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REGINA SOTORRÍO
Sábado, 13 de julio 2013, 18:06
«Al niño le están saliendo los dientes y solo se calla conmigo», explica para justificar un retraso sobre la hora prevista de la entrevista. Hasta que no logra dormirlo, no responde a las preguntas. «Ahora lo primero es él», afirma Farruquito. El pequeño de diez meses viene a ampliar una saga flamenca de raza, de las de rancio 'Abolengo', como el nuevo espectáculo del bailaor. El artista hará temblar este sábado el escenario del Auditorio Príncipe de Asturias de Torremolinos junto a Karime Amaya con un homenaje al arte jondo de los «abuelos del flamenco», un baile espontáneo y sin artificios que se verá en el marco de la Bienal de Flamenco de Málaga.
-En 'Abolengo' rinde homenaje a sus mayores.
-Sí, porque tanto Karim Amaya como yo venimos de esa formación, de aprender el flamenco en casa con los abuelos, los tíos, los padres... y queríamos darle nuestro agradecimiento. Y no solo a nuestra familia, sino también a los muchos abuelos del flamenco que nos han influido, desde Farruco y Carmen Amaya a Caracol o la Perla de Cádiz. Nos acordamos de las estructuras que ellos marcaron, de un flamenco más tradicional, más espontáneo e improvisado.
-¿Huye a conciencia de efectos y artificios?
-Yo nunca he puesto una escenografía o un diseño de luces en primer plano. Para mí en primer lugar ha de estar el artista, el arte y el momento, la verdad del flamenco, el baile, la cualidad de cada uno. que se vea un trabajo y una técnica. Si encima todo eso está adornado de un bonito marco y una bonita escenografía, mejor. Pero nunca le echaría más horas de trabajo a eso que al baile.
-Se desvirtúa el baile.
-Y no solo se desvirtúa, se desvía la atención de lo que uno va a ver. No me gustan muchísimos espectáculos que se hacen hoy donde todo es muy bonito pero en los que me voy del teatro sin decir un ole, que es la expresión del flamenco.
-'Abolengo' es flamenco de raza. ¿Es necesario reivindicarlo hoy día ante tanta fusión?
-Para mí fusionar es una palabra a la que no se le está dando el sentido que tiene. Fusionar es mezclar. Y la música se puede mezclar, pero nunca se puede hacer sin una buena base de conocimiento. Paco de Lucía ha sido de las primeras personas que fusionaron en la guitarra flamenca; y antes que él Caracol y Arturo Pavón introdujeron un violín y un piano con una melodía que no eran del todo flamenca. Pero una cosa es mezclar y otra pensar, como parece últimamente, que en el flamenco todo vale. Hay cosas que se hacen con poco criterio y pensando en que sea comercial.
«Falta de respeto»
-¿Cree que a veces se da gato por liebre? ¿Bajo el título 'flamenco' se incluye cualquier cosa?
-Exactamente. Como ven que el flamenco es algo que vende, se aprenden tres o cuatro pasos, da igual si van a ritmo o no; se ponen una ropa entre hippie y flamenca, que es algo que se lleva ahora; se inventan una historia que hasta que no lees el libro siete u ocho veces no te enteras. y ya lo venden como un espectáculo flamenco. Y encima los promotores lo compran dentro de festivales flamencos y comparten cartel con Manuela Carrasco, con mi madre u otra gente que lleva en esta profesión muchísimo tiempo. Eso me parece una falta de respeto. Hay festivales para todo.
-¿Se sienten engañados?
-No, a quien engañan es al público. Y es una pena, porque las cosas cuando se sacan de contexto de pierden. Un festival de jazz es un festival de jazz, no creo que permitan la introducción de cualquier músico que no tenga una mínima calidad.
-¿Hay mucho intrusismo?
-Muchísimo intrusismo. Y esta es una profesión que si no cuidamos entre todos, todos la perderemos.
-Debutó con apenas 4 años. ¿No tiene la sensación de haber crecido muy deprisa?
-Es que yo no me di cuenta. Para mí era un juego, algo divertido y que me gustaba. Desde pequeño me incliné hacia la música y me llamaba mucho la atención cualquier cosa que fuese ritmo y melodía. Cuando me di cuenta, estaba bailando en los teatros con mi abuelo Farruco y con mis padres. Pero a mí nadie me dijo 'tú, a bailar'. Yo lo elegí.
-¿Ser bailaor deja muchas heridas en el cuerpo?
-La verdad es que sí. Yo me levanto todos los días como mi abuela, me voy poniendo derecho poco a poco. Son muchos años pegando golpes en el suelo. Son vibraciones al cuerpo que te destrozan las rodillas, las articulaciones, la espalda... Se sufre muchísimo. Lo que pasa es que después salir al escenario recompensa.
-¿Ve cerca el día en que decida bajarse del escenario para dedicarse a coreografiar?
-Por qué no. Algún día lo haré. Espero tener siempre la capacidad de retirarme de un escenario cuando vea que el público no me está viendo en las condiciones que merece.
-¿Preferiría pasar más inadvertido ante los medios?
-Me gustan las entrevistas de cultura y que se informe a la gente de cuál es nuestro granito de arena. Pero siempre me ha gustado la vida tranquila y sigo siendo el mismo que antes, teniendo los mismos amigos y el mismo barrio. No quiero ponerme en esa situación en la que se ponen otros que ni se acuerdan de lo que son.
-¿Piensa mucho en lo que sucedió hace casi diez años, en el accidente?
-De eso, si me permites, no voy a contestar nada.
(El niño llora de fondo)
-Ya está otra vez, parece que me está dando la campanada y me dice 'papá ya está'.
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