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TEXTO: MARINA MARTÍNEZ
Domingo, 27 de abril 2008, 03:46
LO suyo con la música no fue precisamente un flechazo. Siempre supo que sentía algo especial por el piano, pero lo de dedicarse a ello no lo tenía muy claro. Hasta que con catorce años, se lanzó. Comenzó a dar clases particulares y fue entonces cuando el gusanillo empezó a arraigar. Hoy, casi trece años después, el veleño Alberto Martín ha logrado forjar una carrera prometedora. Ahora acaba de ganar el II Premio Fundación Musical de Málaga al mejor expediente académico del Conservatorio Superior, lo que le permitirá perfeccionar su formación durante los próximos años.
«Estoy muy contento porque es una ayuda de verdad. Son 30.000 euros para dos años en un centro de reconocido prestigio a nivel nacional o internacional», argumenta Martín, que, de momento, se ha decantado por la Escuela Superior de Música Reina Sofía, considerada la mejor de España. El próximo año, ya verá. Al fin y al cabo, pensar en el futuro no es lo suyo. «No me gusta ponerme retos, prefiero las pequeñas metas alcanzables», advierte.
Paso a paso
Eso sí, puestos a pedir, no le importaría pisar los escenarios del Auditorio Nacional de Madrid o el Carnegie Hall de Manhattan. Pero «paso a paso», como él sostiene. No tiene nada que perder. «No me me obsesiono con el resultado, no soy perfeccionista en ese sentido», confiesa Alberto Martín, preocupado más por la música como obra, como composición. «Componer me gusta tanto o más que tocar», asegura.
No en vano, el joven estudiante entiende el piano como «un medio para acercarme a la música». Le ha ayudado a comprender a autores de la talla de Chopin o Brahms, algunos de sus favoritos.
Aunque no se fija modelos Alberto Martín. Al menos, no uno. Por ejemplo, no se puede resistir a la «chispa» de Horovitz o a la «maestría» de Arcadi Volodos, que precisamente se formó en Moscú con la misma profesora con la que ahora estudia él mismo en la Escuela Reina Sofía.
Nunca lo hubiera creído. Sobre todo, teniendo en cuenta que, según dice, empezó tarde. «Me vi en desventaja. No lo veía como una carrera profesional, así que tardé en decidirme. Pronto me di cuenta de que era lo que quería hacer», recuerda este estudiante para quien «dominar un instrumento es fácil». Lo que realmente valora es el trabajo del autor. «Me considero más músico que pianista», reconoce Martín, que añade con modestia, no obstante, que sólo está empezando.
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