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REGINA SOTORRÍO
Martes, 11 de marzo 2014, 09:38
«¿Necesita Málaga un auditorio?». La pregunta puede parecer retórica porque, de entrada, no hay dudas sobre su respuesta: «Sí». Pero acto seguido se plantea un interrogante: «¿Cuál?». Y entonces se abre el debate. La Asociación Amiga de la Ópera reunió ayer en el salón de actos de Unicaja a representantes del mundo musical para profundizar en la pertinencia de este equipamiento.
Para unos, como el gerente de la Filarmónica de Málaga, Juan Carlos Ramírez, el proyecto de San Andrés solucionaría muchos de los «problemas» con los que se enfrenta la orquesta. También para Carlos Álvarez es una exigencia para la música en general y la lírica en particular. Las dudas llegan cuando se aborda su «proporción», como apuntó el director del Conservatorio Superior de Música, Francisco Martínez. O cuando se plantea si hay que seguir esperando a que el gran auditorio llegue: para Pedro Martín-Almendro, director de la Fundación Málaga, hay que buscar alternativas mientras tanto. Seguía con atención todos los argumentos Francisco López, presidente de la Asociación Amiga de la Ópera y director del Consorcio del Auditorio.
Moderados por el periodista de SUR Antonio Javier López, que recordó que hace 24 años que se habla de este equipamiento, los cuatro ponentes admitieron su necesidad pero discreparon sobre el hecho de si tener un «contenedor» donde exponer la oferta musical impulsaría la demanda. Ramírez sostiene que sí, que la «estabilidad» de fechas crearía público. Y es más, está convencido de que con el Auditorio proyectado no hubieran desaparecido ciclos -como el de Música Antigua y Contemporánea-, la OFM contaría ya con una academia, gestionaría su propia taquilla -ahora es del Cervantes-, se ahorrarían el coste de alquiler de sala de ensayo y sería más factible acceder a patrocinios. Por este «trasatlántico de la cultura» merece la pena -dice- esperar a que mejore la situación para llevarlo a cabo.
Lo cree también Carlos Álvarez. La falta de un auditorio es, en su opinión, uno de los motivos de que haya descendido «la calidad y la cantidad» de los espectáculos musicales que se ofrecen en Málaga. Eso y que la responsabilidad de programarlos «no siempre ha estado en las manos adecuadas», lamenta. Por eso, clama por una «profesionalización» de la cultura y de su gestión, que no esté «en manos de cualquiera». Defiende el auditorio de San Andrés, en el que se daría cabida a la lírica y respondería a las necesidades de «enorme población flotante» que tiene Málaga. Y apuntó: el retorno que genera la ópera es tres veces lo invertido. «Si es de calidad, siempre está llena», declara.
Para Martínez un «contenedor cultural» no incentivaría por sí solo al público. «La riqueza de una oferta, si no está bien trabada, si cada uno va por su lado, por sí misma no estimula el arranque de la demanda que todos deseamos», señaló. En su opinión, es cuestión de «calidad y talento» más que del espacio; y, aunque elogia el diseño del equipamiento en San Andrés, plantea dudas sobre si su «proporción» es la adecuada.
Martín-Almendro va un paso más allá: «No hace falta un auditorio, sino varios». Por no más de dos millones de euros (frente a los cien previstos para el equipamiento del Puerto), enumera tres alternativas al gran auditorio durante este compás de espera al que obliga la crisis. Propuso acondicionar el Palacio de Ferias, recuperar el edificio del Banco de España para música de cámara y crear un recinto al aire libre entre Gibralfaro y la Alcazaba para el verano. Eso sí, manteniendo siempre el consorcio «vivo sobre todas las cosas», y con él el proyecto.
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