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ANA PÉREZ-BRYAN
Miércoles, 28 de mayo 2014, 03:27
La historia de Miguel Palacios (Málaga, 1970) es la historia de un sueño. En sentido literal. En primer lugar porque es ahora, bien cruzados los 40, cuando se ha decidido a dar un nuevo giro a su vocación literaria con la publicación de los textos que ha ido firmando a lo largo de años fértiles como dramaturgo, poeta y novelista; y por otra parte porque la primera historia que lo coloca en el escaparate de la actualidad literaria tiene su origen, precisamente, en los sueños que marcaron su adolescencia. «No sé si fueron premonitorios o en qué medida influyeron en el desarrollo de la historia, el hecho es que me puse con el primer borrador en el año 1997». Palacios se refiere a los mimbres con los que ahora (re)construye 'Los adoradores de la serpiente roja', un texto que quedó finalista del Premio Minotauro de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica en 2010 pero que ahora ha enriquecido y ampliado con dos nuevos capítulos hasta dejarla a su gusto.
«Es que soy un escritor de fuego lento», bromea el autor cuando se refiere a las idas y venidas de la novela, que sin embargo ha tenido una evolución más que apreciable desde el momento en que cayó en manos de Ferrán Fernández, director de Luces de Gálibo. Su entusiasmo al leer el borrador se materializó rápidamente en la edición del texto, con la que el sello local revalida su apuesta por la narrativa.
Y lo hace con una historia que de entrada tiene todos los ingredientes para enganchar al lector. «Las primeras críticas han sido buenísimas», celebra el autor, que firma una trepidante historia cuyo eje central es el asesinato de una diseñadora en el Barrio de la Trinidad. En este sentido, Palacios ambienta su novela en la escena cercana, la que mejor conoce, y empuja el desarrollo de la trama a lugares como Teatinos, el Arroyo de los Ángeles, Cerrado de Calderón, los Baños del Carmen o Calle Alcazabilla. De un lado a otro se mueve el inspector Gonzálvez, el protagonista y encargado de descubrir todas las aristas del crimen. «La escena que encuentra al lado del cadáver es brutal, pero sin embargo no hay ni rastro de sangre. Sólo un misterioso mensaje escrito en latín, y esta vez sí con sangre, en una pared cercana», desvela el novelista.
El bien y el mal, en conflicto
La experiencia del investigador es la clave para conectar este crimen con otro muy similar ocurrido veinte años atrás en una playa de Cádiz y que además permite establecer ciertos vínculos con el mundo satánico. Pero Gonzálvez no tira del hilo en solitario. El hermano de la víctima también tratará de arrojar luz sobre el caso hasta convertirse en el segundo gran protagonista de una historia que plantea desde el origen «el eterno conflicto entre el bien y el mal y cómo al final cada uno tiene la responsabilidad de elegir a qué carta se queda». Sin carga de moraleja ni de lo que debe ser o no, Palacios se sirve de las herramientas del género gótico para que el argumento avance del lado de las sectas satánicas, un terreno más que atractivo desde el punto de vista literario que a medio plazo tendrá su reflejo en una precuela y en una secuela.
«Los tres libros podrán leerse de manera independiente», promete el autor, que por ahora compatibiliza la promoción de la novela -ayer la presentó en el CAL- con su trabajo como profesor de Dramaturgia en la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba. El carácter polifacético de Palacios -también doctor en Periodismo- no termina ahí, ya que además dirige la compañía Producciones Teatro de los Orígenes y sigue cultivando la poesía y el teatro, con más de veinte textos escénicos escritos que poco a poco irán viendo la luz. Por ahora, disfruta del éxito de su primera novela, que cierra una carambola de sueños que, en su caso, fueron premonitorios, pero para bien.
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