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Expectativas superadas. Todos los establecimientos sobrepasaron lo previsto. :: Álvaro Cabrera
Málaga responde al pulso solidario
MÁLAGA

Málaga responde al pulso solidario

La iniciativa sigue hoy para alcanzar las 150 toneladas, que los organizadores esperan superar con creces La Gran Recogida alcanza en la provincia las 100 toneladas de comida en su primer día

AMANDA SALAZAR , NOEMI R. NAVAS LA GRAN RECOGIDA

Sábado, 1 de diciembre 2012, 10:27

La ciudadanía malagueña respondió ayer a la llamada a la solidaridad del Banco de Alimentos Bancosol ante la situación de crisis que atraviesan miles de familias en la provincia. Una situación que ha llevado a la entidad a dar la voz de alarma ante el incremento de usuarios que demandaban ayuda para llevar un plato a su mesa.

La Gran Recogida alcanzó ayer en su primera jornada las 100 toneladas de alimentos, cuando la meta en los dos días que dura la campaña es de 150. Hay que tener en cuenta que en la mañana del viernes se esperaba una menor afluencia por ser laborable. Unos datos muy esperanzadores para una movilización sin precedentes en el mundo de la solidaridad en Málaga. A estas cifras habrá que sumar la aportación de las empresas que han anunciado su colaboración y que recogen aportaciones de sus empleados en sus sedes.

En los cerca de 230 establecimientos de las 14 cadenas participantes, los 1.500 voluntarios que trabajan en la iniciativa se encargaron de informar a los ciudadanos sobre el objetivo de la Gran Recogida, además de recibir las donaciones. SUR realizó un recorrido por algunos de estos puntos para comprobar de primera mano la acogida entre los malagueños.

En la zona este de la capital, los ciudadanos se volcaron con la Gran Recogida. En el supermercado de Mercadona de Cerrado de Calderón, consiguieron llenar en pocas horas los dos contenedores previstos. «La gente está muy sensibilizada; nos han llegado vecinos que han llenado un carro entero para entregárnoslo, y personas que han acudido exclusivamente para comprar comida para nosotros», comentó María Victoria Hirschfeld.

En el Supersol de la avenida Juan Sebastián Elcano, alumnas de San Estanislao se afanaban en ordenar los víveres. «Nos han dicho que en la medida de lo posible separemos los alimentos para ahorrar trabajo cuando lleguen al almacén», señaló María Jurado, una de las estudiantes de 4º de ESO.

Los alumnos de San Estanislao, con sus tutores, estuvieron presentes en casi todos los establecimientos de la zona. Como en el Supersol de la calle Reding, donde también estaban Salvador Ruiz y su hija Carolina. «Creo que los jóvenes pueden aprender mucho de esto», indicó Salvador. Mercedes Ajenjo, vecina de La Malagueta, intentaba convencer a sus conocidos para que no dejasen de participar. «Hay que ayudar como sea», dijo. En el Lidl de la calle Hilera, los voluntarios fueron los propios trabajadores del establecimiento.

Rafaela Ayala y Elena González, voluntarias de la cofradía de Lágrimas y Favores participaban ayer por primera vez en una campaña solidaria. Emocionadas, explicaban que era una sensación gratificante y emotiva, por lo que les contaban los mismos clientes que aportaban productos no perecederos a la causa. «Una señora nos ha dicho que tiene cuatro personas a su cargo en casa y un bebé, pero aún así quería ayudar. Emociona ver como quienes menos tienen son las que más ayudan», relataban en Supersol del Paseo de los Tilos. Allí, en Cruz de Humilladero y la zona del Camino de San Rafael costó arrancar, pero como en otros puntos, el 90% de las personas que fueron al supermercado compraron algún alimento para la campaña.

Las Escuelas Ave María suelen estar presentes en casi todos los acontecimientos que tienen lugar en el barrio de Huelin y ayer en la recogida de alimentos, no podía ser menos. Seis chicos de Primero y Segundo de Bachillerato de las Escuelas Ave María animaban desde muy temprano la recolecta en Supersol de la calle Ayala. Divididos en grupos de tres, uno a cada lado de la puerta, eran todo dinamismo y energía positiva. «Es la primera vez que participo en una campaña como esta, pero no será la única. La gente es muy agradecida y tal y como están las cosas es bonito ayudar a las familias en apuros. Al menos eso sí está al alcance de todo el mundo», decía Lucía López. Sus compañeros Noelia Cabeza, Marta Miranda, Jorge Ayala, David Rojas y su profesora Claudia Escobar quisieron destacar el apoyo vecinal con la causa, a pesar de ser una de las zonas más castigadas por el paro. «La sensibilidad en Huelin es muy alta y sorprende cómo la gente nos cuenta que ellos también están en apuros pero quieren ayudar aunque sea con un producto», dijeron los jóvenes. Otro grupo en Mercadona de Carril del Conde (entre Los Girasoles y avenida de Velázquez) también hablaban de éxito rotundo. Y es que antes de las 12 del mediodía ya habían llenado dos cajas con capacidad para mil kilos de alimentos.

En Eroski Center de la avenida de Molière estaba Paco Carbonell, el que fuera presidente de la Peña El Sombrero, que colabora desde hace varios años con la asociación Padre Huelin. Como otros muchos, este colectivo de Carretera de Cádiz ha visto reducida de forma drástica su capacidad para ayudar a las familias sin recursos a través de las donaciones. Pero ayer era distinto, el llamamiento había calado en los malagueños y los clientes del supermercado sabían que era el día de ayudar. «Más 3.000 familias piden auxilio cada mes y eso no hay asociación que lo resista. Esta campaña de Bancosol tiene que servir para cambiar muchas cosas o, al menos, así lo esperamos», comentó Carbonell.

Mientras, una de las voluntarias de Padre Huelin, Leonor Terán, explicaba que por la ONG pasa de todo, «incluidas personas que no parecen pobres, gente con buena ropa que ahora se ven en una tesitura nueva para ellos», señala. Ambos valoraron el apoyo a la recogida de mayores que venían con el dinero justo o padres de familia en paro que pasan por una situación familiar.

La provincia también tuvo mucho que decir en la Gran Recogida. En Estepona, los ciudadanos se acercaban a los voluntarios para preguntar qué hacía falta. Según los coordinadores, hubo una persona extranjera tan interesada en contribuir con la causa que fue hasta su casa para aportar más víveres. En Torremolinos, mañana está previsto desarrollar en la calle San Miguel un intercambio solidario: a todo aquel que haga una donación se le entregará un regalo aportado por voluntarios. Además, está previsto que a partir de las 12.00 actúe la coral municipal y que durante la tarde Lepanto reparta dulces y chocolate caliente además de una torta gigante típica de Torremolinos que ha encargado la asociación de empresarios ACET y La Goyesca.

El apoyo ha sido tal que Bancosol se encontraba ayer con falta de cajas suficientes para reponerlas en los establecimientos. «Hemos tenido que pedirlas prestadas a las cadenas», explicó Rafael Salcedo, responsable de la entidad. En Makro de la Avenida de Velázquez, los voluntarios Jasmina Attar y Alberto Nieto tuvieron que hacer una caja ante la falta de boxes oficiales.

Seur, que colabora de forma altruista, ha tenido que adelantar su aportación en forma de camiones y trabajadores. Aunque estaba previsto que el transporte hasta el almacén de Bancosol empezase el lunes, tendrán que empezar hoy ante la avalancha de donaciones. «Los supermercados nos piden que liberemos el espacio para poder colocar nuevas cajas», añadió Salcedo. Lo que más se donó fueron pastas y legumbres. Y lo que menos, alimentos infantiles. Algunas autoridades también quisieron aportar su granito de arena, con el concejal de Bienestar Social, Francisco Pomares o la diputada de Bienestar Social Ana Carmen Mata.

La Gran Recogida también supuso ayer un encuentro intergeneracional. Muchos jóvenes participaron través de sus institutos o grupos como los Scouts. Y entre los donantes, destacaron sobre todo los pensionistas. «Las personas mayores, sobre todo mujeres, han sido muy generosos a pesar de que muchos pasan dificultades», señaló Carlos Prieto, voluntario en el supermercado de El Corte Inglés de la avenida de Andalucía, quien también destacó la colaboración de los empleados de la gran superficie. En la calle Reding, Salvador Ruiz comentó que no solo ayudaron los vecinos, sino también inmigrantes que trabajan en las casas como empleadas domésticas.

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