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Metros de irracionalidad
EL MIRADOR

Metros de irracionalidad

Y la bóveda verde de la Alameda debería protegerse como uno de los grandes monumentos de la ciudad

TEODORO LEÓN GROSS

Lunes, 14 de octubre 2013, 04:11

Un político no sólo es, como ironizaba el viejo Kruschev, alguien capaz de prometer un puente incluso donde no hay río. Es alguien, de hecho, capaz además de construir ese puente. Por eso hay aeropuertos sin aviones; trenes sin pasajeros, cárceles sin presos o centros culturales vacíos. Tuvieron su utilidad, pero solo para ganar elecciones. Y ese cortoplacismo táctico parece que no se pinchó con la burbuja. Aún es fácil caer en la tentación de construir un túnel a ninguna parte; o lo que es peor, hacia el desastre. El Metro en la Alameda está bajo esa sospecha. La solución de Atarazanas es una síntesis lógica del conflicto enquistado: A) bajo la Alameda; B) sobre la Alameda; así que C) bajo la mitad de la Alameda. La pregunta es ¿y si tanto la tesis como la antítesis eran dos errores, de modo que la síntesis es un gran error? Es una opinión generalizada entre los expertos, y en eso han coincidido cuatro notables convocados por el Colegio de Arquitectos: Carrera, Asenjo, Reinoso y el ingeniero Carlos Miró. Ninguno firmaría atravesar la Alameda.

Algunos defienden el paso por Muelle de Heredia, dinamizando la integración del Puerto allí. Ese recorrido resulta muy permeable a la Alameda a través del 'Soho'; y la parada en la Plaza de la Marina es a todos los efectos Larios. Otros cortarían el trazado de momento en El Corte Inglés, centro no sentimental pero bastante real de la ciudad. La línea 3 de El Palo se da por improbable, así que toca valorar el desarrollo hacia el norte populoso antes de continuar con la línea 4. Pero hay algo compartido por todos: la Alameda no. Un muro de veinte metros, además de la arboleda, afectaría al equilibrio freático amenazando los edificios al desecar el sur y anegar el lado norte. Demasiadas malas noticias. Y la bóveda verde de la Alameda debería protegerse como uno de los grandes monumentos de la ciudad. En definitiva, la obra es costosísima, peligrosa e innecesaria. Claro que esas tres cosas no suelen preocupar al político cuando tiene un plan entre ceja y ceja.

Como en aquel artículo memorable de Camba de un alcalde que pedía un puente pero le daban un puerto porque ese año convenía hacer puertos; el Metro se debe a los años en que a la Junta le convenía vender metros: Sevilla, Málaga, Granada, tranvía de Jaén. Metros y Metros de irracionalidad. Kilómetros. Es el momento de parar, recomponer los planes y ver cómo rentabilizar lo hecho; sin jalear el tirititrantratrán propagandístico anunciando nuevos trazados, líneas, licitaciones. De los polvos de esa inercia, estos lodos. Y el túnel de la Alameda puede añadir muchos metros de irracionalidad. Toca templar, reflexionar con rigor. Y considerar que el heraldo de 'el alcalde que llevó el Metro en la Alameda' puede convertirse en la desoladora leyenda de 'el alcalde que destruyó la Alameda'.

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