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FERNANDO MORGADO
Jueves, 13 de septiembre 2012, 03:33
Los pequeños cuadros de las paredes esconden tras sus cristales piezas de papel milimetrado. A simple vista y sin conocer nada del autor, los dibujos hablan de un artista obsesionado con la perfección y las formas, atraído por el objetivo de realizar una obra matemática y musical, compleja en su proceso y minimalista en el resultado.
Son los bocetos de la conocida etapa modular de Manuel Barbadillo. A través de las piezas que componen la exposición que acoge desde ayer la Sala Siglo de Unicaja, el visitante puede comprobar cómo el creador sevillano afincado en Málaga trabajaba minuciosamente en cada uno de sus lienzos. Entre los módulos que se repiten en tinta negra se puede descubrir algún apunte, garabato o mancha de café a través de los cuales no es difícil imaginar a Barbadillo en su estudio de Torremolinos.
Además, la muestra titulada 'Manuel Barbadillo. Obra modular 1968-1979 / 1979-1984' incluye dos grandes lienzos -'Nasar' y 'Cariona'- cedidos por la viuda del pintor, Jane Weber. Según Weber, que asistió a la presentación de la exposición celebrada ayer en la Sala Siglo, la obra de su difunto marido es «más visual que espiritual». «Estudió durante mucho tiempo las matemáticas del dibujo y fue eliminando cosas de su arte hasta llegar al mínimo, a esta etapa modular», explica Weber emocionada.
En este homenaje a la obra de Manuel Barbadillo han trabajado durante meses la Fundación Unicaja y la Asociación de Artistas Plásticos de Málaga (APLAMA), además de la viuda del pintor. Un merecido recuerdo al que se considera el pionero en España del uso del ordenador como herramienta artística. Los bocetos y lienzos que se exhiben estos días en la Plaza del Siglo pertenecen a una etapa en la que Barbadillo ya había tenido varios contactos con el ordenador. En concreto, con la enorme computadora del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid.
Hasta la capital española viajaba el creador sevillano para trabajar en sus experimentos pictóricos. Sin embargo, las largas esperas y la lentitud del proceso le hicieron desistir de su utilización hasta la llegada de los ordenadores personales. A pesar de demostrar un gran dominio del retrato en sus inicios, como recuerda el director de APLAMA, Francisco Jurado, Barbadillo abrazó la abstracción tras 'quemar' muchas etapas.
Sus viajes a Estados Unidos y sobre todo a Marruecos impregnan su obra de música y geometría. Según recuerda Jane Weber, «muchos artistas siguieron a Manuel en el uso de las formas geométricas y los módulos». La obra de Barbadillo es la de un pionero, un hombre que vivía por y para el arte. «Admiraba a artistas como Tápies, pero siempre anduvo por su propio camino. Dedicaba todo su tiempo a sus pinturas», recuerda su viuda.
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