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CURRO TROYA
Lunes, 4 de noviembre 2013, 04:27
Son casi tres los años que ya han pasado desde que nuestro Ayuntamiento cerró la compra del Astoria. Es quizás una de las operaciones de Francisco de la Torre que cada día cuesta más entender. En realidad, resulta casi inexplicable que ese inmueble se comprara a precio de burbuja inmobiliaria casi tres años después de que la crisis hubiera estallado.
Tampoco hubo nunca una idea real que justificara el gasto. Se empezó con aquello de que el edificio era 'emblemático', se pasó a lo de la 'parcela estratégica' como anexo de la Casa Natal, se continuó con el museo de museos -el 'Guggen' chico- hasta la reciente hipótesis del mercadillo gourmet y, si nada lo remedia, es posible que terminemos con un imprescindible museo que impida la extinción de la rata brava victoriana.
Casi peor resulta aún que nadie haya explicado/investigado -tanto quita, quita tanto- por qué el Ayuntamiento no compró la manzana a la familia Moreno (sus dueños originales); ni cómo el siguiente propietario -Antonio Rubio-, que llegó a ofrecer al alcalde el inmueble sin plusvalía alguna, se lo vendió a Baensa -harto de la pasividad, indecisión, animadversión o incapacidad 'delatorriana'- con pelotazo incluido. Ese sobreprecio que hoy estamos pagando todos los malagueños al adquirirlo De la Torre para Málaga, delfín muerto aparte (un tal Manolo Díaz que continúa ahora su trayectoria en otras chacinas con marca propia).
Nuestro 'alcalde-emperador' debió leer a Michael Ende y su interminable y fabulosa historia. Decía el escritor alemán que cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar siempre el camino opuesto. A la manera de Dante en su 'Divina comedia', el futuro paraíso del Astoria debió comenzar en algún momento en este infierno que estamos pasando. No se explica de otra forma: Como Ende, son muchos los populares que quieren que le demos la espalda a la realidad y veamos sólo lo fantástico.
Muchas 'gaviotas' sin oficio conocido o ejercido pero con pingües beneficios en forma de nómina llaman a todo esto gestión ¡Pues que viva la gestión del Emperador Francisco! .y que siga haciéndose estos carísimos e invisibles trajes, pero que demuela ya el Astoria. Sus vergüenzas ya las tenemos muy vistas y, además, las pagamos.
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