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SUR
Domingo, 25 de mayo 2008, 04:54
Este año de 1962, Salvador Mateo se estrena como banderillero en la cuadrilla de su hermano Miguelín, le acompañaban José Manuel 'El de los calcetines' y Joaquín Piqué. Animado por su padre, que le sacó el carnet de banderillero en Madrid, de paso que iba a recoger a Miguel que volvía de Tenerife, de terminar el servicio militar. A la llegada de Miguelín a Algeciras es recibido con entusiasmo por sus paisanos, que organizan varios actos para recibir al torero.
A continuación nos quedamos con las palabras del hijo de uno de aquellos aficionados: D. Antonio de la Torre: «Con ese amor al toro y con el conocimiento que de él tenía, Miguel sabía hacer con toros distintos faenas distintas. A cada toro su faena. Al toro huido, recogiéndolo por bajo para que no huyera. Al toro quedado, metiéndole la pierna entre los pitones para provocar su embestida. Al toro con genio, luchando con él con tanto genio como él y, después la sangre se nos subía desde el alma hasta la boca cuando como adorno apoyaba el codo en la testuz y hacía el teléfono o cuando acercaba su boca al pitón del toro. Y si hablamos de la suerte de banderillas, de la que nos ha dejado momentos inolvidables, recuerdo una tarde en la Feria de Julio de Valencia que le vi poner un par con tanto poder, que el toro quedó clavado en la arena y él cayó para atrás impulsado por la propia fuerza empleada; había que ver a todo el público de pie admirado por su valor y su indiscutible condición física.
Cuántas veces con mi padre camino de la plaza, la entrañable Perseverancia, Calvario arriba, con un bollo de masa dura con mortadela, de la que traían de Gibraltar, me comentaba los toros que le habían tocado en suerte; después al entrar en la plaza para mí todo era una sinfonía de olores de los que resaltaba el del albero mojado, en una plaza llena de solera, testigo de su historia.
En mi memoria, los minutos del presente de entonces están preservados igual que una burbuja de aire o un grano de polen en un fragmento de ámbar. Mis recuerdos de infancia y adolescencia están unidos junto a mi padre, a mi pueblo, sus gentes y al mejor de los toreros. «Miguelín qué grande eres... Gracias por tu cariño».
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