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ANTONIO M. ROMERO
Domingo, 3 de junio 2012, 03:15
Las clases prácticas con público de los alumnos de las escuelas taurinas hay que analizarlas como lo que son: lecciones donde los novilleros sin caballos muestran lo que han aprendido y dejan ver las lógicas carencias de un proceso de aprendizaje. Sin embargo, hay algo que se les debe de exigir a todos ellos: actitud. Y máxime cuando los erales, como ocurrió ayer en Antequera, en líneas generales colaboraron. En ese escenario hubo novilleros que apostaron fuertes y otros que mostraron voluntad pero no terminaron de apretar el acelerador.
Los triunfadores numéricos fueron los becerristas malagueños Samuel Ortiz y Francisco Morales que cortaron una oreja. Ortiz lo hizo al primero de la tarde tras una faena donde estuvo voluntarioso, dio muchos pases, la mayoría hacia afuera y a media altura, y le faltó rematar. Como mató de un bajonazo efectivo, el público le concedió un apéndice.
Morales es un novillero en franca progresión. Ante un eral algo brusco y que no presentó buenas cualidades, el diestro de Carratraca demostró ganas de ser torero y dejó algunos muletazos estimables y, sobre todo, raza. Tras pinchazo y estocada baja, consiguió una oreja.
José Antonio Lavado, que suele ser sinónimo de garantía, volvió a dejar un buen sabor de boca a los aficionados a pesar de no tocar pelo. El de Benamocarra sorteó un eral molesto ante el que estuvo muy firme, con valor y torería para robarle algunas tandas, especialmente lucidas por la derecha, ya que por la izquierda el toro reponía muy pronto. Necesitó una estocada baja y tres descabellos para acabar con el eral.
El mejor eral, 'Zarzamora', premiado con la vuelta al ruedo, cayó en las manos de Elías Casado. Al cordobés se le adivina buen gusto, como demostró toreando muy templado con el capote, pero le faltó cuajar a un animal que requería manos más expertas. Casado está por definir porque igual que deja muestras de pinturería introduce en su toreo el tremendismo al empezar la faena de muleta de rodillas. Pasó un quinario para poder matar al burel, que estuvo por encima del diestro.
Lo mismo le ocurrió a Luis Rincón, que dejó escapar un triunfo grande ante un eral de extraordinaria condición con el que no se acopló y dejó al descubierto las carencias del rondeño. Mató muy mal.
Miguel Ángel Serrano solo mostró voluntad y deseos de agradar. Con los aceros tampoco estuvo muy acertado.
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