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SELENE VEGA
Sábado, 13 de octubre 2012, 12:33
A lomos de un caballo el lenguaje que más importa es el no verbal. Para que un jinete se entienda con un majestuoso corcel no importa de dónde sea. En Estepona existe un rincón donde el amor por los équidos conjuga a la perfección con un crisol de nacionalidades, las de los extranjeros que acuden para aprender todos los secretos sobre estos animales y tratar de ponerse en sus herraduras, metafóricamente.
Entre otros, personas rusas, árabes, finlandesas, noruegas o inglesas realizan habitualmente entrenamientos o aprenden del deporte hípico en las instalaciones de la llamada Escuela de Arte Ecuestre Costa del Sol. Allí también se prestan servicios relacionados con el cuidado y el alojamiento de caballos.
Un dato significativo es que el 85% de los clientes son extranjeros, y el 15% restante son españoles. El presidente del recinto, Thomas Schmutzer, mencionó que los alumnos de la escuela suelen ser «amantes de los animales» y de nivel económico «medio alto». La universalidad del centro no tiene límites, ya que puede aparecer «un señor de Portugal, Marruecos, Arabia Saudí o Kuwait», según expuso Schmutzer. Mantuvo que faltan usuarios chinos, aunque se mostró convencido de que en un futuro próximo los tendrá, ya que éstos están «comprando caballos españoles» para llevárselos a China.
La clientela se mantiene
La crisis ha reducido la demanda de servicios en un 15%, pero la clientela se mantiene en un nivel alto. Según el responsable de la escuela, la afición por la doma y al salto como «deporte» es una actividad demandada pero con un coste económico elevado, lo que hace que el mercado sea menos extenso que en otras disciplinas. Una persona que nunca haya tenido relación con el mundo del caballo puede subir a lomos de uno de estos animales y dar unas clases de iniciación por 60 euros, aunque hay lecciones hasta un nivel de competición.
Se imparten clases de doma clásica y de salto, y también tienen lugar allí entrenamientos, espectáculos ecuestres y campeonatos. El recinto también cuenta con un club de poni para los más pequeños, que son «la cantera del futuro jinete y cliente», según Schmutzer. Asimismo, el centro ecuestre ofrece espectáculos de doma de alta escuela, clásica y vaquera, con carruseles, amazonas en la grupa o rejoneo, entre otros, en coreografías conjugadas con música y baile flamenco, con caballos de pura raza española.
El emplazamiento abrió en 1998 y tiene capacidad para albergar a 200 équidos. Cuenta con una pista cubierta de 64 por 24 metros y 1.236 plazas, restaurante, tienda hípica, establos con 150 'boxes' para alojar caballos, duchas, una clínica veterinaria y espacios vallados para que los animales puedan estar al aire libre, entre otros.
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