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La aldea de El Acebuchal está enclavada en pleno corazón del parque natural de la Sierra Almijara y cuenta con catorce casas en alquiler. :: E. C.
De aldea abandonada a destino turístico
Turismo

De aldea abandonada a destino turístico

La pedanía de Cómpeta, rehabilitada 50 años después de que fuera desalojada por Franco, ofrece alojamiento y comida El Acebuchal, en pleno corazón de la Sierra Almijara, consolida su tirón entre los visitantes

EUGENIO CABEZAS eugeniocabezas@gmail.com

Lunes, 4 de junio 2012, 09:43

Durante medio siglo permaneció silenciada, abandonada y siendo objeto del expolio por parte de los vecinos de Frigiliana y Cómpeta. Sin embargo, desde hace ocho años la aldea de El Acebuchal se ha convertido en un destino turístico paradisíaco, a medio camino entre el mar y la montaña, en pleno corazón del parque natural de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Este poblado, con apenas una treintena de viviendas de estilo árabe, fue desalojado por orden del régimen franquista en 1949, con el argumento de que sus habitantes colaboraban con la guerrilla de los maquis.

Desde finales de la década de los noventa, la familia de Antonio García 'El Zumbo', su mujer Virtudes Sánchez, y los hijos de estos, Antonio, Sebastián y Virtudes, junto a Aurelio Torres 'El Obispo', son los responsables de esta «aventura y de esta locura» -como a ellos les gusta llamarla- de querer recuperar un viejo poblado abandonado. Han sido más de diez años de esfuerzos y sacrificios, miles de euros invertidos para conseguir ofrecer un destino turístico único, en el que los visitantes se quedan «alucinados» con el paisaje.

«Fui el último que nació aquí», dice Torres, quien ha reconstruido la antigua escuela y la ha convertido en una acogedora vivienda vacacional. Antonio García, de 34 años, es nieto de nacidos en El Acebuchal, y uno de los que más esfuerzo ha puesto en convertir este poblado en un enclave turístico. «Uf, si me preguntas por dinero, no te puedo decir, porque nunca me he parado a echar cuentas. Sólo te digo que traer la luz desde Cómpeta nos costó casi 72.000 euros hace ya más de ocho años», explica. Sin embargo, la recompensa la reciben a diario, y especialmente los fines de semana, con decenas de visitantes, especialmente de nacionalidad extranjera. «Tengo un acuerdo con un touroperador danés y vienen muchos turistas de ese país», dice.

La visita de Mari-Anne Gossen

Pero también tienen visitantes españoles y de otras nacionalidades, como los holandeses. De hecho, el pasado octubre la turista Mari-Anne Gossen, famosa por sobrevivir 18 años sin comida perdida en el río Chíllar durante el pasado verano, visitó El Acebuchal acompañada de un grupo de amigos y se quedó enamorada del sitio. «Volveré», confesó.

Para la familia García, que cuenta con media docena de casas en alquiler, han sido más de una década de esfuerzos para rehabilitar la aldea, que hoy en día se ven recompensados con un destino que, en plena crisis económica, goza de una gran atractivo turístico. «No nos podemos quejar. Es verdad que es una pena que nos haya pillado en esta época, pero la gente sigue viniendo y reservando, además durante todo el año», cuenta García, quien explica que su familia -su mujer Andrea Moreno y su hermano Sebastián, de 22 años-, también son parte esencial de la aventura. De hecho, Sebastián es el cocinero del restaurante, que abre todos los días excepto los lunes, con una carta en la que la especialidad de la casa son las carnes de caza. El menú ronda los 15 euros por persona.

En todos los casos se trata de pequeñas viviendas, que en su día pertenecieron a antepasados que vivieron y trabajaron sierra. «Del esparto, la ganadería de cabras, la resina, y sobre todo el transporte de mercancías, con los conocidos arrieros», comenta el historiador local Adolfo Moyano, quien destaca la importancia estratégica de este enclave, un cruce de caminos en la ruta hacia Granada. «Hace apenas cincuenta años, todo se transportaba en mulo o en burro, por la sierra, atravesando el Puerto de Frigiliana», añade. Hay documentación que constata el origen de la aldea hace más de 400 años.

Pan artesanal

El precio de las viviendas en alquiler ronda los 400 euros por semana en verano. Otro de los atractivos que ha incorporado recientemente la familia de Antonio García es la elaboración de panes artesanales, que fabrica él mismo y cuece en un horno de leña. «Los hago con todo tipo de harinas y semillas, para que tengan mejor sabor», explica García, quien confiesa que sus panes se conservan perfectamente más de una semana.

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