y cuenta como Miguel, valiente y responsable, dio dos viajes a la sierra de Alcaparaín en un mismo día, es decir doce horas de viaje andando desde Casarabonela para llevar agua a un retén, que llevaba trabajando una semana en un siniestro. Mochila a cuestas de 20 litros de agua, que Miguel 'aliñaba' con limón «para que les quitase la sed». Pero, el equipo también tenía hambre, así que se cargó con latas de atún, calamares y pulpo, varios panes catetos y algunos kilos de melocotones. «Llevaba 30 kilos en su espalda y nunca le faltaba el aliento», resume Agustín. Esto fue en 1982. Se quemó toda la sierra.

Pero no siempre tenían latas de conservas que comer, y ambos recuerdan un incendio en Nerja en 1979, que tardaron en apagar dos semanas. «Nos comíamos los caracoles asados, sí los que se habían quemado por el fuego», cuenta entre las risas de los demás Miguel.

FUEGO

Tácticas

La técnica para apagarlos es la misma

Cuando se apaga un incendio en la mente de todos aparece el agua. Pues bien, pese a lo que se pueda pensar, el agua es un elemento esencial, pero no el único. Sirve para dominar de alguna forma las llamas, refrescar la zona y dejar actuar a los actuales técnicos especialistas, cuya misión básica es que no haya continuidad en el combustible vegetal, o lo que es lo mismo, quitar la vegetación más cercana al perímetro de las llamas para que, una vez que el fuego no tenga nada que devorar, se pare. Esta era la técnica antigua y la técnica actual. La misma. Las formas de llevarla a cabo, múltiples y variadas, y en ellas juega toda una estrategia de ataque al fuego por varios flancos, que tiene mucho de logística napoleónica. Envolvente.

Por eso, hoy los utensilios para atacar el fuego en primera línea siguen siendo fundamentalmente los mismos, aunque ha cobrado un papel importante la motosierra, ya que su capacidad para cortar árboles y matorral en poco tiempo la hace una herramienta muy eficaz para este cometido. Pero, por lo demás, se siguen usando azadas para quitar el combustible al fuego, picos para cortar la vegetación y palas para coger tierra y echársela a las llamas.

Lo que realmente ha cambiado en todo este despliegue son los medios aéreos, cuyas grandes descargas de agua posibilitan que el personal entre en zonas que antes era impensable. De los helicópteros rusos de tercera mano, como cuenta riéndose Agustín, a los actuales medios dista un abismo. Málaga cuenta con tres helicópteros de extinción, uno en cada Centro de Defensa Forestal (Cedefo) de Ronda y Colmenar y otro en la Brica de Cártama, a los que hay que sumar aviones de la Consejería de Medio Ambiente y del propio Ministerio, uno destacado en el aeropuerto de Málaga.

MONDA

Incendio en 1994

El último que superó las 2.000 hectáreas

Una de las situaciones más peligrosas en los incendios es la llamada inversión térmica. Se produce cuando en el incendio hay más temperatura en las capas más altas que en las bajas, entonces se crea una gran nube en lo alto del incendio. Cuando se rompe esta situación, la combustión se dispara y el fuego evoluciona de forma vertiginosa y puede avanzar rápidamente de forma explosiva, arrasando laderas enteras. Un siniestro de este tipo, considerado muy peligroso, aconteció en el año 94 en Monda y ardieron más de 2.000 hectáreas en muy poco tiempo. En este fuego, el último en el que se superaron los dos millares de hectáreas, Agustín Pereña fue uno de los que tuvo que ir al relevo.

De vuelta, en un camión volvían dos miembros del efectivo, que murieron atrapados por el incendio: Juan García y Manuel Quintana. «Fue como una bomba, el fuego se quedó sin oxígeno y se hizo una gran bola de calor y fuego, que los atrapó», cuenta Pereña. Más tarde, supieron que el siniestro fue provocado por un famoso pirómano, que acabó en la cárcel. Pero sus dos compañeros perecieron.

ESPECIALISTAS

El futuro

Nuevas generaciones bien preparadas

De los 75 reteneros del año 1973 al actual equipo del Infoca en Málaga formado por 456 personas distan la friolera de 36 años. Los conceptos para apagar el fuego han evolucionado, pero la base es la misma, mucha basada en la experiencia que les han transmitido los mayores, muchos de los cuáles todavía siguen en el campo de acción. «Cuando los periodistas vais a los fuegos, nosotros nunca salimos porque siempre estamos dentro», subrayan Francisco Javier Cantero, Pedro Escudero y Carlos Sánchez, ambos especialistas de la Brica de Cártama, un cuerpo profesional de elite. Sólo hay que remitirse a las estadísticas: el último gran incendio que superó las 2.000 hectáreas, el de Monda, fue hace 15 años, y desde entonces sólo Mijas ha puesto a la población en vilo, un siniestro que tardó en apagarse algo más de un día gracias a la eficacia y a la alta cualificación de este equipo que no lo esconde: quiere el reconocimiento que se merece.

Ellos soportan temperaturas que rozan los 50 grados, combaten a las llamas de frente (generalmente desde la zona ya quemada), y pueden sufrir los temidos avatares del cambio del viento y la difícil orografía del terreno. El técnico de operaciones del Cedefo de Ronda José María Guerrero, considerado uno de los mejores de esta profesión, lo ha sufrido varias veces en su carnes. Él lo vivió en un siniestro en Marbella, en la zona de Elviria, donde en tan sólo cuatro horas ardieron más de 700 hectáreas en el año 2005. El viento llevaba pavesas y piñas ardiendo a otras zonas y la única salida era reconducirlo hasta la autopista de la Costa del Sol y que muriera allí. Por eso, apagar un fuego es cuestión de estrategia, mente fría y un gran equipo: el que forman los integrantes del Infoca en la provincia de Málaga.

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