TRIBUNA

Noventa aniversario de Francisco Giner de los Ríos Morales, POR ANTONIO MARTÍN OÑATE

Giner de los Ríos encarnó como nadie la figura de hombre puente, enlazando la diáspora del exilio americano con la realidad existente a su regreso a España

ANTONIO MARTÍN OÑATE

Domingo, 30 de diciembre 2007, 02:37

«NACÍ en Madrid el 30 de diciembre de 1917. Tengo la edad de la última gran revolución del mundo y me creo nacido, si no bajo su signo mismo, sí con un definitivo signo revolucionario que atraviesa mi existencia entera y empuja mi destino». Con estas palabras inicia Francisco Giner de los Ríos Morales la Nota autobiográfica solicitada por los editores de la revista Litoral para la publicación en 1987 de una antología, que bajo el título La rama viva y otros poemas: España 1932-1938-México 1939-1966 recogía su producción poética de ese periodo.

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En este año y mes del centenario de la Generación del 27 se cumple tal día como hoy el 90º aniversario del nacimiento de Francisco Giner de los Ríos Morales, un hermano menor del grupo de poetas que integraron dicha generación. Francisco creció en el seno de una familia cuyos miembros formaban parte de la auténtica aristocracia intelectual de aquella época y asistió como alumno al Instituto Escuela de la Institución Libre de Enseñanza, donde su tío-abuelo -D. Francisco Giner de los Ríos- puso en práctica la filosofía pedagógica del krausismo, orientada en última instancia a formar al hombre nuevo que requería la sociedad en aquel tiempo. La Residencia de Estudiantes, donde se conocieron y forjaron una sólida amistad la mayor parte de los miembros del 27, fue un luminoso complemento de esta obra pedagógica. Allí Francisco los conoció desde su menor edad.

El alzamiento militar de 1936 contra la II República cambió el rumbo de muchas vidas, entre ellas la de nuestro poeta. Así, el 9 de febrero de 1939, tuvo que salir de España rumbo a Estados Unidos, para pasar desde allí en autobús a México, donde se reencontró con don Enrique Díez-Canedo y con su hija Mª Luisa, de la que había sido compañero de clase y novio en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, y con la que meses después se casó. Previamente a la boda el sentimiento de solidaridad, muy presente en el ánimo de los exiliados españoles, hizo posible que el joven Francisco consiguiera un medio de subsistencia trabajando en la Casa de España en México, junto al propio Díez-Canedo y a Moreno Villa, Gaos, etc.

En México nacieron sus hijos (Bernardo, Mª Luisa y Francisco) y en México murieron sus padres. México, por tanto, acaparó la cuota más importante de sus alegrías y, también, de sus penas y frustraciones dentro de su ciclo vital como hombre y como intelectual. Así, en 1940, aún no cumplidos los 23 años de edad, asiste dichoso al nacimiento de su primer hijo -Bernardo-, y meses después, al de su primer libro -La rama viva-, prologado por el mismísimo Juan Ramón Jiménez, con el cual dio inicio a la colección Tezontle, del Fondo de Cultura Económica. A La rama viva siguieron Pasión primera, Romancillo de la fe, Los laureles de Oaxaca, Jornada hecha y un largo etcétera de poesías, artículos, ensayos, traducciones y prólogos.

En 1944, junto con Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Moreno Villa y Juan Rejano, recuperaron para la revista Litoral el pulso interrumpido tras la publicación en Málaga del nº 9 (año 1929). Fue la etapa mexicana de Litoral. Esta tercera época sólo alcanzó a ver tres números (uno de ellos monográfico dedicado a su suegro D. Enrique Díez-Canedo). También ese mismo año nació su hija Mª Luisa.

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Como muy interesante y enriquecedora podemos considerar su larga estancia en Chile (17 años) en su condición de funcionario de la ONU. En 1973 Giner revivió allí los tristes acontecimientos no olvidados de la insurrección militar de Franco. El también general Augusto Pinochet se levantó en armas contra el Presidente Salvador Allende, que murió en el bombardeo y asalto al Palacio de la Moneda. Nuestro poeta no pudo ayudar en ese trance a su amigo Allende, pero sí lo hizo, en la medida de sus posibilidades, con muchos de sus amigos chilenos.

Por fin, en 1975, el poeta regresa definitivamente a España y se instala en Nerja. Habían coincidido dos circunstancias propiciatorias: su jubilación como funcionario de la CEPAL y la muerte de Franco. Nunca pasó por su mente la idea de renunciar a su retorno. Ya había dejado constancia escrita de ello en 1943: « Cuando España y su lucha se han hecho carne de uno mismo en los años pasados, la razón de España es razón de vida, razón de ser, destino redondo. Y hasta que el círculo no se cierre, hasta que la luz no sea donde uno la vio nacer, verdadera, en los días más altos, no se puede cortar para siempre. Abandonar aquello sería abandonarnos, perdernos sin sentido Y estoy esperando bajo el cielo generoso de México».

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Francisco Giner de los Ríos Morales encarnó como nadie la figura de hombre puente, enlazando la diáspora del exilio americano con la realidad existente a su regreso a España, así como los distintos movimientos literarios representados por las llamadas Generación del 27 y Generación del 36 y los posteriores surgidos hasta su muerte.

Viajes, conferencias, lecturas de poemas, presentaciones de libros y revistas, proyectos editoriales, etc., ocupan su tiempo de retiro en la casa de Nerja. A finales de 1985 inicia su colaboración con el Centro Cultural Generación del 27, junto a Pablo García Baena, José Luis Cano, Rafael Pérez Estrada y otros como miembro de su consejo asesor.

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El periplo de Francisco Giner fue también el de su biblioteca. Con ella regresó para asentarse finalmente en la añorada Nerja de los veranos de su niñez, en la casa con huerto de la calle Hernando de Carabeo, frente al trozo de mar que baña sus costas. Allí, en 1993, presintiendo que la muerte no tardaría demasiado, decidió que aquel patrimonio bibliográfico acumulado por él y por su esposa a lo largo de tanto tiempo y tantas geografías no debía ser confiado exclusivamente a las ya también escasas fuerzas de doña Mª Luisa. De esta manera su biblioteca y archivo pasarían a su muerte al Centro Cultural Generación del 27, donde se encuentra desde 1995 debidamente catalogada e informatizada a disposición de todo el que necesite consultarla.

Creo honradamente que son suficientes las razones expuestas en el corto espacio que nos ofrece esta sección para que hoy, día en que se cumple el 90º aniversario de su nacimiento, tengamos un agradecido reconocimiento a la memoria de Francisco Giner de los Ríos Morales.

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