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A. J. LÓPEZ
Domingo, 11 de noviembre 2012, 10:22
Los cerezos todavía en flor entre los santuarios y estanques del parque urbano de Ueno, en Tokio. Pocas imágenes más hermosas que recordar frente al quimono de una geisha decorado justo con esa flor del cerezo (sakura, en japonés). Y un texto que cuenta cómo esa imagen simboliza, a la vez, la vida breve del samurái y la belleza efímera de la hermosa mujer. Una figura que viste un quimono de papel, una muestra de origami, el arte tradicional japonés de decorar y plegar esas láminas.
Una técnica ancestral que ayer protagonizaba la primera jornada de la Semana Cultural de Japón organizada en Málaga. Una cita que abría una conferencia y un taller en el Museo del Patrimonio Municipal a cargo de la investigadora y artista Origlam, que analizó la historia y los usos de esta manera de trabajar el fruto de la celulosa. «El origami era en su origen un tipo de pliegue que sólo sabía hacer el emperador y que se usaba para certificar que los documentos procedían de él mismo», comenzó Origlam, quien ha investigado durante más de diez años esta manifestación cultural.
«He podido estudiarla a través de mi experiencia con la última generación de maestros antiguos japoneses. No ha existido una verdadera transmisión generacional y eso ha sucedido en buena medida a partir de la derrota de Japón en la segunda Guerra Mundial y de la renuncia que muchos hicieron a las tradiciones del país», proseguía Origlam.
Además, la experta recordó que el origami actual representa «una forma vulgarizada» de los usos y costumbres propios del protocolo y la buena conducta de la nobleza militar japonesa.
Aunque Origlam arguyó que el origami se emplea en multitud de rituales de la vida nipona -desde la ceremonia del té hasta los regalos en las bodas, pasando por los tocados de las damas o la presentación de las flores- en su conferencia, la investigadora se centró en el origami en la cultura samurái.
Una sociedad jerarquizada
«En Japón no existía el contacto físico, sino mediado a través del papel que además aseguraba una mayor higiene. Eso sucedía en la visita al señor. Todos los guerreros debían rendir visita al menos una vez al año a su señor y al mismo tiempo debían ofrecer una ofrenda. Sin embargo, el intercambio era en ambas direcciones, porque el señor también ofrecía un presente al guerrero», acotaba Origlam.
La creadora y experta en origami recordaba que esas relaciones jerarquizadas y ese respeto hacia los mayores ha pervivido en la actual sociedad japonesa. Incluso en el ámbito de la empresa, a través de la figura de los 'seniors'.
Unos usos más diluidos en la cultura occidental, si bien la papiroflexia une de manera especial a España y Japón como los dos países con mayor tradición en el arte del pliegue del papel. Ahí tienen los abanicos.
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