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Hacia el mediodía de ayer, era difícil encontrar un hueco en alguna de las terrazas que se han habilitado en paralelo al paseo de la Farola. :: ÁLVARO CABRERA
Los malagueños echan amarras en Muelle Uno
MÁLAGA

Los malagueños echan amarras en Muelle Uno

Autóctonos y visitantes abarrotan la zona comercial del Puerto en su primer fin de semana

NURIA TRIGUERO ntriguero@diariosur.es

Domingo, 4 de diciembre 2011, 13:42

El sol se convirtió ayer en el mejor aliado que pudo tener Muelle Uno para su estreno. Más que cualquier publicidad, lo que atrajo a malagueños y visitantes hacia la zona comercial y de ocio recién habilitada en el puerto fue el magnífico día soleado que amaneció. Este nuevo espacio de uso ciudadano aprobó así con nota el examen de su primer fin de semana abierto al público, pese a que una parte de los establecimientos aún no ha abierto sus puertas y a que la zona sigue teniendo el aspecto de estar en construcción.

Cientos de malagueños se sumaron a los cruceristas que, de manera natural, accedían a Muelle Uno desde sus barcos para curiosear en sus tiendas, sentarse en sus terrazas o admirar las vistas de la ciudad. Su veredicto tras examinar este nuevo espacio para el paseo, el ocio y las compras fue mayoritariamente positivo: el resultado de las obras no decepciona, pese a los detalles inconclusos y a las numerosas zonas valladas. Los establecimientos de hostelería y comercio, por su parte, respiraron tranquilos después de la incertidumbre vivida durante esta semana, a raíz del cierre dictado por el Ayuntamiento horas después de la apertura oficial del recinto el pasado martes, debido a la falta de licencia de ocupación. «El viernes ya pudimos abrir pero fue muy flojo porque la gente no sabía que estábamos abiertos después de toda la confusión y además hizo mal día. Menos mal que hoy la gente sí ha respondido», exclamaba la dependienta de una perfumería.

«La ciudad lleva veinte años esperando para hacer suyo el puerto, así que había muchas expectativas. Pero la espera ha valido la pena: el conjunto del Palmeral de las Sorpresas y de esta zona de tiendas y restaurantes ha quedado muy bonito, aunque esté sin acabar», argumentaba la joven Pilar García. «Mi trabajo queda cerca de aquí y he ido viendo cómo avanzaban las obras, así que tenía mucha curiosidad», añadía. Lo mejor de Muelle Uno, en su opinión: «Tomarse un aperitivo con estas vistas de la ciudad».

«Quedará mucho mejor cuando esté terminado. Todavía se ven flecos sin acabar y hay tiendas que no están abiertas», opinaba Rafael Caña, de 63 años. Su esposa, Adelina Domínguez, auguraba que esta actuación en el Puerto va a dar «mucha vida a Málaga, sobre todo para los cruceristas, porque la verdad es que aquí tienen de todo: para comprar regalos, para comer...».

Durante la mañana, el mediodía y las primeras horas de la tarde fue cuando más afluencia de público se registró en Muelle Uno. De hecho, la calle Larios, la plaza de la Marina, el Palmeral de las Sorpresas y Muelle Uno se convirtieron en una única calle por la que fluían los paseantes. El tránsito decayó considerablemente por la tarde, en cuanto se fue el sol. «Cenar aquí en verano tiene que ser una delicia, pero hoy con el frío que hace y al lado del mar, cualquiera se atreve», afirmaba Elena Torres tras recorrer la zona junto a su marido y sus dos hijos.

Más cervezas que compras

Más cervecitas que compras. Ese fue el balance del primer sábado de Muelle Uno. Las terrazas de los bares y restaurantes permanecieron atestadas de clientes durante el mediodía, tanto malagueños como extranjeros. Pero sin duda el mayor éxito -con colas para pedir en la barra- lo cosechó la franquicia La Sureña con una llamativa oferta: un cubo con cinco botellines de cerveza por tres euros. Y es que la crisis se nota: los locales más asequibles estaban llenos, a diferencia de los de mayor nivel, como el Café de París.

La escasa disposición al gasto de los malagueños también se reflejó en la caja registradora de las tiendas. «Mucho mirar, pero poco gastar», resumía la encargada de un comercio textil. Y es que lo que se denomina en el gremio el 'factor bolsa' -que hace referencia a la proporción de visitantes que realizan compras- era bajo. Solo los cruceristas elevaban el gasto medio, entrando sin dudar a los establecimientos de marcas más selectas, mientras los visitantes locales preferían hacer pequeñas compras en la perfumería o la tienda de decoración. No obstante, es pronto para juzgar el éxito de estos negocios: al recién botado Muelle Uno le queda por delante toda la singladura navideña.

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