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SUR
Domingo, 31 de agosto 2008, 03:56
Como recoge Crescencio Torés en su libro sobre la historia del coso algecireño de Las Palomas, Miguelín toreó por ultima vez en Algeciras la festividad de la Virgen de la Palma de 1979: «La Empresa Valencia-Corbacho tiró la casa por la ventana y montó el cartel más caro del momento y nada menos que con la reaparición del mítico Cordobés en el Campo de Gibraltar. Todo estaba listo pues para que llegase el Sábado, 25 de Agosto de 1979. Los toros para esta corrida fueron de Herederos de Carlos Núñez, que resultaron mansos de solemnidad, Miguelín, que actuaba por última vez, sería su despedida sin anunciarla de su público de Algeciras estuvo toda la tarde frío y abúlico, sin ganas. En un par de banderillas Miguelín cae al suelo y menos mal que el extraordinario subalterno de La Linea Andrés Ruano Santos, le hizo un quite providencial pues, se temió la tragedia. Perfectamente colocado Ruano se hizo con el toro mientras Miguelín, salía maltrecho del lance y con un Die lastimado que se le inflamaría al momento. Miguelín, la verdad es que lo intentó, pero sus dos toros no le ayudaron en nada. Paco Ojeda tuvo que luchar con toros llamados a contra-estilo y sólo pudo oir unas palmas. No así El Cordobés, que acabaría la corrida de forma triunfal. Nunca estuvo mejor.»
El 30 de septiembre de 1979 Miguelín se viste por última vez de luces. Se lidian cinco toros de Salvador Gavira y uno de José Murube. Estuvo acompañado de Manuel Benítez 'El Cordobés' y Juan Antonio Ruiz 'Espartaco'. Decía el diario sevillano Suroeste: «Miguelín mal en sus dos toros. Alegó que el 4° era 'burriciego' pero el Presidente se negó a devolverlo al corral formándose una gran bronca. Vistió de verde y oro. No hizo nada en ninguno de sus toros, el primero sin fuerzas y el cuarto sin nada que justificara la actitud del diestro que se limitó a intentar poner en evidencia una ceguera que nadie advirtió». Terminaba diciendo; «se fue de vacaciones y no volvió a vestirse de luces»
Se cierra pues un periodo de grandeza para el toreo de la comarca, pues Miguel fue uno de los impulsores de toda aquella afición de jóvenes que en los sesenta intentaron emularle y vestirse el traje de luces, para luchar en este difícil mundo del toro.
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