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José Luis Río, en su mesa de trabajo, en la que se acumulan las pruebas de color de su nuevo proyecto para la editorial Delcourt. :: ANTONIO SALAS
El mago de los colores
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

El mago de los colores

José Luis Río trabaja desde Málaga para los aficionados al cómic de medio mundo. Su oficio, el de colorista, es tan minucioso como desconocido, pero de él depende que la viñeta termine de funcionar

ANA PÉREZ-BRYAN En Twitter: @anaperezbryan

Miércoles, 18 de septiembre 2013, 14:08

¿Alguna vez se ha planteado, cuando un cómic cae en sus manos, todo el trabajo que se esconde detrás de cada viñeta? Muchos consideran que es precisamente ése el valor de las series animadas: la capacidad de llegar de manera fresca y espontánea al lector para que ese 'todo' funcione con la precisión de una máquina perfecta. Para que se haga la magia. Pero si se profundiza un poco, llama la atención la extraordinaria cantidad de medios y talento que son necesarios para alumbrar ciertos proyectos. Porque en el cómic hay de todo, y más allá de los ejemplares de consumo rápido existe otra manera de trabajar que roza la categoría de arte. En ese privilegiado grupo de artistas tiene mucho que contar y que pintar José Luis Río, profesional nacido en Castellón y residente en Málaga que desde hace más de ocho años se dedica a hacer realidad las historias que luego disfrutan miles de lectores.

En su tarjeta de visita se anuncia como 'colorista', es decir, como el profesional que da color a las viñetas una vez que cae en sus manos el ejemplar del cómic en blanco y negro. Él es el último -y definitivo- eslabón de una cadena que comienza en el guionista de la historia, sigue en el ilustrador y termina en el entintador, un grupo que suele trabajar de forma compacta y que añade valor al proyecto por su alto grado de especialización. En el caso de José Luis, Internet es el hilo invisible que le une a sus cuatro compañeros, cada uno de una nacionalidad diferente. Y todos andan embarcados ahora en uno de los proyectos más ambiciosos de la editorial Delcourt, una referencia en el cómic internacional con sede en Francia.

El país galo es, de hecho, una auténtica factoría de producción de cómics. «Hay dos mercados fundamentales: el de Estados Unidos y el europeo, que se reparten sobre todo Francia y Bélgica», constata el colorista, que quizás echa de menos más afición en España. Porque al margen de las tiras de Mortadelo y Filemón con las que se han criado generaciones enteras, la novedad de 'Walking Dead' y los ejemplares de corte erótico, existe otro tipo de oferta que aún no ha calado en el público español. Es el caso de la serie para la que trabajan Río y su equipo, 'Les reines de sang', cuya ajustada mezcla entre el pasado histórico de Francia y una ambientación cercana a 'Juego de Tronos' mantiene en todo lo alto el entusiasmo de un público fiel. Basta un dato: de cada volumen -van por el tercero- se han tirado unos 10.000 ejemplares, un hito si se compara con España, donde los proyectos que mejor funcionan apenas llegan a 3.000.

Reinas y malvadas

La primera entrega del sello Delcourt recreó las andanzas de Isabel de Francia, y en esta nueva aventura animada es Leonor de Aquitania (Alienor) la que toma el testigo en dos ejemplares consecutivos. «Esta fórmula tiene unos resultados muy buenos», se felicita Río, que ha logrado aunar afición y profesión gracias a las biografías de reinas francesas que destacaron por su crueldad. El fascinante resultado llega a las librerías especializadas una vez al año, un tiempo que no resulta excesivo si se tiene en cuenta que sólo en colorear se emplean «casi seis meses». Este profesional hace el cálculo mientras estudia sobre la pantalla del ordenador las tonalidades que imprimirá a los dibujos en blanco y negro que acaba de recibir de Carlos Gómez, el ilustrador. «Él es muy minucioso, así que el color tiene que estar a la altura», añade Río, cuyo mérito está en interpretar el dibujo «y dotarlo justo de la luz y del ambiente que necesita la historia». Y hacerlo no siempre es fácil. José Luis tarda una media de dos o tres días en completar cada página y avanza a una media de una docena al mes.

Por eso en su oficio, como en otros muchos, la disciplina es más que una exigencia. A pesar de que se considera un «privilegiado» por poder vivir de lo que le gusta, las ocho o nueve horas diarias frente al ordenador no se las quita nadie. Su jornada laboral comienza de madrugada, en torno a las cuatro, un ritual en el que coincide con la mayoría de sus compañeros: «Casi todos los que hacemos cómic trabajamos de noche», admite con una sonrisa este colorista con vocación de ilustrador. Ésa es su auténtica pasión, de hecho su casa está plagada de cuadros con su firma que expone de vez en cuando, y en su mesa de trabajo se acumulan los encargos para otras disciplinas, como la publicidad. Lo último: el diseño de unas cajas de galletas que se venden en exclusiva en tiendas de souvenirs. Arte con buen gusto para turistas y e historias inolvidables para los lectores de cómics. Al fin y al cabo, todo forma parte de la misma virtud: la de hacer magia con los colores.

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