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J. J. BUIZA
Lunes, 16 de julio 2012, 04:03
El auditorio de la Luna Mora de Guaro se convirtió un año más en santuario del arte andaluz en la vigésima edición del Festival de la Luna Flamenca, un brillante e hipnótico espectáculo donde quedó claro que el futuro del cante está más que asegurado. Aunque Mayte Martín, la principal estrella de esta edición, no defraudó, hay que destacar las excelentes actuaciones de algunos de los cantaores más jóvenes (aunque ya consagrados) del panorama actual del género. Marina Heredia, José Parra y Antonio Reyes derrocharon todo su talento en el escenario; un soplo de aire fresco que demostró la apuesta por la renovación en el mundo de los festivales malagueños. Todo ello ante un público formado por medio millar de personas que se dejaron embrujar en una alquimia de cante, toque y baile.
Unos 20 minutos más tarde de lo previsto, el malagueño José Parra, una de las figuras más prometedoras del flamenco local, inició la noche acompañado por José Naranjo a la guitarra. El joven artista, cuya voz recuerda enormemente a Camarón de la Isla, protagonizó una actuación muy sentida, sobria y profesional, con una emoción contenida que gustó a los presentes. Tomó el relevo el cante alegre y gitano de Marina Heredia. La granadina, con Diego del Morao a la guitarra y Antonia y Jara Heredia a las palmas, es de esas artistas que se dejan la piel y demostró su dominio en todos los palos, aunque sobresalieron sus cantes por seguiriyas, fandango y malagueñas.
El baile de La Lupi
A continuación, subió al escenario el cuadro flamenco de La Lupi, bailaora de raza y poderío que contagió toda su pasión al público. El gaditano Antonio Reyes, una voz fresca y diferente en el flamenco actual, fue el siguiente protagonista. La guitarra de Manuel Silveria y las palmas de Diego Montoya y Tate Núñez enriquecieron una actuación de gran calidad, en la que dominaron las alegrías, bulerías y fandangos y que terminó con un homenaje al inmortal Manolo Caracol, con quien se ha comparado mucho a Reyes.
En torno a las tres de la madrugada, Mayte Martín irrumpió en el auditorio para cerrar el festival. Considerada ya una de las grandes del flamenco a sus 47 años, la compositora y cantante -que ahora trabaja en un disco de boleros- se abandonó al flamenco más puro, con el magnífico acompañamiento del guitarrista Juan Ramón Caro. Martín, barcelonesa de raíces malagueñas (su padre es oriundo de Ardales), puso el broche de oro con una actuación soberbia, conmovedora y noble, en la que demostró por qué es una de las voces más importantes y talentosas del género.
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