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M. ÁNGELES GONZÁLEZ
Lunes, 2 de julio 2012, 04:39
La fiebre del reciclaje de tapones con fines solidarios se extiende por la provincia. Tras la difusión de varias campañas que recogen este material para obtener dinero a través de su reciclaje, numerosas familias destapan a diario botellas gastadas de agua o de suavizante para llevar el plástico a algún punto de recogida. Muchas de estas bolsas tienen un mismo destinatario: Jorge Hernández, un niño de siete años que padece una enfermedad rara degenerativa que le provoca problemas de movilidad y en el lenguaje. En apenas siete meses, la familia ha logrado recaudar unos 3.400 euros con el reciclaje de casi 17 toneladas de tapones, una cantidad que irá destinada a la investigación de la patología.
Empresas, colegios e incluso algún partido político se han sumado a esta iniciativa, que partió de la Asociación Española Familia Ataxia Telangiectasia (Aefat), creada por padres con niños que sufren esta enfermedad, diagnosticada solo a 25 menores en toda España. La familia de Jorge, el único afectado en toda la provincia, no dudó en ponerse manos a la obra para pedir la colaboración ciudadana. Desde primeros de año y durante el curso escolar, varios colegios han prestado sus instalaciones para recoger tapones de plástico duro. Ahora, en la época estival, solo el centro en el que estudia Jorge en Puerto de la Torre, el CEIP Los Morales, sigue recepcionando bolsas en horario de mañana.
Pero no es el único punto de recogida. Una farmacia, una peluquería, una guardería o una tienda de artesanía también se han unido a la campaña, al igual que Limasa, que ha puesto a disposición de la familia el Punto Limpio del polígono Guadalhorce y sus agentes dinamizadores se han ofrecido para recoger material por toda la provincia cuando les pille de paso. Por cada kilo de tapones, la planta de reciclaje Replasur, en el polígono Santa Teresa, paga 0,20 euros. Y así, bolsa a bolsa, ya han conseguido unos 3.400 euros.
El objetivo de Aefat es lograr la financiación mínima para iniciar un proyecto de investigación de la enfermedad, que en la actualidad «no tiene tratamiento ni cura», según explica la madre de Jorge, Isabel Olea. Para conseguirlo la asociación requiere a nivel nacional entre 50.000 y 60.000 euros.
El risueño Jorge tiene dificultades para andar, comer o vestirse y no puede escribir. Pero nada de eso le impide asistir a clase como cualquier niño de su edad y estar totalmente integrado con sus compañeros. Este año ha terminado segundo de Primaria.
Pruebas de toda clase
Cuando empezó a andar los padres observaron que algo no iba bien. Le realizaron pruebas «de toda clase», pero no daban con el diagnóstico. Hasta que le hicieron un estudio genético y descubrieron el origen de sus problemas. El pasado mes de noviembre le comunicaron a sus progenitores que padecía una enfermedad de nombre impronunciable que le haría perder capacidades de forma progresiva. El mundo se les cayó encima. Rápidamente buscaron por Internet y contactaron con otras familias en su misma situación, con las que comparten experiencias.
Después de recoger casi 17 toneladas de tapones, Isabel afirma que «no esperaba una respuesta así». «Sabía que la gente es solidaria, pero no hasta este punto. Estoy conociendo a muchísimas personas buenas», apunta, al tiempo que se lamenta de que «echamos en falta el apoyo de la administración», aunque reconoce que «no está el país para pedirle mucho».
Alumnos de Publicidad y Relaciones Públicas también se han sumado a esta iniciativa con la elaboración de un blog y de un spot sobre la campaña. Isabel, que dejó de trabajar para cuidar a su hijo, se encarga de llevar los tapones a la empresa de reciclaje en su furgoneta, pero solicita la colaboración de voluntarios que puedan traer los que se han reunido en otros puntos de la provincia.
En Replasur, su propietario, José Luis Delgado, afirma que no ganan nada con el reciclaje de los tapones, -«si acaso perdemos tiempo», dice-, pero que lo hacen por solidaridad. «Es emocionante ver la generosidad de la gente», señala este empresario, que ayuda a que se hagan realidad los deseos de tres niños enfermos. El viernes se le saltaban las lágrimas al recibir una caja de zapatos llena de tapones desde Tarifa.
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