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REGINA SOTORRÍO En Twitter: @ReginaSotorrio
Jueves, 3 de abril 2014, 09:39
Cuentan los historiadores que el castillo de Morón de la Frontera (Sevilla) fue levantado en la loma más alta del lugar por los árabes en el siglo XIII. Tras la Reconquista, nobles como el Duque de Osuna lo convirtieron en su vivienda. Las tropas de Napoleón se cebaron con él en el XIX y derribaron a base de bombas sus muros y sus torres. A partir de entonces fue hogar de gitanos y marginados, refugio de opositores políticos durante la Guerra Civil y cobijo de quien poco o nada tiene. «Estas piedras escriben la historia de los nadie, los perseguidos, los expulsados.», detalla el director y dramaturgo Raúl Cortés. Por eso parece lógico que hoy sean otro tipo de 'sin techo' quienes lo ocupen, artistas con talento y ganas sin un espacio propio donde enseñar su arte. Hasta ahora. Dos compañías malagueñas, Trasto Teatro y SilencioDanza, se han hecho con la gestión de esta fortaleza en ruinas para transformarla en un centro de investigación escénica. «Sabemos que es una quijotada, una locura, pero nos hace mucha ilusión», añade la bailarina y coreógrafa Nieves Rosales.
Hasta hace no mucho, cuando se quería ofender a alguien en el pueblo por su condición social o sus escasos modales se le decía «castillero». El reto es que esa palabra cobre un significado bien distinto. Cortés, natural de Morón de la Frontera, y Rosales, de Málaga, presentaron al Ayuntamiento del municipio una propuesta para recuperar este patrimonio, Bien de Interés Cultural, y darle un nuevo uso artístico. Después de meses de negociaciones, lo aprobaron.
Multidisciplinar
La idea es convertirlo en centro «multidisciplinar» con una programación anual de teatro, danza, música, mimo y hasta el circo que dé cabida a «grupos alternativos que de otra manera no pararían en Morón». Por allí pasarán artistas de primer nivel como Ara Malikian, que inaugurará un festival de música en julio; se subirán a sus tablas compañías de Israel, Brasil, Ecuador, Francia o Armenia; actuarán bailarines como Daniel Doña o Thomas Noone; y bailaoras flamencas como Lidia Valle y la malagueña Luisa Palicio. Además concederán becas de residencia y convocarán talleres de formación. «Tal vez con el tiempo pueda consolidarse como escuela», indica Rosales. De momento, la agenda se inaugura el próximo 26 de abril con la compañía catalana La Valenta, que pondrá en escena una obra sobre la memoria histórica. Los días previos impartirá un taller en Málaga.
Están acostumbrados a trabajar en espacios experimentales y fuera de lo convencional. Trasto Teatro fue pionero en llevar las artes escénicas al interior de una vivienda particular en Teatinos, la propia casa de su director. Y junto a SilencioDanza, Raúl Cortés cerró su Trilogía del Desaliento con la obra 'No es la lluvia, es el viento', Premio de Creación 2012 en Cáceres. Pero habilitar un castillo es todo un desafío. Tras los bombardeos franceses y décadas de deterioro, quedan en pie dos torres con un gran patio de armas en el centro. La torre del homenaje será la sede principal, donde instalarán unas gradas móviles en las que podrán sentarse unas 80 personas. El otro torreón se usará como camerino y el patio central cobrará vida en verano con espectáculos al aire libre. Calculan que podrá acoger a más de cien personas.
El Ayuntamiento les cede el recinto durante un año prorrogable y asume las obras de mayor envergadura para acondicionarlo (el cierre de una claraboya rota, instalación de baños, refuerzo de la puerta de entrada.), pero la gestión será totalmente privada. «Hemos roto la hucha para hacernos cargo de esto», admite la bailarina profesional, que cada viernes hace las maletas con destino al castillo -está a una hora y tres cuartos de Málaga- tras terminar sus clases en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga, donde es profesora. Raúl Cortés, afincado durante años en Málaga, ha trasladado su residencia a Morón para volcarse de lleno en este proyecto.
La historia tiene un bonito toque romántico, pero la realidad es mucho más dura. Desde hace semanas, trabajan a destajo con el pico y la pala limpiando y adecentando el lugar. Hacía 22 años que no se intervenía en el castillo y en su interior han encontrado «de todo». «Es una inmensa ruina donde anidan roedores de todo tipo, reptiles varios, toda clase de pajarracos y una gran cantidad de basura», explica Raúl, que confiesa que tiene las manos destrozadas de tanto limpiar.
Pero sarna con gusto. pica menos. «Somos un grupo de locos que queremos recuperar un símbolo patrimonial de la baja Andalucía y para ello hemos elegido nuestro oficio: el teatro. Ya ves, el arte (escénico) tratando de resucitar otro arte (patrimonial); es decir, un enfermo cuidando a otro enfermo», concluye. Quizás así se salven los dos.
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