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ANTONIO JAVIER LÓPEZ ajlopez@diariosur.es
Jueves, 17 de noviembre 2011, 02:37
Uno de los adagios más repetidos en el mundo de la moda reitera que la arruga es bella. Una defensa del poder seductor de la imperfección. Un asunto que, quizá por trabajar en ese negocio, quizá por derroteros que nada tienen que ver con su vida laboral, surca la producción del creador malagueño Jaro. Un trabajo que ahora da un nuevo paso en la exposición 'Tara', recién estrenada en la galería madrileña Ciancimino.
Jaro explica por correo electrónico su nuevo proyecto: «La exposición alude al valor de lo inconcluso, a la virtud estética del defecto, de la tara. Supone una apreciación de lo tradicionalmente ignorado, una vindicación de lo oculto. Belleza y erotismo corrompidos, indefinidos y no terminados; retazos de una fuerza inerte, sin... objetivo. Morbidez y penuria de lo humano en una constante, fascinada y muchas veces autorreferencial búsqueda de una definición para el hombre, a caballo entre lo violento, lo viril y la muerte».
Son algunos de los ejes centrales del trabajo de Jaro, nacido en Huelva (1967) pero criado y formado en Málaga. Desde la provincia saltó a Madrid en 1996 y allí ha desarrollado una carrera profesional en la que ha combinado sus diseños para la industria de la moda con sus propuestas plásticas. En el primer apartado ha colaborado con el malagueño David Delfín y en la actualidad trabaja en el estudio de Ágatha Ruiz de la Prada.
En el apartado plástico, 'Tara' representa el último eslabón hasta la fecha de una cadena que ha surcado salas como Fresh Gallery, Mad is Mad, el Estudio Casarrubios o el Espacio Frágil; sin olvidar su participación en el proyecto colectivo 'Fake' del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac). Aquella iniciativa consistió en una innovadora publicación que el Musac ofreció en sus salas entre finales de 2008 y principios de 2009 y que además distribuyó en Frieze, la influyente feria de arte contemporáneo que se celebra en Londres.
A la hora de contextualizar su obra, Jaro cita «la numerología, la ambivalencia entre lo que el cuerpo oculta y lo que se puede mostrar, el 'tattoo', los 'graffitis' y la línea de la figura masculina» como algunos de los asuntos fundamentales en su producción.
El trazo y el bordad
Jaro recuerda que en sus primeras series pictóricas (con títulos como 'Falsos graffitis', 'Chulos', 'Boxing' o 'Solo') tomaba modelos fotografiados por él mismo o extraídos de la pornografía impresa o audiovisual y luego «manipulados y reconstruidos para configurar un canon de belleza muy determinado, extremo y ultraviril» que se presentaban en actitudes a menudo desafiantes.
En aquellas series ya aparecía uno de los rasgos estéticos esenciales en la obra de Jaro: la combinación de la pintura y el dibujo con el bordado sobre el lienzo. Una práctica mantenida en 'Tara'. Habla Jaro: «Esta exposición recoge una serie completa de once lienzos (un número de personal carga mágica para mí) y dos más, de tres cada una, diferenciados por una paleta de color limitadísima -tan solo blanco, negro, rojo y amarillo-, herencia de mi visión gráfica de los motivos del arte, el arte en sí y lo bello».
Una aproximación a la belleza a través de la aparente fealdad. De hilos como tendones sangrientos en rostros de Jaro. De caras transformadas en calaveras para recordar al que mira, quizá, la futilidad de cualquier supuesta hermosura.
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