TEXTO: A. J. L.
Jueves, 31 de enero 2008, 10:12
LARGA es la lista de libros que analizan la capacidad del arte para influir en el ánimo de quien lo mira. Pierre y Nicole Ghêne merecerían su propio capítulo en esta bibliografía. Pierre Ghêne y su mujer, Nicole, llevan más de 40 años coleccionando obras de Paul Delvaux, que parece hacer contagiado a este matrimonio del espíritu obsesivo que impregna su obra. Lejos de criticar la comparación, Pierre la celebra: «Es verdad, Delvaux es para mí una obsesión fascinante».
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La pareja visita Málaga estos días y ayer acudió a la presentación de la muestra sobre su autor fetiche. En realidad, era como estar en casa. No en vano, todas las piezas (menos dos) que componen 'Paul Delvaux. La segunda realidad' forman parte de su propia colección.
Labor de divulgación
Pierre y Nicole pasean por la sala de la Fundación Picasso como dos visitantes anónimos. Parecen radiantes, casi pletóricos, y explican a quien les quiera escuchar todos los detalles, todas las claves secretas de un autor no muy conocido por el gran público. Aunque los Ghêne están trabajando para que eso cambie.
Estos coleccionistas ya constituyeron una pieza esencial en la exposición sobre Delvaux que organizó hace diez años la Fundación March en Madrid, con la ayuda de la Fundación Carlos de Amberes. Después de tantos tiempo de estudio «y persecución», este veterinario belga de sonrisa fácil y gesto amable se ha convertido en uno de los especialistas más reconocidos en la vida y la obra de su paisano. Aunque él lo niegue.
En un fluido español, Pierre y Nicole recuerdan que la primera obra de Delvaux que vieron en su vida fue un dibujo que formará parte de la exposición que llegará a la Casa Natal dentro de un mes. «Es una pieza preciosa, de una delicadeza increíble», rememora Nicole mientras su marido asiente con la cabeza antes de repetir varias veces como un salmo: «Sí... un dibujo magnífico».
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No en vano, Pierre plantea con modestia su criterio al respecto: «Para mí, es sólo mi opinión personal, pero para mí Delvaux es mejor dibujante que pintor». En cuanto a la época predilecta, ambos coinciden en dirigir su mirada hacia la juventud del artista, cuando se centraba en los paisajes.
Debilidad por el paisaje
Para reforzar su elección, Pierre comenta de memoria un fragmento de la biografía del autor: «A principios de los años 20, Delvaux acudía todas las mañanas a la academia para dibujar los modelos y todos los días, por la tarde, pintaba los jardines que hay cerca de Bruselas».
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La pareja contempla satisfecha el resultado de su cesión, que ahora se exhibe en la ciudad. Han conseguido reunir una de las colecciones más importantes sobre el autor belga. Querían completar «todo el camino que hizo Delvaux para encontrar su propio mundo» y para eso han realizado viajes, indagaciones y, por supuesto, una importante inversión.
«Siempre hay algo que pagar», lamenta en broma Nicole mientras mira a su marido. Él se encoge de hombros, le devuelve la mirada y admite: «Sí, ya lo sé, tengo 'delvauxpatía'». Y los dos se ríen a gusto.
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