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José Antonio Marina, ayer en la plaza de la Marina. :: CARLOS MORET
José Antonio Marina: «Estamos volviendo a sesgos machistas que creíamos extinguidos»
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

José Antonio Marina: «Estamos volviendo a sesgos machistas que creíamos extinguidos»

Filósofo El filósofo comparte en Málaga su estrategia para darle la vuelta a un sistema educativo que, a su juicio, «sí tiene solución»

ANA PÉREZ-BRYAN aperezbryan@diariosur.es

Viernes, 26 de octubre 2012, 03:52

Después de la conversación con él, del encuentro cara a cara, la conclusión a la que se llega es inevitable. Si la clase política contara con más perfiles como el de José Antonio Marina nos moveríamos en otro escenario. La lucidez y el sentido común que aplica a parcelas vitales de la existencia como la educación, la relación con los demás o la superación de la crisis constituyen un auténtico tratado de maestría que el filósofo compartió ayer en Málaga en una conferencia promovida por la Diputación. Tomen nota de dos claves: resistencia y acción ciudadana desde todos los frentes.

-En un mundo en el que el talento es la riqueza de las naciones, España es cada vez más pobre.

-Sí, de hecho durante la historia se consideraba que la riqueza de un país era su materia prima, su capital, su población... Ahora nada de eso tiene importancia y lo que se mira es el talento para usar todo eso. Hay una medición que dice que en Europa va a haber déficit de talento profesional de aquí a 2020 porque tendríamos que haber generado 42 millones de puestos de trabajo de alto nivel y no vamos a tener un sistema educativo capaz de producirlo, y eso es dramático. El salto educativo en otros lugares es espectacular: China, Corea del Sur o Singapur han invertido en educación de calidad y al final nos ganarán por eso. Ya se empieza a hablar de una 'guerra del talento'.

-¿Tiene solución esta sangría?

-Tenemos que cambiar una parte de la educación incluyendo una nueva actitud que es el emprendimiento. Esto no quiere decir que todos tengan que ser empresarios, sino que todos tenemos que adoptar ante la vida una actitud con más iniciativa. Nos hemos dormido, acostumbrados a que otros nos resuelvan los problemas. Cuando veo que alumnos míos de 36 o 38 años aún no han conseguido un trabajo estable y que tienen muy pocas posibilidades de conseguirlo me produce un sentimiento de irritación y de fracaso.

-¿Cómo le explicamos a nuestros hijos que seguramente repetirán la experiencia de la emigración que vivieron sus abuelos?

-Una de las iniciativas que yo puse en marcha hace cinco años fue una universidad para padres, para que supieran qué competencias y qué virtudes tenían que ayudar a que sus hijos desarrollaran, y una de ellas es la resilencia, la capacidad de aguante; y sobre todo que se acostumbren a que tienen que organizar su vida por proyectos. Estamos intentando que este sistema también se implante en la escuela, es un sistema que les fija mucho la atención y les estimula muchísimo, además permite evaluar si lo estamos haciendo bien o mal. Por no hablar de las cualidades personales que les aportan, que son la seguridad con la que se enfrentan a los problemas o el tener una meta y movilizar la suficiente cantidad de energía para conseguirla.

-Seguro que hay un motivo para la esperanza...

-Sí, claro, porque el sistema educativo español no es que sea malo, es que estamos estancados y no se corresponde con nuestra situación económica. Si España es ahora la octava economía del mundo no puede estar en el puesto 23 o 24 en términos educativos. Ese desfase no es justo para nuestros chicos. La inversión que tiene un retorno más alto para una nación es el gasto en educación primaria, ya no te hablo de la universitaria, sino de la más temprana.

-¿Sirve el pataleo en la calle?

-Vale para muy poco porque es confuso. Hay muchos intereses diferentes. La visualización del malestar educativo ha de hacerse de otra manera. Hay que llevar la conciencia de que todos, absolutamente todos, tenemos una responsabilidad en esto. Lo más sabio que yo he escuchado nunca en educación es de un proverbio africano que dice que para educar a un niño hace falta la tribu entera. Y una buena tribu. Estamos intentando promover una carta de los deberes educativos de toda la sociedad, desde los padres y la escuela hasta el policía local, el jubilado o el deportista. Todos debemos participar, y la solución podría estar ahí en el plazo de tres años. No sé si se hará, porque estamos contaminados de desánimo y de inercia.

-La crisis nos ha quitado la seguridad en nosotros mismos....

-Absolutamente. Nos hemos vuelto pesimistas, y de ahí al escepticismo hay un paso. Eso hay que achacárselo a los políticos, que han estado de espaldas a la ciudadanía y ahora nos piden ayuda, cuando ya estamos desconectados.

-¿Se sienten ustedes, los filósofos, especialmente útiles en estos tiempos difíciles?

-Tal como yo lo entiendo sí porque para mí la Filosofía es un servicio público. Los que tenemos la suerte de podernos dedicar a investigar no tenemos derecho a elegir el tema sobre el que queremos centrarnos; hay que salir a la calle y preguntarle a la gente qué es lo que le preocupa. Luego vuelves a tu despacho, lo estudias y regresas a la calle a darle la respuesta a esa gente. Uno de los principales cometidos de los filósofos es ver cómo se puede aumentar la inteligencia de la sociedad para estar en mejores condiciones de resolver los problemas.

-Su proyecto de Universidad on-line para padres es una buena herramienta. ¿Los padres de hoy educamos peor?

-Yo creo que no, lo que ocurre es que hoy lo tenéis todo mucho más difícil, sobre todo las madres.

-¿Por qué nos sentimos siempre tan culpables?

-Las madres trabajadoras siempre tienen un sentido injustificado de culpabilidad. Entre otras cosas porque todos los estudios concluyen que el hecho de que la madre trabaje no solo no representa ningún perjuicio al niño sino que a partir de cierta edad tiene muchos beneficios para los niños, y sobre todo para las niñas. Les permite darse cuenta de que las madres no viven solo para ellos, porque no es justo y además no debe ser así. La tarea de los padres no se reduce a educar a los niños, también hay un proyecto personal, de la pareja.

-Leo que España ha retrocedido varios puestos en el ránking mundial de la igualdad de género por el hecho de que en el Gobierno de Rajoy no hay suficientes mujeres, ¿qué le parece?

-Una tontería. Sí es cierto que hemos retrocedido, pero por la educación. Estamos volviendo a reproducir sesgos machistas que creíamos que habían desaparecido. La preocupación por la igualdad que tenían las madres de mis alumnas no la tienen mis alumnas. Piensan que eso no es importante; incluso en una encuesta reciente se recoge que el 40% de las adolescentes no ven mal que el novio las controle.

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