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ALBA CASTILLA
Domingo, 22 de septiembre 2013, 13:53
Nuestras calles se han quedado pequeñas para la periodista Alejandra Andrade (Madrid, 1979). Tras entrenarse con 'Callejeros', la reportera de 'Encarcelados' (los jueves, a las 22.30 horas, en La Sexta) ha cruzado el 'charco' sin hacer escala en playas paradisiacas. Todo lo contrario. Junto a su compañero Jalis de la Serna denuncia cómo malviven los españoles en las prisiones latinoamericanas.
- ¿La cárcel más dura?
- En Brasil fuimos a una prisión de máxima seguridad donde los presos van con un mono naranja, pasan 23 horas en la celda, se desnudan antes de salir, no pueden mirar a la cara a los funcionarios... Salí con mal cuerpo al ver la humillación que sufrían. Los españoles que están recluidos allí están afectados psicológicamente y no tienen contacto con España.
- En el programa denuncian casos de extorsión.
- Sobre todo les extorsionan sus compañeros. En Perú, había un chico de 22 años a quien le llamaban 'Pollito'. Este chico se volvió drogadicto en la cárcel porque tenía una depresión brutal. Allí se fía la droga y cuando no tienes para pagar es cuando te dan palizas. A este chico le habían torturado, le habían dado descargas eléctricas...
- ¿Cómo reaccionan los presos al ver la cámara?
- Al principio, cuando contactas con ellos, no quieren salir. Pero cuando nos ven allí dentro cambian de opinión. Llevan sin ver a un español mucho tiempo y lo reciben como un apoyo del país. En Brasil había un señor que se puso a llorar cuando le abracé. Me dijo: 'Hace dos años que no me da un abrazo nadie'. Los que se oponen es porque su familia no sabe que están presos en Latinoamérica.
- ¿Les han ayudado?
- Los informativos de La Sexta se pusieron en contacto con el Ministerio de Exterior para preguntar por Paco, un preso de República Dominicana al que visitamos. Está muy enfermo y no tiene medicinas. Dijeron que le iban a ayudar, pero no ha habido ningún comunicado. Las embajadas conocen la situación en la que están porque cada cierto tiempo van a llevarles dinero. Nos encantaría que esta serie sirviera para que los consulados ayudaran más a los españoles que están en situaciones tan espantosas. Y también para que cambien de idea los que se plantean ser mulas del narcotráfico. Pueden terminar así.
«Se vive mucha tensión»
- ¿Pensó: 'De aquí no salgo'?
- No, aunque he pasado miedo. En La Victoria, en República Dominicana, me puse nerviosa porque desapareció una compañera durante una hora y media. Luego apareció sana y salva. Normalmente hay ganas de salir rapidito porque se vive mucha tensión. He grabado con camellos en barrios como La Cañada Real y reconoces en sus miradas cuando dicen: 'Hasta aquí has llegado'. Pero allí, como es otro lenguaje, no terminas de saber qué piensan.
- ¿Tuvo miedo por ser una mujer entre tantos hombres?
- En estas cárceles entran prostitutas, sus mujeres. Nosotras llamamos la atención bastante al ser europeas, pero se han comportado. Hubo algún grito y, sobre todo, miradas. Nunca me han intentado tocar.
- ¿Cómo reacciona al descubrir que entrevista a un asesino?
- Los españoles están por tráfico de droga y con ellos te sientes protegida. En Brasil estuvimos en un psiquiátrico penitenciario donde vimos psicópatas, sociópatas... Había uno que había matado a sus bebés a golpes, otra que quemó el carrito con su hijo dentro, un violador de niños... Para un periodista son entrevistas brutales, pero te afecta mucho personalmente.
- ¿Cómo llega usted a casa?
- Aún no me ha dado tiempo a asimilarlo. Cuando termine de trabajar supongo que me dará el bajón. Además, tengo hijos y cuando estoy en Madrid intento ser una madre normal para recuperar el tiempo que he estado fuera de casa.
- ¿Su familia no pasa miedo cada vez que va al trabajo?
- No, porque no soy una inconsciente. Profesionalmente me pareció súper interesante el programa, pero tengo hijos y no soy una loquita. En las cárceles siempre íbamos con algo de seguridad y con mucho cuidado. En Costa Rica queríamos ver a un español que estaba en un módulo donde hubo problemas con los funcionarios la semana anterior. Nos dijeron que para entrar teníamos que firmar una carta para despojarles de responsabilidad si pasaba algo. No entramos, no me la quería jugar.
- ¿Las cárceles son buenos correccionales?
- Este tipo de cárceles, no. No he entrado en las españolas, pero algunos reincidentes nos comentaron que las de aquí son hoteles de cinco estrellas. No creo que la cárcel sea buena para nadie y menos si no se respetan los derechos humanos. No sirve para nada esta jungla en la que te sueltan para que se salve el que pueda.
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