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MAREA ALBINEGRA. Jugadores, técnicos y directivos pasan como pueden por entre los seguidores albinegros. / ANDRÉS CARRASCO
La Línea recibe a sus campeones
FÚTBOL. SEGUNDA DIVISIÓN B

La Línea recibe a sus campeones

Más de 8.000 seguidores arropan a la Balompédica en su regreso a la ciudad tras el ascenso a Segunda División B

FRANCIS HEREDIA

Martes, 17 de junio 2008, 23:59

La Real Balompédica Linense comienza a asimilar en pequeñas dosis el significado que la gesta lograda el pasado domingo en Anduva tiene para toda una ciudad. Una página más de la historia del club que tendrá que escribirse con letras de oro por la grandiosidad del momento y la emoción que desprendió el encuentro ansiado entre afición y plantilla.

Durante la noche del domingo los jugadores no terminaban de creerse lo que les contaban desde La Línea. Miles de personas en las calles celebrando un ascenso del que han sido protagonistas en primer plano. Sonrisas cómplices y llenas de ilusión no ya por el objetivo logrado, sino comenzando a digerir la fiesta que les esperaba al día siguiente rodeados de su gente, de su ciudad, de su afición.

Lograr un ascenso a más de 1.000 kilómetros de distancia es algo irrepetible, pero sin lugar a dudas que el poder celebrarlo con tu afición es el punto álgido.

Los técnicos tocaron diana a primera hora de la mañana del lunes y a las 08.00 horas el autocar albinegro partía rumbo a La Línea.

El viaje fue pesado, pero algunos aficionados tuvieron la deferencia de acompañar al autocar durante el recorrido, algo que lógicamente se multiplicó al filo de las 20.00 horas, cuando la expedición albinegra llegaba a San Roque. Allí les esperaba el presidente, Alfredo Gallardo, los canteranos Paquito, Steven y Javi Catalán, el médico Paco Reyes, el fisio Gil Juan Gil o los directivos Carlos Mellado y Arturo Abad, entre otros. Todos subieron al autocar para completar esa piña que ha alcanzado la gloria en una temporada redonda.

La euforía en ese momento ya era desmedida, ya que decenas de coches equipados con sus respectivas banderas y bufandas, así como numerosas motocicletas ya escoltaban el autocar albinegro. Los jugadores comenzaban a asimilar una situación indescriptible y al alcance de muy pocos.

Los escasos diez minutos que pueden separar normalmente el cruce de El Toril de la plaza de la Constitución se convirtieron en casi una hora.

A guardar sitio

Mientras tanto, desde antes de las 19.00 horas ya se acumulaban centenares de personas junto al escenario de la coronación para coger sitio y no perderse tan insigne momento.

Aquello parecía una feria a la que acudían familias enteras provistas de prendas con los colores de su equipo. La espera se hizo muy llevadera porque los cánticos se fueron animando a medida que pasaban los minutos y un mayor número de personas se sumaban a la fiesta hasta acumular más de 8.000 almas que estallaron de júbilo cuando al filo de las 21.00 horas vieron aparecer por l avenida del Ejército el autocar del equipo.

En cuanto comprobaron que no era una falsa alarma, centenares de personas corrieron hacia el vehículo para rodearlo y comenzar a dar sus ánimos a los futbolistas y técnicos.

La travesía fue interminable, indescriptible, pero llena de emoción. El autocar no avanzaba pese a las fuertes medidas de seguridad dispuestas a tal efecto, dando sensación desde la lejanía que era la propia afición la que llevaba en volandas el vehículo.

A duras penas finalmente enfiló la plaza de la Constitución hacia el Museo del Itsmo, en cuyas cercanías pararon y comenzaron a bajar los integrantes de la expedición encabezados por el responsable de seguridad, Diego Salazar.

Los que salían del autobús eran abrazados y llevados en volandas por los presentes. Gritos, euforia, alegría y una emoción desbordante inundaron un momento que fue de lo más explícito: afición y club se unían por fin en un momento que los más de 8.000 balonos que acudieron a la cita no sólo nunca podrán olvidar, sino que contarán a sus nietos tal y como a ellos les contaron gestas como la de Eibar.

Entre la mera humana que se desplegaba por la plaza, los integrantes de la comitiva fueron ganando posiciones hasta llegar al Museo del Itsmo, donde entraron para subir a su azotea, desde donde se dirigieron a los presentes micrófono en mano.

Alfredo Gallardo, Baby y los jugadores más lanzados como Fede, Copi o Noel se dirigieron a los presentes agradeciendo el apoyo recibido y entonando cánticos para celebrar la gesta.

Entonces la megafonía comenzó a entonar las notas del himno oficial de la entidad y todos los presentes unieron sus voces para cantarlo.

En la azotea se vivían momentos de satisfacción. Abrazos por doquier, felicitaciones reiteradas y una sensación especial que invadía a los presentes, conscientes de que estaban viviendo un momento irrepetible.

Antes de que cayera la noche, los expedicionarios balonos fueron abandonando la azotea para marcharse por donde vinieron acogidos por la misma marea de seguidores que volvieron a arroparlos hasta el autocar al grito de ¿¿¿Balona, Balona!!

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