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J. C.
Miércoles, 7 de agosto 2013, 12:08
Torres no es un apellido cualquiera para el gilismo. El destino quiso que un joven juez llamado Miguel Ángel aterrizara en Marbella para dirigir un golpe letal contra el manto de corrupción que había enraizado en el Ayuntamiento. Pero él no fue el primero. Santiago, otro magistrado de idéntico apellido, ya intentó cortar mucho antes las malas hierbas.
Llegó a Marbella en junio de 1997. Santiago Torres tenía 34 años y apenas llevaba ocho en la carrera judicial, en la que ingresó por «vocación». De hecho, es el único de su familia. Se hizo cargo del Juzgado de Instrucción número 7 de la ciudad, donde poco después fue designado como juez decano.
El magistrado marcó un antes y un después en Marbella con la instrucción del 'caso Belmonsa', la primera causa urbanística abierta contra una actuación municipal relacionada con la concesión ilegal de una licencia, por el que fueron condenados Julián Muñoz y Juan Antonio Roca, entre otros.
Pero el verdadero punto de inflexión, el que acabó con la sensación de impunidad, llegaría poco después con el 'caso Camisetas', que en 1998 llevó a Jesús Gil a la cárcel. Aunque salió de prisión solo un mes más tarde alegando motivos de salud, una condena firme de inhabilitación le obligó a dejar la Alcaldía en 2002.
Torres tuvo que pagar un alto precio por aquellas decisiones. Sufrió un auténtico acoso por parte de Gil y su entorno. El entonces alcalde lo injurió, le organizó manifestaciones en contra y hasta lo denunció.
Finalmente, Santiago Torres dejó Marbella en 2000. Se marchó a Madrid, donde se hizo cargo del Juzgado de Primera Instancia número 34, y posteriormente pasó al Juzgado de Instrucción 32, en el que dirigió la investigación del 'caso Guateque'. Hasta ahora, venía ocupando plaza en la Audiencia Provincial de Madrid. El miércoles, colgó la toga por última vez.
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