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SELENE VEGA
Martes, 22 de enero 2013, 08:43
Salió de casa vestido con ropa de deporte. Se subió en su coche y enfiló el camino al gimnasio. Circuló unos metros, pero a la vuelta de la esquina le esperaba, apostado, su asesino. Una ráfaga de disparos realizados aparentemente con un fusil de asalto acabó con su vida.
David A., francés nacido en Marruecos, de 56 años, fue abatido ayer a plena luz del día en la calle Gorrión, en la urbanización Atalaya Park, en Estepona, a muy pocos metros de una guardería a la que varios padres acudían a dejar a sus hijos, ajenas a todo. Algunos escucharon los disparos. Otros se enteraron por los medios de comunicación.
El tiroteo, que se produjo sobre las nueve y media de la mañana, provocó un aluvión de llamadas al sistema de emergencias 112. Los informantes hablaban de 12 disparos y de un coche ardiendo. Solo acertaron en lo primero. Cuando llegaron las primeras patrullas de policía, encontraron a la víctima tirada en el suelo, fuera de su automóvil, un vehículo de la marca Mercedes. Recibió varios impactos de bala en la cabeza y en la espalda, según las fuentes consultadas. El turismo presentaba al menos siete tiros. A pocos metros había una fogata que podría haber sido prendida para destruir pruebas. Al oír los disparos, también acudió al lugar la esposa del fallecido, que sufrió una crisis de ansiedad al verlo.
A distancia
La investigación, de la que se ha hecho cargo un equipo conjunto de agentes de Crimen Organizado (Udyco) y Homicidios (Udev) de la Policía Nacional, apunta a que los disparos se hicieron a cierta distancia, nunca a bocajarro. El autor -o autores, por ahora, se desconoce si se emplearon una o dos armas- esperó escondido a que la víctima pasara por ese lugar, lo que refleja planificación.
Le dispararon en marcha. Al menos una ráfaga. La víctima, en un acto instintivo, se bajó del coche para intentar huir, pero cayó desplomada. En el escenario del suceso también quedaron varios casquillos que revelan el uso de armamento de guerra. La munición recuperada, que puede ser utilizada por distintos fusiles de asalto, está pendiente de las pruebas de balística para confirmar cuál fue el modelo empleado.
Las pesquisas policiales se centran ahora en reconstruir las últimas horas de David A. así como en bucear en su pasado en busca de un móvil del crimen, que reúne todas las características de un ajuste de cuentas, según las fuentes. El fallecido ejercía como «relaciones públicas» en el club marbellí Milady Palace, indicaron en el propio local de alterne. Otras fuentes señalaron que era uno de los responsables. La investigación, en cualquier caso, está abierta.
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