TEXTOS: PEDRO LUÍS ALONSO
Domingo, 30 de noviembre 2008, 13:17
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EL mar hace amigos, pero en la vela olímpica se pierde la caballerosidad». Además de ser muy dado a las frases con miga, Félix Gancedo (Málaga, 1940) rebosa sabiduría. No como consecuencia del conocimiento, sino fruto de la experiencia. Lo ha vivido casi todo, y también ha podido ver medio mundo. En la vela apenas le quedaron retos: cuatro participaciones olímpicas, tres campeonatos del mundo y cuatro de Europa en Snipe y 17 de España, tres de ellos en Flying Dutschman. En este reportaje posa con orgullo con el primer Trofeo S. M. El Rey, el que más aprecia y que ocupa una urna del despacho presidencial del Real Club Mediteráneo.
Pocos españoles, muy pocos, tienen hilo directo con Don Juan Carlos para, por ejemplo, felicitarle la Navidad. Es el caso de Félix Gancedo, que es también el deportista masculino malagueño con más participaciones en citas olímpicas cuatro. Sólo le supera María Peláez, también del Mediterráneo, una entidad de la que nuestro protagonista es socio desde hace 53 años y que presidió entre 1991 y 1995.
Gancedo conoció al Rey siendo aún Príncipe. Llegó a dormir en Villa Giralda, en Estoril, en la residencia de Don Juan, y regateó por primera vez con el actual monarca en la Almirants Cup. No fue una gran experiencia. «Cerrando una vela me di un fuerte golpe en un riñón y estuve día y medio sin comer. Fue él el que me trajo una lata de sopa», recuerda como anécdota. Luego, compartió con Su Majestad la competición de vela en Múnich 1972. Fue en Kiel, al norte, en la clase Dragon. «Eramos tres, la casa real, la ducal y el plebeyo», recuerda en tono jocoso, ya que también les acompañaba el Duque de Arión, Gonzalo Fernández de Córdoba, junto a Carlos Gómez Raggio, sus grandes maestros en el mundo de la navegación. «Yo soy español de Málaga». Con esta carta de presentación Gancedo ha viajado por el mundo y competido fiel a la ética de los versos de Kipling. Aquel «trata por igual a los dos impostores, el éxito y la derrota».
Gancedo se crió en el Limonar Alto. A los quince años su familia trató de canalizar su hiperactividad con el deporte. Fue cuando se acercó al Real Club Mediterráneo. Curiosamente, empezó en remo y le otorgó a la entidad, que se creó precisamente en el siglo XIX con este deporte, su primer campeonato de España en la modalidad. «Nos pasamos 364 días del último año entrenándonos tres horas diarias», recuerda. Una lesión en el hombro no le impidió participar junto a Ángel Nieto y Antonio Rodríguez.
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Su primer barco se lo compró su tía Maria Antonia. Trece mil pesetas de la época. Precursor del 'Gran Numa' con el que bautizó a la embarcación de sus éxitos, en homenaje al león del 'Libro de la Selva'. «Al principio me lo tomaba como un pasatiempo. Navegar contra los amigos», admite. Luego, descubrió que con el apoyo de la Federación y el entrenamiento podría alcanzar grandes cotas, entre las que recuerda con orgullo haber ganado el Campeonato del Mundo de 1973 con tres huesos rotos en un pie y una escayola.
Sin duda, pocos conocen mejor la bahía de Málaga que Félix, que afirma que se pasó años navegando en solitario a mediodía. «España no es un país marinero, sino de bañistas», argumenta en otra de sus frases con calado, y recuerda que es el país europeo con más kilómetros de litoral tras Noruega. «Hay un dicho marinero de Málaga sobre las nubes que dice que el Poniente las llueve, el levante las mueve y el terral las aclara. Pero la Bahía no se conoce ni ella misma», explica. Sin embargo, ahora Félix tiene algo abandonado el mar. «Es por mi mentalidad competitiva. No quiero ser Tutankamon», añade.
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Pero la vida de Félix Gancedo no se reduce a su faceta como deportista. Ni mucho menos. «He tenido dos amores, el Club Mediterráneo y Félix Sáenz». En efecto, durante muchos años luchó en vano por la supervivencia de estos grandes almacenes en su lucha con la implantación de grandes superficies como El Corte Inglés. Junto a Carlos Gómez Carrera y Enrique López de Uralde creó en 1977 el Gran Centro Comercial, que precedió a la actual Asociación de Comerciantes del Centro Histórico. «Le he dedicado muchas horas de mi vida al Centro, pero a veces los políticos no te dejan hacer», se queja con amargura. Historia viva de la vela, no ha dejado sucesores. Ninguno de sus tres hijos la practica. Ni Patricia ni Félix, hijos de su primera esposa, Vicky, y asentados en Madrid. Tampoco Gonzalo, al que tuvo con su segunda mujer, Tania, a la que describe como «un regalo del cielo».
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