TEXTO: ALMUDENA NOGUÉS
Martes, 13 de mayo 2008, 10:43
CORRÍA el año 2005. Juan Jesús López acababa de adquirir un equipo de GPS de segunda mano cuando, de casualidad, mirando por Internet aplicaciones para su nuevo dispositivo, el 'geocaching' se cruzó en su camino. Las reglas de este peculiar juego no tardaron en acaparar la atención de este malagueño que, días después, decidió organizar una excursión con su hijo para buscar su primer tesoro cerca de Mijas. Una experiencia que lleva tres años repitiendo. Y es que para este amante de la naturaleza, el 'geocaching' se ha convertido en la excusa perfecta para disfrutar de paisajes pintorescos con su familia. Durante los tres años que acumula de aficionado, ha escondido 16 cofres y ha encontrados 59, repartidos por Málaga, Cádiz, Granada y Almería.
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Juan Jesús es uno de los miles de 'geocachers' activos en todo el mundo. Un deporte nacido en la Red que combina el fetichismo tecnológico con la necesidad primitiva de desentrañar tesoros ocultos. ¿En qué consiste? López lo explica: «Básicamente, en ocultar en cualquier lugar una cajita con un libro, un lápiz y algunos regalos -como monedas o peluches-, y comunicar sus coordenadas en una página web (www. geocaching.com), para que otros usuarios ayudados de su gps la localicen, firmen en el libro de visitas y dejen otro obsequio a cambio».
Los orígenes del 'geocaching' son muy recientes. La actividad sólo tiene ochos años de vida. El 1 de mayo de 2000, el presidente Bill Clinton dictó un decreto para eliminar la degradación de la señal de gps. Dos días después, alguien ocultó una pequeña caja llena de de objetos en las afueras de Portland (Oregón). El 6 de mayo, el tesoro fue encontrado por dos personas. Así nacía el 'geocaching'. Un movimiento que hoy suma 367.375 tesoros escondidos en 222 paises de todo el mundo, 80 de ellos en Málaga.
Cómo jugar
Para cazar tesoros sólo hace falta un equipo GPS (dispositivo electrónico capaz de determinar la situación aproximada de un punto dentro de un margen de uno a diez metros) e introducirle unas coordenadas. Tras localizado el 'caché' -que suele colocarse en un recipiente de plástico tipo 'tupperware'- llega el instante más emocionante: descubrir el interior del tesoro, momento que exige un ritual determinado.
Así, según establecen sus normas, cada persona que lo encuentre debe quedarse el regalo que halla en su interior e introducir uno nuevo para el siguiente visitante. Además, el jugador ha de dejar su huella e inscribir su nombre en el cuaderno de bitácora que contiene el recipiente, que tendrá que colocar en el mismo sitio en el que lo encontró.
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Según datos de la web que gestiona este juego, el suelo de la provincia esconde cerca de un centenar de tesoros. Invisibles a los ojos de los ciudadanos. Sólo el GPS los delata. Es el caso del 'caché'oculto en la paraje de La Saucedilla -entre Cañete La Real y Almargen- o los que está camuflados en la 'bola' meteorológica de la Sierra de Mijas, cerca de la mina de la Trinidad en Benalmádena o en los alrededores del Castaño Santo de Istán
Según cuenta Juan Jesús, la Costa del Sol es un enclave muy atractivo para el 'geocaching'. «Este juego esta muy extendido en el extranjero y no son pocos los turistas que aprovechan sus vacaciones para buscar los tesoros de la provincia», detalla este aficionado.
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Juan Antonio García es otro de los malagueños 'enganchados' a este movimiento. En su caso, explica que lo conoció leyendo una revista de tecnología en la que se hablaba de los nuevos dispositivos gps y su utilidad para el 'geocaching'. «Me pareció increíble. Entonces llamé a un amigo que tiene el equipo y nos pusimos en marcha. Ya llevo casi un año practicándolo, he escondido siete 'cachés' y he encontrado algo más de 50», relata.
Para García, esta actividad se ha convertido en un estímulo para realizar senderismo. «Siempre me ha gustado andar por el monte, pero me terminaba aburriendo. Sin embargo, con este juego tienes una meta, sabes que al final del camino te espera un tesoro. Es muy divertido coger el GPS, preparar tu ruta, bajar las coordenadas de Internet y descubrir nuevos parajes», resume.
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Adeptos en todo el mundo
Según asegura este malagueño, aunque en España el 'geocaching' sólo está dando sus primeros pasos, en otros paises se trata de un movimiento que suma millones de adeptos. «Entre ingleses, alemanes y americanos es una actividad muy conocida. Un día fui a revisar un caché que tengo oculto en el Parque la Batería de Torremolinos y me encontré con una pareja de jubilados ingleses que, como me contaron, vivían en un barco y se dedicaban a buscar tesoros por toda Europa», recuerda García.
Además de la modalidad tradicional, en los últimos años el 'geocaching' están surgiendo nuevas variedades, como la del 'webcam caché'. Una alternativa que existe en la propia calle Larios. López expone sus reglas: «En este caso, el 'geocacher' debe ponerse delante de la cámara y conseguir una prueba gráfica de que ha estado ahí. Para ello debe tener la ayuda de otra persona que en ese momento saque un pantallazo de la web que recoge las imágenes de la webcam», ilustra este malagueño que al igual que García anima a todo en mundo a que pruebe el 'geocaching'.
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Quienes deseen probarlo, el 26 de julio Málaga será sede de un encuentro internacional de 'geocachers' que espera reunir a más de cien jugadores dispuestos a buscar, GPS en mano, tesoros por las calles de la ciudad.
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