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Días de vino y prosas
LÍNEA DE FUGA

Días de vino y prosas

La calidad y calidez de Pálido Fuego. La memoria recuperada de Mercedes Formica. Y Alcántara, entre amigos y copas

ANTONIO JAVIER LÓPEZ

Domingo, 10 de noviembre 2013, 02:55

Ahora las vergüenzas son menos con el WhatsApp. Puedes pedir perdón o cariño con la punta de pulgar, guiñar un ojo, endemoniarte, ponerte folclórica o esconderte detrás de la maravillosa ambigüedad de un zurullo sonriente. A mí, por ejemplo, me ahorra un pequeño trago que mantengo entre mis costumbres insolentes: exporto la carta a los Reyes Magos al resto de mis efemérides personales y redacto una pequeña -y modesta- relación de artículos deseables. Casi siempre libros, no doy para más. Al principio la escribía a mano, pero el ejercicio del periodismo me ha retorcido el colmillo y la letra, así que pasé al ordenador. Aquello parecía muy frío, casi un albarán, así que desde hace un tiempo paso la petición por la calidez del WhatsApp. Me acuerdo de que las primeras listas solían incluir algo así como: 'Y si no encontráis ninguno, cualquiera de Anagrama, de los amarillos'. Cultivaba el esnobismo juvenil que prefiere lo extranjero a lo hispano (esos tienen las cubiertas grises), pero sabía que (casi) cualquier cosa de aquella editorial me gustaría. O al menos despertaría mi interés. Así llegaron Auster, Houellebeq o Sebald. El menú se fue ampliando a Periférica, Impedimenta, Errata Naturae, Miscelánea o Páginas de Espuma, hasta llegar al último descubrimiento: la mexicana Almadía. El gusto reside sólo en el autor, sino en el sello que decide imprimir ese taco de hojas. Ahí está la garantía. Desde hace un año sucede con la malagueña Pálido Fuego. La calidad de su catálogo quizá sólo sea comparable al riesgo empresarial que supone. Editar inéditos en castellano de David Foster Wallace, William T. Vollmann o Mark Z. Danielewski sitúa a la Pálido Fuego en el Rincón del Lector Gourmet. Su apuesta ha sido recibida con más entusiasmo lejos que cerca. Quizá eso constituya el primer indicio que de uno va por buen camino. Mañana sale a la venta 'La casa de hojas', fenómeno editorial en medio mundo y bendecida por Spethen King como «el 'Moby Dick' del género de terror». Se ve que no es suficiente para los responsables del Centro Andaluz de las Letras (CAL), que esta semana acogió la presentación del libro y dio al acto una difusión escuálida. La respuesta fue el auditorio más que concurrido, una hora y media de charla y (¡pardiez!) algunos libros vendidos. Deberían tomar nota en el CAL para próximas ocasiones.

El 'exilio interior' de Pálido Fuego recuerda un poco al que ha sufrido la figura de Mercedes Formica. Feminista, falangista y guapa, escribió esta semana un compañero de oficio. Quizá lo raro habría sido que le hicieran más caso. Ahora la editorial Renacimiento -otra de la lista del WhatsApp- y el Instituto Municipal del Libro (IML) reeditan sus memorias. Buena noticia para enfilar el décimo aniversario del instituto, que sigue de prestado en el Museo del Patrimonio. La ciudad acoge tres instituciones dedicadas al libro: una municipal (el IML), una provincial (el Centro de la Generación del 27) y una regional (el Centro Andaluz de las Letras). Ninguna de las tres atraviesa su momento más boyante, pero en Sevilla todavía hay quien amaga con una nueva institución libresca en Málaga. Puede que donde cabe dos quepan tres, pero cuatro sí parecen multitud.

Y ni uno ni dos ni tres, sino sesenta amigos se juntaron el jueves por la noche para celebrar una 'cata de poesía' junto a Manuel Alcántara. Maridar vino y versos, una idea exquisita desarrollada por la fundación dedicada al poeta. Una velada para guardarla en la memoria y en el cielo de la boca. Y en la boca del estómago del maestro Alcántara un nudo de emoción contenida. Un abrazo al aire y a todos. Vino, amigos y poemas. Y lo demás es silencio. Incluso en el timbrecito del Whatsapp.

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