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Las actuaciones se prolongaron durante todo el día frente a la ermita y en una carpa especialmente habilitada. :: J. J. B.
Verdiales en la encrucijada
Interior

Verdiales en la encrucijada

Ocho pandas de diferentes estilos y municipios participaron en la celebración, cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII El festival de la Ermita de las Tres Cruces congrega a unas dos mil personas

J. J. BUIZA juanjbuiza@gmail.com

Lunes, 7 de mayo 2012, 10:14

Las colinas donde hoy se levanta la llamada Ermita de las Tres Cruces estaban cubiertas antaño por un mar de viñas. Según cuentan las gentes del lugar, este era el lugar donde los jornaleros se concentraban a diario con la esperanza de ser escogidos para ir a trabajar al campo. Los que no tenían esa suerte, se consolaban cantando y bailando en el monte, un ritual que acabaría convirtiéndose en tradición pese a las sombras que todavía pesan sobre sus orígenes.

«Lo único que está claro, porque así está documentado, es que el templo data de 1722», explica José Gómez, representante de la Asociación Cultural Ermita de las Tres Cruces. En efecto, una placa en el interior de la edificación reza que en esa fecha Ciriaco Jerónimo Abendaño, de la dezmería de Almogía, autorizó su construcción y que fue Ignacio Bonilla, párroco de Álora, el que la declaró adecuada para el culto religioso. Fue precisamente José Gómez quien en 1999 impulsó la creación de la asociación que lleva el nombre de la ermita con el objetivo de fomentar su conocimiento y recuperar la fiesta de verdiales que tenía lugar tiempo atrás.

Desde entonces se han celebrado ya 19 ediciones de este festival, que ayer volvió a congregar a unas dos mil personas en este cerro emplazado en el punto donde convergen los términos municipales de Cártama, Álora y Almogía. Estos tres ayuntamientos junto con el de Pizarra y la Diputación de Málaga colaboran con este colectivo cultural en la organización de un evento consolidado ya como una de las grandes citas para los amantes de los verdiales de la provincia.

«Normalmente, intentamos que haya una buena representación de diferentes localidades, pero este año las pandas son todas muy buenas», apunta Gómez. En concreto, las pandas participantes en esta ocasión fueron la Primera del Puerto de la Torre, la de los Cafeteras (Pizarra), la de los Moras (Almogía), El Capitán (Coín), Almogía, Primera de Comares y Raíces de Álora.

Todas ellas y cada una en su estilo (como cada año, predomina el de Almogía, pero se incluyen representantes también de los de Comares y los Montes) protagonizaron brillantes actuaciones durante toda la jornada, que se prolongó hasta pasadas las ocho de la tarde y en la que, afortunadamente, el buen tiempo acompañó. La tradicional subida de bandera marcó el inicio de la fiesta poco antes de las diez de la mañana y, posteriormente, tuvo lugar un acto religioso dentro de la ermita, que llama la atención por su imponente presencia entre los montes y pese a su sencillo estilo arquitectónico.

Tras la misa empezó el espectáculo y el sonido de los verdiales resonó en todo el Valle del Guadalhorce. Las pandas alternaron sus actuaciones frente al templo y en la carpa habilitada para la ocasión, donde también se desarrolló el acto oficial de inauguración con la presencia de autoridades, entre ellas la delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Málaga, Susana Radío; el delegado provincial de Cultura, Manuel García; la diputada de Cultura, Marina Bravo; la diputada de Desarrollo Rural; Leonor García-Agua; la diputada de Educación y Juventud, Antonia Ledesma; y los alcaldes de Álora (José Sánchez), Cártama (Jorge Garrido), Pizarra (Francisco Vargas) y Almogía (Cristóbal Torreblanca).

En esta edición, el primer edil de Almogía pasó el testigo de la vicepresidencia de la asociación Ermita de las Tres Cruces a su homólogo de Álora, localidad que asumirá la responsabilidad en la organización el año que viene. Entre los momentos más destacados de la celebración, considerada Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía y Fiesta de Singularidad Turística Provincial de Málaga, cabe reseñar el baile de la 'Churripampa', el choque entre pandas y la conocida rifa (se da un donativo a una panda y se dispone de ella para que cante y baile durante un tiempo determinado).

Espectacular también fue la llegada de los grupos, ataviados con sus originales trajes y algunos de los cuales debutaban por primera vez en esta jornada única. «No había venido nunca y me encanta esto porque llevo tocando verdiales desde que tenía 12 años», comentaba Francisco Javier Solera, uno de los jóvenes integrantes de la panda Los Moras.

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